Redenci¨®n de un 'disc jockey'
Angel Dust, pionero de la electr¨®nica espa?ola y preso en Panam¨¢ por un asunto de drogas, se recicla intramuros en productor de ¨¦xito - Una pel¨ªcula cuenta su historia
La tarde del 14 de septiembre de 2008, una pareja vestida con ropa sospechosamente holgada y con una ni?a de dos a?os en brazos se planta en el control de pasaportes del aeropuerto Tocumen (Panam¨¢). Ella levanta un poco a la cr¨ªa al pasar por el detector de metales y el polic¨ªa le ve un bulto extra?o en la pierna. La cachea y... ?zas! Descubre que cada uno lleva dos kilos y medio de coca¨ªna adosados al cuerpo. A lo bruto, con cinta adhesiva. Una chapuza. Ellos alegan que han sido v¨ªctimas de una trampa, que iban obligados y vigilados por un grupo de narcos. Nadie les cree. Es lo que dicen siempre las mulas. La polic¨ªa se lleva a la ni?a a un orfanato y ellos dan con sus huesos en un penal paname?o. Nada extraordinario. Sucede en Tocumen varias veces cada d¨ªa.
Los tipos "m¨¢s rudos de la c¨¢rcel" pasaron por su estudio. Se gan¨® su respeto
Obtuvo permiso para tocar ante 10.000 personas el himno 'Paz en el ghetto'
Lo raro del asunto es que tres a?os despu¨¦s, aquel tipo al que cazaron, un blanco afincado en Barcelona y por el que nadie hubiera apostado a que duraba m¨¢s de una noche en el talego, se ha convertido en productor musical de los presos, sale en las noticias, compone un tema por la paz con el que triunfa (muy en la onda de consumo interno, eso s¨ª) y clausura un megaconcierto en las escalinatas del Canal (donde tiene que acudir con un permiso penitenciario especial). En septiembre, en el ecuador de su condena, publicar¨¢ el disco que dej¨® inacabado cuando empez¨® el descenso al infierno. Y toda esta historia se contar¨¢ en un documental que retrata su dram¨¢tica peripecia y la de su hermano intentando ayudarle en Panam¨¢. Su director, H¨¦ctor Herrera (autor de la cinta One dollar), que lleva tres a?os trabajando en el filme, lo ha llamado Angels and dust.
Porque la persona detenida en Tocumen era ?ngel Francisco L¨®pez Mor¨¢n, m¨¢s conocido como Dj Professor Angel Dust. Lo m¨¢s parecido a un rey de la noche que tuvo una Barcelona de finales de los noventa sumida en plena euforia posol¨ªmpica. Produc¨ªa, pinchaba y era socio de locales de moda como el abarrotado Bongo Lounge (las fiestas de la sala La Paloma donde no cab¨ªa un alfiler ni jueves ni viernes). "Lleg¨® en un momento incipiente. No hab¨ªa escena de m¨²sica de baile y, junto a ?ngel Molina y a Sideral (fallecido en 2006), se convirti¨® en una figura relevante. Sab¨ªa perfectamente c¨®mo quer¨ªa conducir su carrera. Era muy met¨®dico y muy serio", recuerda Ricard Robles, codirector del festival S¨®nar.
Paco -as¨ª le conocen sus amigos- viajaba por el mundo con su maleta de discos. Ten¨ªa proyectos, grababa con Mucho Muchacho, se hab¨ªa ocupado de parte de la selecci¨®n musical de Yo soy la Juani, de Bigas Luna. Un mi¨¦rcoles por la noche, tras una sesi¨®n de pinchadiscos en el hotel Omm de Barcelona, se le acerc¨® un nigeriano, cuenta ¨¦l, y le ofreci¨® actuar en una boda en Panam¨¢. ?l andaba liado terminando su disco y pinchaba 10 d¨ªas despu¨¦s en la inauguraci¨®n de una tienda Nike en Barcelona. "Pero me ofrecieron ir con mi mujer y mi hija unos d¨ªas antes y tomar unas vacaciones. Hac¨ªa dos a?os que no descans¨¢bamos", recuerda por tel¨¦fono desde la c¨¢rcel paname?a El Renacer.
Acept¨®, y tomaron un avi¨®n. Primero les hospedaron en un buen hotel. All¨ª recibieron una llamada para avisarles de que la actuaci¨®n se iba a posponer. Pasaron los d¨ªas. Cambiaron de hotel otra vez. Finalmente, cuenta Paco, recibieron una llamada. "El domingo por la ma?ana se disculparon y me dijeron que me dar¨ªan la mitad del cach¨¦ por las molestias. Nos hicieron pasar por un motel de mala muerte antes de ir al aeropuerto. Uno de los hombres con los que habl¨¢bamos nos recibi¨® en una habitaci¨®n, tom¨® a mi hija en brazos y nos amenaz¨® de muerte con una pistola si no hac¨ªamos lo que ¨¦l quer¨ªa". Y eso que quer¨ªa era convertirlos en mulas.
Inocentes o culpables, a ¨¦l y a su esposa les cayeron seis a?os y ocho meses de c¨¢rcel por lo que vendr¨ªa despu¨¦s. La defensa solo pudo alegar fallos en el proceso. La fiscal¨ªa no admiti¨® ninguna otra prueba. Ellos tampoco fueron capaces de encontrar las grabaciones de los hoteles, ni testigos, ni nombres que acreditasen la supuesta trampa. "Dieron informaci¨®n suficiente para que las autoridades pudieran capturar a los due?os del cargamento, aunque la autoridad nacional nunca hizo lo correspondiente", explica por tel¨¦fono su abogado, Arturo Gonz¨¢lez Baso. "Estoy plenamente convencido de que son inocentes. Pero es muy dif¨ªcil probar que fueron obligados. No hab¨ªa m¨¢s testigos que lo dicho por ellos. Y la fiscal¨ªa dijo que su conducta era la t¨ªpica de una mula. ?Qu¨¦ creo yo? Que en el mismo avi¨®n iba m¨¢s carga y entretuvieron a la polic¨ªa con esos muchachos. Eso se llama carnaza", se?ala.
Del penal de La Joya, un lugar bastante cabr¨®n, logr¨® que le trasladaran a El Renacer. Una c¨¢rcel m¨¢s c¨®moda que contaba con un destartalado estudio de grabaci¨®n en desuso. Paco se encargaba ya del coro cat¨®lico de la c¨¢rcel y consigui¨® una guitarra. Luego logr¨® que desde Barcelona le mandasen una tarjeta de sonido, altavoces, auriculares y un Mac. "Solo me ayudaron los amigos de verdad. Toda esa gente de la noche, todos esos fiesteros de Barcelona, cocain¨®manos perdidos, me dieron la espalda", se lamenta.
La m¨²sica volv¨ªa a ponerle en ¨®rbita. En nada, los focos volvieron a iluminarle. Los tipos "m¨¢s rudos de la c¨¢rcel", cuenta, empezaron a desfilar por el estudio. Se gan¨® su respeto. "Eran gente violenta y con frustraciones. Y a trav¨¦s de la m¨²sica fueron desarrollando autoestima y cari?o. La gente que est¨¢ aqu¨ª ha tenido falta de amor. Tratamos de dar un mensaje positivo". Dos de ellos han firmado ya un contrato musical en el exterior. Paco sali¨® varias veces de permiso para grabar Paz en el ghetto (puede verse junto a otros v¨ªdeos en YouTube) con algunos famosos que pusieron la voz. Su ¨²ltimo permiso fue para subir a un escenario ante 10.000 personas e interpretar ese tema. "Una especie de himno nacional".
"Yo sigo trabajando con los chicos en el Proyecto Ghetto Youth. Intento pulirlos, hacemos cosas comerciales que les puedan funcionar cuando salgan. Estoy esperando un equipo nuevo que unos amigos han donado para el estudio", explica desde una cabina de la c¨¢rcel.
En enero cumplir¨¢ la mitad de la condena. Ah¨ª se abrir¨¢n posibilidades: salir con brazalete o quiz¨¢ en tercer grado. De momento est¨¢ dif¨ªcil volver a Barcelona, donde le espera su hija. En tres a?os no ha vuelto a verla. Ella ha crecido con sus abuelos y su mujer est¨¢ en otra c¨¢rcel.
Paco sabe que su historia suena extra?a. Pero de ah¨ª no se mueve un mil¨ªmetro. Ni ¨¦l ni ninguna de las personas de su entorno consultadas. Todos dicen que es inocente. "Le he dado millones de vueltas. Cada noche. El hecho de que me contrataran desde Barcelona, que me escogieran a m¨ª... Seguro que estudiaron mi perfil. Ten¨ªa mi disco casi terminado, pinchaba, ten¨ªa plata... En la c¨¢rcel he conocido muchas mulas espa?olas, y me han contado que les pagaban unos 5.000 euros por hacerlo. ?Crees que hubiera hecho eso por ese dinero?". Su nueva vida en Panam¨¢, como rezaba el t¨ªtulo del anterior documental de Herrera, pas¨® a valer solamente un d¨®lar. Pero como le sucedi¨® en la Barcelona de los noventa, la de los pioneros de la electr¨®nica en Espa?a, la m¨²sica ha subido su cach¨¦.
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