Cr¨ªmenes sin resolver
Del reciente episodio de la horda de analfabetos que abandon¨® la reserva para perpetrar el asalto a la presentaci¨®n del libro Noves gl¨°ries a Espanya, de Vicent Flor, subyacen flecos inquietantes sobre los cuales deber¨ªa intervenir Barack Obama o alguien que tenga autoridad y adem¨¢s sepa ejercerla, claro. En primer lugar, al decir de los asistentes a la tangana, la polic¨ªa tard¨® media hora en llegar al campo de batalla para contener a la partida de alborotadores. Posiblemente a consecuencia de un embudo en Brooklyn o en el cruce entre Park Avenue y Guillem de Castro. El tr¨¢fico en Nueva York se ha puesto imposible. Parece una broma, pero no. Dentro de unos meses, cuando a la indignaci¨®n ciudadana se unan el hambre y la desesperaci¨®n, tal vez el canibalismo ofrezca una salida nutricional a la crisis. De manera que si en un descuido la alcaldesa acaba en una olla improvisada en alg¨²n solar o estadio en ruinas, los dioses no lo quieran, a poco que la polic¨ªa tarde lo mismo acabar¨¢ medio cocida por la demora. En estos parajes las fuerzas disuasorias siempre han sido muy selectivas en sus operativos y en la celeridad de sus investigaciones. Toda la contundencia demostrada en la inolvidable carga contra los vecinos de El Cabanyal o para silenciar las protestas contra el desfile de corruptos en las Cortes, se diluye en el pozo de los deseos cuando se trata de da?os a librer¨ªas, atentados contra sedes de partidos de izquierdas o exhibiciones de incontrolados ancienne r¨¦gime. En cambio, si esto ocurriera donde los vascos y las vascas, desde el fiscal del Estado hasta el alguacil de Quintanilla pedir¨ªan con ¨¦xito la inmediata ilegalizaci¨®n de partidos, voceros y no digamos autores intelectuales, disculpen el ox¨ªmoron. ?Borrar¨¢n del registro de organizaciones pol¨ªticas a las falanges de Coalici¨®n Valenciana, GAV y dem¨¢s defensores de esencias intangibles, aparte de err¨®neas? Respuesta: No. ?Por qu¨¦? Porque la ley de partidos solo rige para el frente norte. Ni esto es Euskadi, ni la autoridad es competente, ni tiene valor, y menos a¨²n ganas de complicarse la dieta y el escalaf¨®n.
Por ¨²ltimo, si la brigadilla de clones del reverso tenebroso hubiese sustituido su natural instinto criminal, aventur¨¢ndose en el libro de Vicent Flor, o previamente con La pesta blava, de Vicent Bello, sin olvidar No mos fareu catalans, de Francesc Viadel, tras un sencillo razonamiento -ya s¨¦, ya s¨¦ que cierta gente no reacciona igual ante el est¨ªmulo literario como frente a una paella de pollo y conejo-, habr¨ªan llegado a la conclusi¨®n de que esa guerra la ganaron. A hostias y por rendici¨®n de parte, pero vencieron. La eufem¨ªsticamente llamada batalla de Valencia, que el soci¨®logo Josep-Vicent Marqu¨¦s defini¨® como una discreta masacre, situ¨® este p¨¢ramo bajo el frontispicio de paz a cambio de renuncias y abrevaderos. Consulten tarifas y lista de agraciados.
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