El asiento del conductor
Narrativa. Esta hilarante tragedia grotesca empieza cuando su protagonista, Lise, rechaza con ira en una tienda un vestido confeccionado, seg¨²n le asegura la dependienta, a prueba de manchas. Exacerbada por la mera existencia de un tejido inmaculado, Lise regresa a su oficina, se encara con su jefe, acepta de mala gana la sugerencia de que se tome unas vacaciones y, tras comprarse en otros almacenes una ropa chillona y ensuciable, viaja al sur, un sur abigarrado y seguramente italiano. A lo largo de todo el trayecto se nos anuncia el asesinato que tiene lugar al final de libro, y la sentenciosa iron¨ªa de la autora le da la raz¨®n a David Lodge, quien dijo que Spark estaba fascinada con las similitudes y diferencias entre la omnisciencia de Dios y la omnisciencia ficticia de los novelistas. El paralelo teol¨®gico es a¨²n mayor sabiendo que Muriel Spark era una cat¨®lica conversa, y algunos de sus libros son comedias sobre la culpa, ligeras de apariencia y en lo profundo atormentadas por el pecado. Breve, sucinta y tan inexorable como el crimen que en ella se comete, El asiento del conductor (aparecida en 1970 y ahora bien traducida por Pepa Linares) es adem¨¢s uno de sus t¨ªtulos m¨¢s delet¨¦reos en el terreno sexual: Lise busca al hombre que sea su tipo, excita y descarta a los candidatos, entre los que destaca el personaje de Bill, un sinverg¨¹enza de la diet¨¦tica que se dirige al sur con el prop¨®sito de iniciar en N¨¢poles, precisamente en N¨¢poles, un movimiento juvenil macrobi¨®tico que llamar¨¢ Yin-Yang Young. La escena del avi¨®n, en la que nunca se acaba de saber qui¨¦n seduce a qui¨¦n, es una de las m¨¢s brillantes del libro, y queda magn¨ªficamente redondeada en el reencuentro de Bill (que no ha tenido su orgasmo diario) con Lise, quien, acosada por su prototipo masculino, no tiene reparo en decirle que "el sexo no me sirve de nada". Mentirosa, capciosa y retorcidamente voluptuosa, Lise se quiere condenar a toda costa, pero no sin antes gozar del ¨¦xtasis sensual de una m¨¢rtir.
El asiento del conductor
Muriel Spark
Pr¨®logo de Eduardo Lago
Traducci¨®n de Pepa Linares
Contrase?a. Zaragoza, 2001
136 p¨¢ginas. 14,60 euros
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