?ngeles ca¨ªdos y otros experimentos

La pieza de Duato, que ya a?eja once a?os, es la que sale mejor parada de esta funci¨®n, a¨²n con sus costuras bastante presentes, pues se corresponde a una ¨¦poca de transici¨®n del core¨®grafo valenciano, entre el tenebrismo y su etapa manierista, a la que se aferr¨® para intentar cristalizar un estilo m¨¢s propio en la g¨¦nesis del sustanciado danc¨ªstico.

Pega mucho entonces la recurrencia formal que hace a Alessandro Scarlatti y esa pieza tenida en su tiempo por maldita, pues Il primo omicidio cuenta lo de Ca¨ªn y Abel. Duato invierte la estructura de los fragmentos cantados, con lo que se arroga una tensi¨®n adicional efectiva. El t¨ªtulo del ballet juega a la ambivalencia, pues ese viaje o ascensi¨®n en d¨²o del final algo tiene de ang¨¦lico. Las cuatro parejas ejercen un ilusorio da capo a base de aforamientos y salidas sutiles que se encadenan sin cesar: es la ¨®ptica del tardobarroco, de alguna manera cercando el ¨¢mbito contempor¨¢neo.

Sigo pregunt¨¢ndome horas despu¨¦s de caer el tel¨®n de la calle Jovellanos si lo de Margarit era un homenaje al papel Albal. Acompa?ada de un in¨²til v¨ªdeo a medio camino entre el anuncio de pasta multicolor y el salva-pantallas l¨ªrico, realmente la catalana no ha hecho una obra, no hay un resultado coherente y aceptable sino una sucesi¨®n alambicada, torpe y mal presentada. La m¨²sica cuestiona lo que se gesta en escena y viceversa y la din¨¢mica es interrumpida por una brusca intenci¨®n de choque y rechazo, acci¨®n no justificada que hace rechinar la propuesta y de la que emerge el fallo principal: no hay el menor entendimiento entre la plantilla y un material carente de fraseo y calidades; el material cor¨¦utico no se expresa porque sencillamente no existe.

La obra de Alexander Ekman (Estocolmo, 1984) se mueve en el terreno del experimento, pero hace una pinza de honestidad sobre la anterior. El creador sueco est¨¢ buscando, otea en varios sistemas formales a la vez y los mezcla con osad¨ªa, usa del aparato teatral con iron¨ªa y produciendo una frotaci¨®n chispeante, agresiva por momentos, con toques de contagiosa hilaridad. No estamos ante una pieza de pretensiones trascendentes, sino ante una estructura de juego que var¨ªa de lo constructivo al caos, como una met¨¢fora de la reacci¨®n entre grupos ya sea de iguales o de distintos.

Una pieza como esta llega a buen puerto gracias a unos bailarines como los de la Compa?¨ªa Nacional de Danza, que una vez m¨¢s han mostrado versatilidad y mucha energ¨ªa bien dosificada. Si en Duato dan una lecci¨®n de modulaci¨®n del estilo, en Flockwork redondean una faena que les deja en muy buen lugar.

Este es el ¨²ltimo programa que veremos bajo la direcci¨®n actual. La compa?¨ªa se prepara para un cambio profundo en el que hay muchas inc¨®gnitas, la principal y que ata?e a esta misma entrega, es qu¨¦ suceder¨¢ con el repertorio de la compa?¨ªa. Hay cosas que directamente y por l¨®gica no veremos nunca m¨¢s, pero las piezas de Duato deben ser preservadas.