Una figuraci¨®n del para¨ªso
Poes¨ªa. No responde Joaqu¨ªn P¨¦rez Aza¨²stre (C¨®rdoba, 1976) a la imagen del poeta que escribe al dictado de una musa o de un dios, hierofante pagado de sus palabras y m¨¢s a¨²n de sus silencios. Reconocido desde su primer libro de versos (Una interpretaci¨®n, 2001), con el que hab¨ªa obtenido el Premio Adon¨¢is, no es un poeta que se sit¨²e frente a la literatura, entendida como oficio e intercambio comunicativo; al contrario, P¨¦rez Aza¨²stre respeta hasta donde se puede la poes¨ªa l¨ªrica, pero es y se sabe "literato", que pasa sin soluci¨®n de continuidad, y sin sentir que mancilla o rompe nada, de los versos a las prosas, de la columna period¨ªstica a la nouvelle, de la novela al ensayo cultural, e incluso salta la valla de la literatura para tratar con otras artes y singularmente con el cine. Las Oller¨ªas, premio Loewe en su ¨²ltima convocatoria, es una destilaci¨®n po¨¦tica que no depende tanto de los motivos como de su metabolizaci¨®n art¨ªstica, que se impone sobre los argumentos. Aquellos, los motivos, est¨¢n constituidos fundamentalmente por diversas vi?etas existenciales y recreaciones memorial¨ªsticas de un pasado lejano ('Una foto invernal hacia 1981') o pr¨®ximo ('Residencia de Estudiantes'); esta, su metabolizaci¨®n, ha requerido un relato de base realista, aunque el ritmo enfoscado y como sin resuello propicia sugerentes sentidos musicales que dejan la historia en segundo t¨¦rmino, anegada de iluminaciones e invitaciones aleg¨®ricas que hacen que el discurso referencial pierda pie y termine levitando: "Antonio Amaro tiene la voz de hierbabuena. / As¨ª acaricia el aire con la palma encendida / bajo la colcha rubia de las lomas de agosto"... A menudo, la realidad es sustituida por la reflexi¨®n sobre la escritura de esa realidad, siguiendo una l¨ªnea metaliteraria pero nada pedantesca muy presente en sus novelas (as¨ª en la figura del narrador Felton, ese miembro ap¨®crifo de la generaci¨®n perdida franco-norteamericana).
Las Oller¨ªas
Joaqu¨ªn P¨¦rez Aza¨²stre
Visor. Madrid, 2011. 80 p¨¢ginas. 10 euros
El poder¨ªo del ritmo se mantiene con todo su vigor en la secci¨®n 'La aguadora', de poemas solo aparentemente en prosa, pues es lo cierto que son aut¨¦nticos poemas "en verso", por m¨¢s que sus heptas¨ªlabos y endecas¨ªlabos se engarcen con libertad en renglones corridos, sin marcas de pausas versales. El autor ofrece en este libro, emotivo y convincente, la confesi¨®n madura de una primera recapitulaci¨®n existencial; aunque la memoria y las estampas reconstruidas por su mano no pretenden regodearse, llevadas por la inercia, en la tristeza elegiaca que emana de los para¨ªsos del ayer, sino acotar el territorio de la identidad.
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