Las ostras 'claire' y el 'foie' de fin de a?o

Hace unos a?os pas¨¦ un tiempo en la Breta?a francesa con un par de amigos. Me documentaba para escribir La Isla del Holand¨¦s y acabamos all¨ª porque hab¨ªa cantidad de islas peque?as frente a la costa y me pod¨ªa servir. Esper¨¢bamos a que el barco zarpase sentados en uno de esos restaurantes de puerto que tanto me gustan: limpios, sobrios, con buena materia prima. Ped¨ªamos ostras claire y vino blanco, Pouilly-fuisse creo. Adoro esas ostras. Me parecen m¨¢s peque?as que las gallegas, as¨ª que no temo tanto una intoxicaci¨®n. No digo que ingerir ostras gallegas implique una tanda de retortijones y una visita a urgencias, es solo una sensaci¨®n: peque?o, por tanto, manejable. Una man¨ªa. El caso es que disfrut¨¢bamos tanto que nunca cogimos ning¨²n barco.

Ya en casa prefiero comer foie. Lo acompa?o de vino tinto, unas anchoas del Cant¨¢brico, berberechos, navajas... Soy m¨¢s de vino tinto que de blanco, de cualquier marca en realidad. Ya se sabe, hoy en d¨ªa no hacen malos vinos tintos, hacen unos buenos y otros mejores. Por decir alguna marca, apunte Allende, Vega Sicilia o Pago de Carrovejas. En cuanto al rito, me inclino por tomar el aperitivo acompa?ado, por disfrutar del caldo y su cuerpo con amigos. Hay veces, sin embargo, en que lo tomo solo. En las ¨²ltimas cuatro o cinco noches de fin de a?o, ha sucedido as¨ª. Voy a una tienda de productos gourmet, selecciono unas cuantas latas, un buen vino y marcho a comprar una novela para pasar la noche. Elijo sin recomendaci¨®n alguna, solo atiendo al texto de las contraportadas. Si me interesa lo que leo, la compro.

Ferran Torrent es escritor.