"La milicia islamista ya no volver¨¢"
El basti¨®n de Al Shabab en Mogadiscio comienza a recobrar la normalidad tras la precipitada retirada de las fuerzas integristas enfrentadas al Gobierno somal¨ª
"?Hab¨ªais estado antes aqu¨ª? Era un lugar hermoso, el mercado m¨¢s grande de Somalia, y mirad todo el da?o que le han hecho, ?cre¨¦is que la gente va a permitir a Al Shabab regresar? No, no lo van a hacer", asegura Yusuf Mohamed Siad, general del Ej¨¦rcito somal¨ª, en el mercado de Bakara, en el centro de Mogadiscio. Alrededor del general Siad, decenas de soldados y milicianos aliados con el Ej¨¦rcito vigilan las calles destrozadas. Furgonetas armadas con ametralladoras circulan entre los escombros y los edificios medio derruidos. El azul del mar al fondo contrasta con un paisaje urbano desolador.
Al Shabab es una milicia islamista radical enfrentada al Gobierno somal¨ª en la ¨²ltima fase de un conflicto que dura ya 20 a?os. Junto a la peor sequ¨ªa en seis d¨¦cadas, es esta guerra interminable la que ha convertido a Somalia en el epicentro de una hambruna que asola todo el Cuerno de ?frica. Casi cuatro millones de personas necesitan asistencia urgente en Somalia, donde m¨¢s de 29.000 ni?os menores de cinco a?os han muerto en los ¨²ltimos meses debido al hambre, seg¨²n empleados de agencias humanitarias de Estados Unidos.
Los milicianos derribaron un Black Hawk en el mercado de Bakara en 1993
Fue aqu¨ª en Bakara donde milicias opuestas a la presencia internacional derribaron en 1993 el helic¨®ptero estadounidense Black Hawk que dio lugar a una pel¨ªcula y que marc¨® el inicio de la retirada de Estados Unidos y de Naciones Unidas de Somalia. Hac¨ªa cuatro a?os que periodistas extranjeros no visitaban esta zona.
Hasta hace unos d¨ªas, este mercado era uno de los bastiones de Al Shabab. Adem¨¢s de comida y utensilios, se pod¨ªan comprar armas y obtener pasaportes falsos. Al Shabab recaudaba impuestos de estos negocios para poder financiar sus actividades.
Hoy, la mayor¨ªa de los miembros de esta milicia radical han abandonado Mogadiscio y Bakara est¨¢ controlada por el Ej¨¦rcito del Gobierno y AMISOM, la fuerza de paz de la Uni¨®n Africana. Los soldados r¨ªen y parecen relajados, pero nada en Somalia es tan simple en una guerra que parece no tener fin.
"Yo era uno de ellos [miembro de la milicia fundamentalista Al Shabab], conozco sus t¨¢cticas y s¨¦ lo que significa su retirada: est¨¢n asustados y huyen de Mogadiscio", relata Siad. Su carrera ejemplifica las complejidades del conflicto somal¨ª. Comenz¨® como se?or de la guerra cuyas milicias controlaban la regi¨®n de Lower Shabelle. M¨¢s adelante, fue ministro de Defensa en 2006 en un Gobierno islamista que Estados Unidos ayud¨® a derrocar ese a?o y del que Al Shabab se escindi¨® en 2007. Despu¨¦s, Siad se uni¨® a la milicia islamista radical Hizbul Islam, que luchaba junto a Al Shabab contra el Ejecutivo. Y en 2009 desert¨® y se uni¨® a ese mismo Gobierno apoyado por la comunidad internacional.
La retirada de Al Shabab de la capital deja un vac¨ªo de poder que las fuerzas del Gobierno y AMISOM est¨¢n intentando llenar. Adem¨¢s, a¨²n quedan elementos de la milicia radical en Mogadiscio y en la noche del domingo hubo enfrentamientos armados en algunas partes de la ciudad. Residentes de esas zonas abandonaros sus casas, temiendo casi tanto a Al Shabab como a las fuerzas gubernamentales.
Adem¨¢s de tener que ocupar una ciudad fantasma y en ruinas, el Gobierno y las pocas ONG que trabajan sobre el terreno se enfrentan a la llegada a Mogadiscio en las ¨²ltimas semanas de m¨¢s de 100.000 personas que huyen del hambre y la guerra. Se han formado campos de personas desplazadas, pero la comida escasea y el pasado 5 de agosto diez personas murieron durante un tiroteo en una entrega de comida del Programa Mundial de Alimentos.
Ante el aviso de que un ni?o hab¨ªa muerto junto a uno de estos campos tras encontrar una bomba enterrada en el suelo, el ministro de Interior y Seguridad Nacional, Abdisadamad Moalim Mohamed Hasan, se dirige al lugar del suceso en el distrito de Hodan, al noroeste de la ciudad, repleto de edificios en ruinas y cartuchos de balas por el suelo.
Un grupo de personas desplazadas se cruza con Hasan por la calle y empiezan a quejarse de su situaci¨®n. Han pasado la noche en el campo pero no tienen sitio. Un hijo de una mujer del grupo muri¨® anoche y, tras enterrarlo, se han puesto en marcha en busca de otro lugar en el que establecerse.
"La ausencia de seguridad es propaganda, ahora controlamos todo Mogadiscio. La ONU y las ONG deber¨ªan venir aqu¨ª, porque de momento no nos han ayudado mucho", dice el ministro de Interior mientras la madre que anoche perdi¨® a su hijo lo mira fijamente echada en el suelo, unos metros m¨¢s all¨¢.
Entonces, los soldados del Gobierno que rodean a Hasan detienen a un hombre que andaba por la calle y que llevaba una pistola. Mientras lo interrogan, Hasan admite: "Bueno, no totalmente, pero la seguridad ha aumentado en un 80%. Ahora queremos asegurar Mogadiscio y estamos discutiendo los pr¨®ximos pasos a dar".
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