Escritor de personajes
Festival de San Sebasti¨¢n de 2003. Un a?o m¨¢s, el jurado traiciona al certamen con un fallo incomprensible y Schussangst, una gris¨¢cea pel¨ªcula alemana, gana la Concha de Oro mientras las favoritas se conforman con premios menores. Entre ellas, V¨ªas cruzadas (The station agent), historia de apariencia tan peque?a como su enano protagonista que, sin embargo, deja un regusto apasionado gracias a la capacidad de su novel autor para legar un personaje para el recuerdo.
Casi una d¨¦cada despu¨¦s, ese director, Tom McCarthy, adem¨¢s de actor habitual en las pel¨ªculas de Section Eight, la productora de Soderbergh y Clooney, es una referencia del cine independiente estadounidense y sigue haciendo gala de su maestr¨ªa para el rol irrepetible. El ¨²ltimo, el de Win Win, ganamos todos, su tercer largo, comedia dram¨¢tica con la crisis econ¨®mica como tel¨®n de fondo, que presenta a un superviviente de los tiempos que nos acechan: un abogado de clase media que nunca pens¨® en pasarlas canutas, ahora capaz de tirar de picaresca para llegar a fin de mes.
WIN WIN, GANAMOS TODOS
Direcci¨®n: Thomas McCarthy.
Int¨¦rpretes: Paul Giamatti, Alex Shaffer, Amy Ryan, Bobby Cannavale, Jeffrey Tambor.
G¨¦nero: comedia. EE UU, 2011.
Duraci¨®n: 106 minutos.
Pel¨ªcula, de nuevo, de corte moralista, ayudada esta vez por el deporte como medio para salir de ciertos atolladeros (corren buenos tiempos para la lucha grecorromana como met¨¢fora social), Win Win es, quiz¨¢, algo m¨¢s plana de lo debido en su puesta en escena, pero sus criaturas, parad¨®jicamente cercanas e ins¨®litas a un tiempo, nos devuelven el aroma de aquel cine de los setenta (Shampoo, El ¨²ltimo deber, El espantap¨¢jaros) que hablaba de las crisis personales y econ¨®micas a trav¨¦s de relatos de apariencia ¨ªnfima pero trascendencia incalculable, y de los que McCarthy quiere sentirse heredero. Nadie que haya visto V¨ªas cruzadas o The visitor puede olvidarse de ese enano en plena vigilancia de las v¨ªas del tren o de ese aburrido profesor universitario que acaba tocando los bongos en el metro. Con el Paul Giamatti de Win Win sucede igual. Enormes personajes, existencialistas de bolsillo, sabios de la condici¨®n humana desde estudios basados casi en la vagancia, como aquel escribiente Bartleby que siempre prefer¨ªa no hacerlo.
Babelia
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