Caza de brujas
La vida ya no es una t¨®mbola; ahora es un karaoke. Solo tienes que mirar a la pantalla. El papel que interpretas ante los dem¨¢s y ante ti mismo corretea por el prompter y no deja nunca de renovarse.
Porque tiene que ser nuevo. Tu ropa, tu coche, tu casa, tu manera de pensar, el sexo que practicas, las amistades que frecuentas... Deber¨¢s tirarlo todo a la basura antes de que pierda brillo. Siempre renegando, que lo nuevo dura poco.
Lo nuevo es religi¨®n. Romper¨¢ la rutina y por ello ser¨¢ aceptado. Se basta a s¨ª mismo. Por supuesto, la m¨²sica que escuchas, el cine que ves, y los libros que lees tienen que ser nuevos.
Cuesta trabajo concebir una obra que acabe de salir al mercado y no esconda ning¨²n movimiento estrat¨¦gico al respecto. De hecho, se sobrentiende su car¨¢cter rompedor y una buena parte del trabajo period¨ªstico parece consistir en desvelar su esencia.
El int¨¦rprete, compositor, escritor o director avisado sabe a lo que se enfrenta y procura tener siempre a mano un buen arsenal de argumentos que justifiquen su creaci¨®n en t¨¦rminos de innovaci¨®n y ruptura con el propio pasado.
Puro artificio: la mayor¨ªa son deducidos a posteriori, cuando no directamente inventados.
Claro que no todo el mundo entra al trapo. Mediados los ochenta, el movimiento punk ya no era novedoso para nadie. Ni siquiera en nuestro pa¨ªs. De todos aquellos grupos, como suele decirse, solo quedaron los mejores. Y en la Espa?a de la movida, si una banda de rock quer¨ªa sobrevivir ten¨ªa que hacer cosas surrealistas.
Sin ir m¨¢s lejos, play back. Los matinales televisivos para marujas viv¨ªan su momento de gloria y, dado que los alardes de clarividencia tambi¨¦n viv¨ªan d¨ªas de m¨¢ximo esplendor, las compa?¨ªas discogr¨¢ficas sol¨ªan incluirlos en la agenda promocional de sus grupos.
Los Enemigos grabamos alguno, aunque al d¨ªa siguiente ni nos acord¨¢semos. Pero nunca se me pas¨® por la cabeza que los Commando 9mm tuvieran que hacerlo. No me cuadraba. Para m¨ª eran, y siguen siendo, lo mejor que dio de s¨ª el punk en castellano. Aquellos tres tipos curtidos en la contundencia y acostumbrados al caos en su m¨¢s pura expresi¨®n manten¨ªan una educada charla con un clon de Nieves Herrero cuando surgi¨® la gran pregunta:
-"Y este disco, chicos... ?Qu¨¦ tiene de novedad con respecto a los anteriores?".
El Pollo, guitarrista de la banda y boxeador profesional, respondi¨® con apabullante naturalidad:
-"La portada es distinta. Y las canciones... Bueno, las canciones tambi¨¦n son distintas".
El clon de Mari Nieves y sus marujas recibieron la respuesta como quien presencia un fen¨®meno paranormal. Probablemente, se trataba de la m¨¢s ajustada a la realidad de entre todas las respuestas posibles. Sin embargo, una escalofriante serie de pavorosos melismas, salpicados de hipidos y risitas ahogadas, inund¨® el plat¨®.
Sucede que la naturalidad no es algo a lo que nos tengan acostumbrados los artistas. Queda absolutamente fuera de lugar entre todo el artificio promocional y, por consiguiente, nos incomoda. La naturalidad no mira al prompter. No entra al trapo. Descoloca al p¨²blico. Vieja como una bruja, esperp¨¦ntica y grotesca, resulta del todo improcedente. La naturalidad, a estas alturas, se nos antoja cualquier cosa menos natural.
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