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?Se es de donde se nace o de donde se pace?

Que semejante pregunta se la haga, en una pel¨ªcula rodada en su mayor¨ªa en Ruman¨ªa, un director israel¨ª, crecido en Canad¨¢, Estados Unidos, Brasil y la propia Israel, adem¨¢s de licenciado en Inglaterra, tiene numerosas implicaciones morales, antropol¨®gicas, religiosas e incluso pol¨ªticas, pero quiz¨¢ a donde nos lleve finalmente una pel¨ªcula como El viaje del director de recursos humanos es a una conclusi¨®n art¨ªstica (que no por casualidad acaba coincidiendo con la de su propia historia): se es de donde se pace. De hecho, Eran Riklis, el autor de esta road movie en tono de comedia negra con ligeros toques de drama, ha conformado una pel¨ªcula mucho m¨¢s rumana que israel¨ª.

Seguramente persuadido por el esp¨ªritu del nuevo cine rumano, el de pel¨ªculas como 12.08, al este de Bucarest o buena parte de los relatos incluidos en Historias de la edad de oro, Riklis se distancia de la simb¨®lica solemnidad de Los limoneros (2008), su estimable anterior trabajo, para abrazar una suerte de comedia negra, con pleno dominio de la sorna y el absurdo, que en algunos momentos, como ya le ocurr¨ªa a uno de los cortos de Historias de la edad de oro, no est¨¢ demasiado lejos del humor de Luis G. Berlanga. De hecho, no son pocos los paralelismos de este director de recursos humanos que debe viajar desde Jerusal¨¦n hasta Ruman¨ªa para enterrar en paz el cad¨¢ver de una trabajadora de su f¨¢brica con la desesperante odisea burocr¨¢tica del m¨ªtico Pl¨¢cido y su motocarro.

Como buena pel¨ªcula de carretera, el trayecto resulta inici¨¢tico para todos sus personajes, y aunque en determinados momentos la ambici¨®n de la propuesta sea casi desmedida (con el tel¨®n de fondo de un atentado suicida en Israel, se habla de la tierra prometida, de la crisis matrimonial de un ejecutivo de una empresa, de las injusticias con cierta inmigraci¨®n de nivel universitario que acaba fregando suelos en el Primer Mundo, de la falta de expectativas de la adolescencia rumana, de la inhumanidad de las corporaciones...), lo que se acaba imponiendo es una visi¨®n humanista de la existencia en la que siempre hay hueco para el humor (negro).