Rubalcaba
No se ha podido resistir la tentaci¨®n. En esta ¨¦poca de trucos triviales que caracteriza a la "democracia de audiencia", ha resultado inevitable presentar al flamante candidato socialista como una operaci¨®n de imagen definida por el cambio de logo fon¨¦tico: de la Z de Zapatero a la R de Rubalcaba. Un recurso publicitario que adem¨¢s se vio precedido por la famosa pancarta del "P punto" (Alfredo P. Rubalcaba), para recordar subliminalmente que, a diferencia de su rival electoral, apellidado Rajoy Brey, el candidato socialista s¨ª que cuenta con una zeta en sus apellidos (la Z de P¨¦rez), para continuar as¨ª la tradici¨®n ininterrumpida que mantiene como una constante supersticiosa esa exigencia fon¨¦tica en todos los presidentes del Gobierno habidos hasta la fecha: Su¨¢rez, Gonz¨¢lez, Aznar, Zapatero... ?y ahora P¨¦rez?
Pero sigamos con la broma banal de la R rubalcabiana. Parece inevitable interpretar su discurso de nominaci¨®n, pronunciado el s¨¢bado pasado, como un Resumen de Reformas a plantear en su futuro programa electoral. Un resumen cifrado en cuatro reformas esenciales, todas ellas de dif¨ªcil viabilidad: Reimplantaci¨®n del impuesto al patrimonio de las grandes fortunas (hoy blindadas en las intocables Sicav), Recuperaci¨®n del empleo por medio de una nueva tasa al beneficio financiero (aunque los impuestos no puedan crear puestos), Remodelaci¨®n alemana del sistema electoral (prohibida por el art. 68.2 de la CE) y Registro preventivo por parte del Estado de los planes urban¨ªsticos (reservados a las comunidades aut¨®nomas por el art¨ªculo 148.3 de la CE). Y este resumen de reformas ha parecido aliviar a la militancia partidista, por cuanto implica de Restauraci¨®n de las esencias socialdem¨®cratas.
Todo lo cual est¨¢ muy bien pero, seg¨²n se mire, tambi¨¦n parece demasiado poco. Pues lo que el s¨¢bado se esperaba de Rubalcaba no era un mero resumen de reformas a plantear sino algo quiz¨¢s m¨¢s atrevido: un Relato capaz de imprimir un Rumbo (por seguir con el chiste de las erres rubalcabistas). Un relato cre¨ªble que hoy no existe en absoluto, pues lo que hay solo parece un cuento narrado por un idiota, lleno de ruina y de miseria, que carece de sentido (dicho sea parafraseando a Macbeth). Y un rumbo que se perdi¨® hace bastante tiempo, cuando la br¨²jula socialista se rompi¨® con la irrupci¨®n de la crisis hace ya tres a?os, mucho antes del desastroso naufragio del 9 de mayo del a?o pasado. ?Y qu¨¦ rumbo podr¨ªa haber relatado Rubalcaba?
Cab¨ªa esperar un relato como el anunciado el pasado 29 de mayo cuando present¨® su candidatura. Entonces plante¨® la necesidad de "hacer compatibles dos t¨¦rminos antag¨®nicos: continuidad y cambio; continuidad de las reformas estructurales y cambio hacia otra forma de hacer las cosas". Y sentenci¨®: "La crisis ha sido una tormenta perfecta en tres fases; primero resistimos su llegada, ahora empieza a amainar, y cuando por fin amaine, entonces cambiaremos de rumbo". Ahora bien, ?qu¨¦ rumbo ser¨¢ ese? Era anteayer cuando ten¨ªa que haberlo se?alado, pero el vago giro a la izquierda que sugiri¨® solo deja una frustrante sensaci¨®n de marasmo, de navegar en c¨ªrculos a la deriva, de seguir permaneciendo al pairo. Y entretanto el tiempo apremia, pues la tormenta perfecta prosigue arrastrando al nav¨ªo socialista hacia un agujero negro electoral comparable al de 1982 (cuando la UCD de Su¨¢rez desapareci¨® del mapa), lo que significar¨ªa un cambio de r¨¦gimen pol¨ªtico hacia un nuevo sistema de partido hegem¨®nico: el PP.
En efecto, si no se le imprime un cambio de rumbo a tiempo, la trayectoria que por defecto seguir¨¢ el electorado espa?ol parece precipitarlo hacia el ma?lstrom de la mayor¨ªa absoluta del PP. Todo, a causa de un depresivo clima de inseguridad colectiva que ha metido el miedo en el cuerpo a la ciudadan¨ªa, que aunque se sienta ideol¨®gicamente de centro-izquierda, se inclinar¨¢ por votar al partido conservador como ¨²nica forma de conjurar las aciagas fuerzas del capitalismo desatado. Y ello no solo porque la inseguridad favorece el voto a la derecha sino por un explicable instinto de conservaci¨®n, que te lleva a entregarle tu cartera al atracador con tal de salvar la vida. De ah¨ª que para congraciarse con el monstruo capitalista convenga votar a su representante pol¨ªtico: el partido de los banqueros, los propietarios y los patronos.
Por eso hac¨ªa tanta falta que Rubalcaba fuese capaz de marcar un nuevo rumbo a la ciudadan¨ªa, con objeto de recuperar no solo la fidelidad de sus bases (lo que quiz¨¢s haya conseguido con su discurso del s¨¢bado) sino la credibilidad de los votantes moderados que no est¨¢n alineados (la mayor¨ªa del electorado), adem¨¢s de neutralizar el voto de castigo indignado de lo que Vallesp¨ªn ha llamado la izquierda reactiva (IU + 15-M + Plataforma del Manifiesto). ?Podr¨¢ lograrlo?
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