Falsas preocupaciones
Por si ten¨ªan alguna duda, el retroceso de m¨¢s de 500 puntos en el ¨ªndice Dow Jones y la ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s a m¨ªnimos casi hist¨®ricos lo confirman: la econom¨ªa no se est¨¢ recuperando y Washington ha estado preocup¨¢ndose de lo que no debe.
No es solo que la amenaza de una reca¨ªda en la recesi¨®n se haya vuelto muy real. Ahora es imposible negar lo evidente, que es que no estamos en camino de la recuperaci¨®n y que no lo hemos estado nunca.
Durante dos a?os, las autoridades de la Reserva Federal, las organizaciones internacionales y, lamento decirlo, el Gobierno de Barack Obama han insistido en que la econom¨ªa empezaba a remontar. Cada percance se atribu¨ªa a factores temporales -?son los griegos!, ?es el tsunami!- que pronto desaparecer¨ªan. Y la atenci¨®n pol¨ªtica se desvi¨® del empleo y el crecimiento al problema supuestamente urgente del d¨¦ficit.
Ahora es imposible negar lo evidente, que es que no estamos en camino hacia la recuperaci¨®n
Pero la econom¨ªa no remontaba. S¨ª, oficialmente, la recesi¨®n termin¨® hace dos a?os, y la econom¨ªa inici¨® de hecho una terror¨ªfica ca¨ªda en picado. Pero en ning¨²n momento ha parecido el crecimiento ni remotamente suficiente teniendo en cuenta la profundidad de la ca¨ªda inicial. En concreto, cuando el empleo retrocede tanto como lo hizo entre 2007 y 2009, se necesita crear muchos puestos de trabajo para recuperar el terreno perdido. Y eso no ha sucedido.
Piensen en un ¨ªndice crucial, la relaci¨®n empleo / poblaci¨®n. En junio de 2007, en torno al 63% de los adultos ten¨ªa un puesto de trabajo. En junio de 2009, el final oficial de la recesi¨®n, esa cifra hab¨ªa descendido al 59,4%. Y en junio de 2011, dos a?os despu¨¦s de la supuesta recuperaci¨®n, la cifra era el 58,2%.
Esto puede parecer estad¨ªstica a secas, pero refleja una realidad verdaderamente espantosa. No solo hay un n¨²mero ingente de estadounidenses en paro o subempleados, sino que por primera vez desde la Gran Depresi¨®n muchos trabajadores estadounidenses se enfrentan al panorama del paro de larga duraci¨®n y quiz¨¢ permanente. Entre otras cosas, el aumento del paro de larga duraci¨®n reducir¨¢ la recaudaci¨®n futura del Gobierno, de modo que ni siquiera estamos actuando razonablemente en un sentido estrictamente fiscal. Pero, lo que es m¨¢s importante, se trata de una cat¨¢strofe humana.
?Y por qu¨¦ deber¨ªa sorprendernos esta cat¨¢strofe? ?De d¨®nde se supone que iba a venir el crecimiento? Los consumidores, todav¨ªa agobiados por la deuda que contrajeron durante la burbuja inmobiliaria, no est¨¢n para muchos gastos. Las empresas no ven una raz¨®n para crecer teniendo en cuenta la falta de demanda de los consumidores. Y gracias a esa obsesi¨®n con el d¨¦ficit, el Gobierno, que podr¨ªa y deber¨ªa ayudar a la econom¨ªa en momentos de necesidad, ha estado apret¨¢ndose el cintur¨®n.
Ahora tiene pinta de que las cosas est¨¢n a punto de ponerse incluso peor. Entonces, ?cu¨¢l es la respuesta?
Para poner fin a este desastre, muchos van a tener que reconocer, al menos en su fuero interno, que estaban equivocados y que necesitan cambiar sus prioridades, sin m¨¢s dilaci¨®n.
L¨®gicamente, algunos no van a cambiar. Los republicanos no van a dejar de vociferar por el d¨¦ficit porque desde un principio no fueron sinceros: su machaconeo sobre el d¨¦ficit no era m¨¢s que una porra para atizar a sus adversarios pol¨ªticos, como quedaba claro cada vez que se insinuaba cualquier subida de impuestos para los ricos. Y no van a renunciar a esa porra.
Pero el desastre pol¨ªtico de los dos ¨²ltimos a?os no ha sido ¨²nicamente consecuencia del obstruccionismo del Partido Republicano, que no habr¨ªa sido tan eficaz si la ¨¦lite pol¨ªtica -incluyendo al menos a algunas figuras destacadas del Gobierno de Obama- no hubiera consentido que la reducci¨®n del d¨¦ficit, y no la creaci¨®n de empleo, fuera nuestra prioridad principal. Y tampoco debemos pasar por alto a Ben Bernanke y sus colegas: la Reserva Federal no ha hecho ni much¨ªsimo menos todo lo que podr¨ªa haber hecho, en parte porque estaba m¨¢s preocupada por una inflaci¨®n hipot¨¦tica que por el desempleo real, y en parte porque se dej¨® intimidar por gente de la cala?a de Ron Paul.
Bueno, ya es hora de que todo eso se acabe. Esas ca¨ªdas en picado de los tipos de inter¨¦s y de los precios de los valores nos dicen que a los mercados no les preocupa ni la solvencia ni la inflaci¨®n de EE UU. Lo que les preocupa es su falta de crecimiento. Y tienen raz¨®n, aun cuando el secretario de prensa de la Casa Blanca decidiera, inexplicablemente, declarar el mi¨¦rcoles que no hay amenaza de una recesi¨®n doble.
A principios de esta semana se rumoreaba que el Gobierno de Obama se "pasar¨ªa" al empleo ahora que se ha elevado el techo de la deuda. Pero que yo sepa, lo que ese pase significar¨ªa es proponer algunas medidas sin importancia que ser¨ªan m¨¢s simb¨®licas que significativas. Y a estas alturas, esa clase de propuesta solo servir¨ªa para que el presidente Obama se pusiera en rid¨ªculo.
El hecho es que ya es hora -hace mucho que lo es- de ponerse serios sobre la verdadera crisis a la que se enfrenta la econom¨ªa. La Reserva Federal tiene que dejar de poner excusas, y el presidente tiene que elaborar verdaderas propuestas para la creaci¨®n de empleo. Y si los republicanos bloquean esas propuestas, tiene que hacer una campa?a a lo Harry Truman contra el Partido Republicano, partidario de no hacer nada.
Esto podr¨ªa funcionar o podr¨ªa no funcionar. Pero ya sabemos lo que no funciona: la pol¨ªtica econ¨®mica de los ¨²ltimos dos a?os, y los millones de estadounidenses que deber¨ªan tener trabajo, pero no lo tienen.
Paul Krugman es profesor en Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa de 2008. ? 2011 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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