China y el nuevo sistema mundial
Cuando Henry Kissinger se sent¨® a hablar con el presidente Mao sobre la apertura de China en los a?os setenta, Estados Unidos estaba en la cima de su poder. Seguramente Kissinger no pens¨® que, menos de medio siglo despu¨¦s, ahora que el Partido Comunista Chino celebra, lleno de seguridad en s¨ª mismo, su 90? aniversario, iba a estar de nuevo en Pek¨ªn, a sus 88 a?os de edad, para ceder el bast¨®n de mando de la hegemon¨ªa mundial a sus anfitriones.
Hace un par de s¨¢bados, durante la inauguraci¨®n de una reuni¨®n del principal think-tank chino sobre globalizaci¨®n, el gran estadista compar¨® la China de hoy con el Estados Unidos de 1947. Despu¨¦s de las guerras napole¨®nicas, observ¨® Kissinger, Gran Breta?a se convirti¨® en la mayor potencia mundial, y lo fue durante m¨¢s de un siglo. Sin embargo, en 1947, Ernest Bevin, ministro de Exteriores en el ocaso del Imperio, se sinti¨® obligado a decirle a su hom¨®logo estadounidense: "Estados Unidos es el primer acreedor mundial y, como tal, debe tomar la iniciativa a la hora de crear el nuevo orden". A partir de ah¨ª, se sucedieron el Plan Marshall puesto en marcha por los estadounidenses para la reconstrucci¨®n tras la guerra, el papel dominante del d¨®lar y el ascenso de EE UU durante el resto del siglo XX.
EE UU pudo asumir el liderazgo mundial en 1947 al ser el mayor acreedor. Ahora lo es el gigante asi¨¢tico
Hoy, China es el mayor acreedor y est¨¢ donde estaba Estados Unidos en 1947, a las puertas de un nuevo orden mundial. Kissinger asegur¨® a sus anfitriones que, aunque esta transici¨®n de un sistema a otro tardar¨¢ probablemente 30 a?os en completarse, el papel de China crecer¨¢ sin cesar, porque est¨¢ obligada, por su propio inter¨¦s, a dar forma a un sistema mundial que se ha alejado del "polo del Atl¨¢ntico Norte" para aproximarse al pa¨ªs asi¨¢tico y las econom¨ªas emergentes.
En opini¨®n de Kissinger, China se ver¨¢ arrastrada a ejercer el liderazgo a toda velocidad por la par¨¢lisis que sufre Occidente. Estados Unidos, dijo educadamente, "est¨¢ absorto en un debate sobre el papel del Gobierno y las fuentes de vitalidad en nuestro pa¨ªs; cu¨¢nta intervenci¨®n del Gobierno debe haber y qui¨¦n debe pagarla". Y Europa est¨¢ atrapada en "una crisis financiera y conceptual, suspendida entre un marco nacional y lo que debe sustituirlo".
"Es fundamental tener sentido de la cooperaci¨®n", continu¨® Kissinger, "porque hemos entrado en una era nueva y compleja y estamos buscando un marco fundamental. Debemos adaptarnos a la incorporaci¨®n de nuevos actores" en el escenario mundial. Y, para Kissinger, "el principal instrumento de adaptaci¨®n es el G-20", en el que cada pa¨ªs debe incorporar sus aspiraciones nacionales a un acuerdo internacional, "que evite las rivalidades de suma cero en el crecimiento econ¨®mico".
Kissinger tiene raz¨®n. En los dos ¨²ltimos siglos, Gran Breta?a y Estados Unidos fueron las potencias hegem¨®nicas que impusieron los "bienes p¨²blicos mundiales" de la seguridad, la estabilidad financiera, una divisa de reserva importante y el libre comercio. Hoy, Estados Unidos y las econom¨ªas avanzadas del G-7 tienen cada vez m¨¢s dificultades para garantizarlos. Y las econom¨ªas emergentes, encabezadas por China, no pueden hacerlo todav¨ªa.
Por ese motivo, el G-20, que agrupa a las econom¨ªas avanzadas y emergentes, debe ser el que, de forma colectiva, ofrezca esos bienes p¨²blicos mundiales. Es de prever que en un mundo verdaderamente multipolar, aunque China sea la primera econom¨ªa en 2050, esto sea "lo normal".
El reto es si es posible establecer una gobernanza mundial sin una potencia dominante o una serie de intereses que controlen la situaci¨®n. Una v¨ªa es la sugerida por Zheng Bijian, antiguo vicepresidente de la Escuela Central del Partido, autor de la doctrina del "ascenso pac¨ªfico" de China y confidente de las m¨¢ximas autoridades del pa¨ªs. China, dice Zheng, solo puede alcanzar sus metas de "mejorar cualitativamente la vida de los chinos corrientes" y ascender en la escala de las rentas medias "en el contexto de la interdependencia".
Por consiguiente, dice Zheng, China debe dejar atr¨¢s la idea del "ascenso pac¨ªfico" para "ampliar y profundizar la convergencia de intereses con otros actores mundiales. Cuando haya una acumulaci¨®n de intereses convergentes, habr¨¢ una base s¨®lida para tener intereses comunes".
Esos "intereses convergentes" son los bienes p¨²blicos mundiales del siglo XXI. Zheng menciona en concreto la lucha contra el cambio clim¨¢tico y las iniciativas conjuntas sobre el crecimiento bajo en carbono, en especial con Estados Unidos.
Tambi¨¦n existen otros que el G-20 debe adoptar, como la estabilidad financiera mundial, la introducci¨®n gradual de un cesto mundial de reserva multidivisas (que incluya el renminbi, RMB) para sustituir al d¨®lar, una nueva estructura de gobierno para el FMI que refleje el poder de las econom¨ªas emergentes y una reanimaci¨®n o reconfiguraci¨®n de la ronda de negociaciones comerciales de Doha.
Un ¨¢mbito en el que China, como primer acreedor del mundo, podr¨ªa desempe?ar un papel crucial es el de ayudar a estabilizar los pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica (MENA) mediante el desarrollo econ¨®mico, algo que interesa a todo el mundo, entre otras razones por motivos de seguridad energ¨¦tica. Al fin y al cabo, China ya est¨¢ cumpliendo una funci¨®n muy importante en Europa al comprar bonos de los pa¨ªses que tienen m¨¢s problemas.
Tras las revoluciones ¨¢rabes, se habl¨® mucho de un Plan Marshall para los pa¨ªses MENA. En la reciente reuni¨®n del G-8 en Deauville, el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, obtuvo el compromiso de dedicar 20.000 millones de d¨®lares a dicho fin. Pero es un compromiso que parece m¨¢s bien hueco, dado que las econom¨ªas avanzadas se encuentran sumidas en d¨¦ficits y una crisis de la deuda soberana.
En vez de un Plan Marshall, ?por qu¨¦ no un Plan Hu Jintao auspiciado por el G-20, en el que China reutilice parte de su enorme excedente de reserva, junto con los Estados del Golfo, de manera beneficiosa para el sistema mundial?
?Es posible, como sugiri¨® Kissinger, que, igual que el Plan Marshall aun¨® las obligaciones y los intereses de Estados Unidos durante la implantaci¨®n del orden mundial para la segunda mitad del siglo XX, haya llegado ahora el momento de que China asuma un nuevo papel de ese tipo? Los estadounidenses hicieron bien en escuchar a Ernest Bevin. A los chinos les convendr¨ªa hacer caso a Henry Kissinger.
? 2011 Global Viewpoint Network. Distributed by Tribune Media Services.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Nathan Gardels es director de Global Viewpoint Network/Tribune Media y NPQ. Es adem¨¢s asesor del Berggruen Institute.
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