El camino hacia el El¨ªseo
He aqu¨ª a Nicolas Sarkozy a las puertas de la campa?a para su reelecci¨®n. Dado que parte del punto m¨¢s bajo posible, si lo consiguiera, ser¨ªa una haza?a in¨¦dita: dos franceses de cada tres no conf¨ªan en ¨¦l y una clara mayor¨ªa de ellos desea la alternancia. Para ganar, tendr¨ªa que ser capaz de una remontada a la altura de la leyenda que ¨¦l mismo se ha forjado, a saber, la de ser capaz de salvar obst¨¢culos insalvables. La alcald¨ªa de Neuilly en las barbas del establishment del momento y, despu¨¦s, el El¨ªseo en lugar de su padre pol¨ªtico, Jacques Chirac. Y helo aqu¨ª hoy, contra todo pron¨®stico, frente a ese "muro medi¨¢tico" que cree tener delante de ¨¦l.
S¨ª, pero ?c¨®mo? Tres elementos van a determinar el paisaje presidencial: uno puramente mec¨¢nico; otro relacionado con el personaje que Nicolas Sarkozy intenta recomponer; el tercero ata?e al estado de la derecha.
Sarkozy es objeto de un profundo rechazo por parte de la gran mayor¨ªa de sus conciudadanos
Hoy, la situaci¨®n es simple: Nicolas Sarkozy es objeto de un profundo rechazo por parte de la gran mayor¨ªa de sus conciudadanos. Se lo considera derrotado en casi todas las hip¨®tesis. Pero, por ahora, es el ¨²nico actor del juego pol¨ªtico y, como tal, y como si de un pararrayos se tratara, concentra sobre su persona todo el descontento. En cuanto tenga un candidato o candidata de la izquierda frente a ¨¦l, estaremos ante otro escenario: el de la comparaci¨®n. No solo porque la carga el¨¦ctrica que hasta ese momento se atraer¨¢ en solitario se repartir¨¢ de otra forma casi mec¨¢nicamente, sino tambi¨¦n, y sobre todo, porque los franceses van a intentar proyectarse hacia el futuro y van a calibrar las personalidades y los programas. Saldremos pues de una zona de rechazo absoluto para entrar en una fase de valoraci¨®n relativa. Y entonces comprobaremos que el juego deja de ser un¨ªvoco para volverse m¨¢s abierto.
Nicolas Sarkozy se prepara por tanto en funci¨®n de esta perspectiva. Por eso intenta corregir los aspectos de su personalidad, de su estilo e incluso de su forma de gobernar que m¨¢s han contrariado a los franceses. Ahora se presenta con el atuendo de un presidente a cargo de lo esencial. Y a trav¨¦s de un barrido incesante -pero m¨¢s discreto- del terreno, al ritmo de dos visitas a provincias por semana, se somete a una especie de camino expiatorio para intentar dar a entender a los franceses que los ha comprendido. De alg¨²n modo, ya no es ¨¦l el que ha cambiado, sino los franceses los que lo habr¨ªan transformado.
Por el momento, sus esfuerzos se reflejan en una lenta remontada no muy significativa, pero que viene a confirmar que hab¨ªa tocado fondo. Todo esto estar¨ªa muy bien si no fuera por el estado de la derecha. Ahora es cuando hay que recordar una de las ense?anzas mayores de Fran?ois Mitterrand, seg¨²n el cual, los mejores augurios de la izquierda la sit¨²an en la zona del 47%-48%. Por lo tanto, solo puede ganar si la derecha est¨¢ dividida. De ah¨ª el riesgo que implica una candidatura como la de Jean-Louis Borloo, tan peligrosa para el El¨ªseo, pues el exministro de Medioambiente puede agrupar a los decepcionados del sarkozysmo. Tanto m¨¢s en cuanto que una parte del electorado de la derecha se niega a ver c¨®mo desaparecen una tras otra las barreras ideol¨®gicas y pol¨ªticas que la separaban de la extrema derecha.
Sin embargo, Nicolas Sarkozy ha basado su estrategia en el an¨¢lisis de una deriva derechista de la sociedad francesa. De ah¨ª temas como el de la inmigraci¨®n y la seguridad que Claude Gu¨¦ant se encarga de desarrollar. Una parte de la derecha rechaza esta evoluci¨®n de los acontecimientos y puede verse tentada por buscar una alternativa.
Por su parte, la izquierda se dispone a entrar en el delicad¨ªsimo proceso de las primarias. No crean que Nicolas Sarkozy se haya desinteresado de ¨¦l. Al contrario, ya ha empezado a intentar "minarlo" lanzando, a trav¨¦s de Jean-Fran?ois Cop¨¦, una pol¨¦mica sobre las "fichas" de los franceses. Pero adem¨¢s intenta influir sobre las mismas primarias eligiendo a su adversario: cuando o¨ªmos a Bernard Tapie, por ejemplo, asegurar que Martine Aubry ser¨ªa la candidata m¨¢s peligrosa para Nicolas Sarkozy, debemos comprender que el jefe del Estado teme m¨¢s la candidatura de quien acaba de obtener el inopinado apoyo de Jacques Chirac, a saber, Fran?ois Hollande. Pues aunque es cierto que hoy Nicolas Sarkozy es rechazado, no lo es menos que Francia est¨¢ inquieta, por no decir ansiosa, y a estas alturas Martine Aubry no parece muy capaz de tranquilizarla...
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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