Tanta sed
Estaba tan seguro de que ganar¨ªamos la final del Mundial que a todos los amigos que llegaban a casa les advert¨ªa del peligro del ventilador del techo. Cuando lo celebremos, no se os ocurra levantar demasiado los brazos, les dec¨ªa. Hac¨ªa calor aquella tarde de julio y el ventilador del techo era un peligro necesario.
Est¨¢bamos tan seguros de que ganar¨ªamos esa final del Mundial... La raz¨®n principal es que hab¨ªamos empezado a ganarlo mucho tiempo antes. Exactamente el d¨ªa en que Luis Aragon¨¦s se enfad¨® con Menotti porque ¨¦ste solt¨® una verdad ret¨®rica: La selecci¨®n espa?ola alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ que decidir si es toro o torero. Aragon¨¦s es el cu?ado atrabiliario del f¨²tbol espa?ol. Semanas antes de la Eurocopa fui a un programa de televisi¨®n y los chistes contra Luis Aragon¨¦s eran coreados por todo el p¨²blico. Me sent¨ª en la obligaci¨®n de defenderlo. A Luis lo afeaban por su ausencia de glamour, su chandalidad, pero encu¨¦ntreme ah¨ª fuera un futbolista que hable mal de Luis.
Les record¨¢bamos a nuestros hijos que ganar tanto no era lo normal
Aragon¨¦s cambi¨® la decoraci¨®n del equipo nacional. Baj¨® la adrenalina y entreg¨® los galones a Xavi Hern¨¢ndez, para que la pelota volara bajo. La Eurocopa de Austria y Suiza se empez¨® a ganar el d¨ªa en que tras los dos primeros partidos Iniesta fue criticado, pero el seleccionador no lo movi¨® del equipo. Romp¨ªa as¨ª la tradici¨®n de que cualquier tropiezo lo hab¨ªa de pagar alg¨²n jugador que se sacrificaba para ser devorado por la hinchada sedienta de culpables. Por una vez los locutores m¨¢s aferrados a su verdad absoluta se limitaban a leer las alineaciones y no a dictarlas.
El Mundial tambi¨¦n se empez¨® a ganar cuando Del Bosque mantuvo a Busquets tras las iniciales reticencias y a Casillas pese a la oleada de chafardeo sobre su falta de concentraci¨®n. Pero se empez¨® a ganar definitivamente cuando se perdi¨® contra Suiza. A ning¨²n ganador de Mundial le hab¨ªa sucedido perder en su debut. Por fortuna los jugadores entendieron que ese d¨ªa se perdi¨® el partido, pero no el discurso.
El resto es recuerdo. Como todo recuerdo, parcial y ennoblecido por el resultado final. Tuvimos la gota necesaria de suerte, en ese partido que ganamos llorando a Paraguay. Y la gota imprescindible de ¨¦pica contra Alemania, con ese gol de Puyol que el mejor cronista antideportivo de nuestro pa¨ªs describi¨® en su llegada desde atr¨¢s "como el tebano Pel¨®pidas en Leuctra contra los espartanos".
Pero el d¨ªa de la final con Holanda fuimos definitivamente torero. El toro holand¨¦s embest¨ªa tan arriba que muchos creyeron que el tobillo formaba parte del pecho. Les falt¨® pegar patadas a los postes, pero ten¨ªamos un equipo capaz de seguir jugando a su juego, pese a jugar mal. A Espa?a le cost¨® jugar bien, como si sobrara una pieza que se duplicara, impidiendo que el equipo volara, pero al menos raseaba con coherencia. Y en el desierto del f¨²tbol actual basta esa dosis de criterio para que un jugador presentable parezca mejor que Messi.
El gol de Iniesta trajo el espectro de los ausentes con aquella camiseta interior pintada a rotulador con el nombre del compa?ero muerto. Porque no hay triunfo sin dolor, mi amigo, entre saltos de alegr¨ªa, le peg¨® un pu?etazo a las aspas del ventilador. Era el definitivo acto quijotesco. Por suerte es de Bilbao y aguant¨® antes de acabar la celebraci¨®n en urgencias, record¨¢ndole a nuestros hijos que ganar tanto no era normal. Que nosotros a su edad nos ceb¨¢bamos con un jugador tan fino como Carde?osa y que pasamos a?os rog¨¢ndole al psicoanalista que nos borrara Naranjito del c¨®rtex. Venga ya, nos dec¨ªan los ni?os. Nuestros padres lo tuvieron m¨¢s f¨¢cil: ya ver¨¢s c¨®mo al final perdemos, y perd¨ªamos.
El triunfo nos obliga a reiniciar el disco duro, a mudar de piel, a cambiar a Manolo el del Bombo por Shakira. Salvo a los que somos del Atl¨¦tico, equipo que en su crisis existencial no aport¨® ning¨²n jugador a esa selecci¨®n, pero es que a nosotros no nos cambia ni que Giselle Bundchen nos pida en matrimonio. Est¨¢bamos tan desentrenados en eso de ganar que hasta nuestros c¨¢nticos se limitaban a los arr¨ªtmicos y zoquetes O¨¦, o¨¦, o¨¦ y A la bim, a la bam. Ese d¨ªa tendr¨ªamos que haber empezado a pensar en serio c¨®mo escribir nueva letra para la nueva m¨²sica. Pero ya est¨¢bamos muy ocupados buscando asiento en el autob¨²s de los borrachos, en la cogorza institucionalizada de las calles de la capital. Pero ?a qui¨¦n le importaba la resaca, con la sed que hab¨ªamos pasado?
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