El legado maldito de Los Canarios
La ansiada reedici¨®n de la obra de la banda que lider¨® Teddy Bautista llega en la hora de su ca¨ªda al frente de la SGAE
No pod¨ªan llegar en peores circunstancias. Desde los primeros ochenta, los amantes del soul se quejaban de la ausencia en el mercado de los potentes discos de Los Canarios. Y aparecen ahora, justamente ahora, en un generoso doble CD del sello Rama Lama, Todas sus grabaciones (1967-1972), que junta dos elep¨¦s, Lib¨¦rate! y Vivos!, m¨¢s abundantes sencillos.
Una reedici¨®n condenada de antemano. No encontrar¨¢ la menor simpat¨ªa: sus excesos como fact¨®tum de la SGAE han convertido al l¨ªder del grupo, Teddy Bautista, en un paria, un intocable incluso en el sentido radiof¨®nico: una prestigiosa emisora, habitualmente complaciente con la SGAE, ha prohibido un programa que repasaba su m¨²sica, como artista y productor. El espacio se grab¨® antes del esc¨¢ndalo, pero ahora creen que Bautista contamina.
El menor de sus problemas, cierto, pero sintom¨¢tico. La fama de Teddy es tan ferozmente negativa que se rumoreaba que imped¨ªa la reedici¨®n de sus discos, supuestamente incompatibles con su dignidad de mandam¨¢s. En verdad, Bautista se sent¨ªa orgulloso. Los Canarios se forjaron profesionalmente en EE UU, durante el periodo 1965-1966, cuando descubrieron el soul, que defendieron a su vuelta como una religi¨®n.
Aunque hubo muchos conjuntos espa?oles que se consagraron al g¨¦nero, ninguno contaba con el rajo negroide de Bautista. Su repertorio, cargado de testosterona y mensajes de liberaci¨®n personal, despert¨® recelos en los censores franquistas. En su pr¨®ximo libro, Veneno en dosis camufladas, Xavier Vali?o documenta que marcaron con l¨¢piz rojo las letras de varios cortes de Lib¨¦rate! Tampoco pas¨® inadvertida la canci¨®n Get on your knees: lo de "ponte de rodillas" suger¨ªa que all¨ª se exig¨ªa una felaci¨®n. Seg¨²n Julian Molero, en lafonoteca.net, Teddy invoc¨® una coartada patri¨®tica: estaba "dedicada a una novia inglesa que conoci¨® en Ibiza y que siempre despotricaba de todo lo espa?ol, a la que debi¨® bajar los humos para que aceptase la importancia y calidad de lo nacional". Suena tan disparatado que parece ver¨ªdico.
Alain Milhaud, su descubridor y productor, tambi¨¦n desinfla la leyenda urbana de un imperial Teddy que torpedeaba el rescate de esas joyas salvajes; otro asunto es que, atrapado por obsesiones como la red Arteria, nada hiciera por recuperar aquella m¨²sica. Aparte, nos enteramos del lamentable desempe?o de algunas discogr¨¢ficas en la custodia de sus tesoros. Milhaud puntualiza que, entre 1967 y 1970, Los Canarios salieron con la etiqueta Barclay. Esa compa?¨ªa francesa fue adquirida por Universal, pero se perdieron los m¨¢steres de t¨ªtulos como Get on your knees (1968). Tambi¨¦n desaparecieron las cintas que conservaba Milhaud en su empresa, CFE, cuando fue comprada por Zafiro, hoy parte de Sony.
La pelota rebotaba entre Universal y Sony. La incertidumbre de las dos multinacionales paraliz¨® varios intentos de reedici¨®n. Estos meses pasados, hubo acuerdo: Milhaud se ofreci¨® a remasterizar las grabaciones que produjo a Los Canarios (inicialmente, Teddy con m¨²sicos londinenses de estudio). El plan era publicarlas en vinilo v¨ªa Vampisoul, subsello de la compa?¨ªa Munster. Tarea in¨²til, considerando los ¨²ltimos acontecimientos. El fundador, I?igo Pastor, se manifiesta apesadumbrado: "Lib¨¦rate! ser¨¢ el mejor ¨¢lbum espa?ol de soul-rock de la historia pero ahora es sencillamente un disco del se?or m¨¢s despreciado del mundo de la m¨²sica".
Puede que, en un sentido profundo, el Bautista de Los Canarios sea una persona diferente del Teddy de la SGAE. El difunto Mario Pacheco contaba una an¨¦cdota al respecto. En Nuevos Medios grababa un flamenco que entend¨ªa los derechos de autor de manera harto peculiar: se cre¨ªa propietario de cualquier canci¨®n que interpretara, aunque fuera ajena. Harto de discutir, Mario le propuso hablar con Bautista. Acept¨®: "S¨ª, me fiar¨ªa de un colega". Pacheco y su artista acudieron a la SGAE, donde Bautista, a gusto en su palacio, desarroll¨® toda una te¨®rica de la propiedad intelectual.
Una clase magistral. Pero el pupilo de Pacheco mir¨® incr¨¦dulo a aquel ejecutivo, tan distante del patilludo vocalista de otros tiempos: "Bueno, vale, pero hab¨ªais prometido que me lo iba a explicar Teddy Bautista". Para aclararlo, el capitoste de la SGAE tuvo que ense?ar su DNI. Como all¨ª no pon¨ªa "Teddy" sino "Eduardo", el flamenco se march¨® recelando, no convencido del todo.
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