El partido de la muerte
En 1942, durante la ocupaci¨®n nazi de Kiev, los antiguos miembros del equipo D¨ªnamo trabajaban en la Panader¨ªa 3.
En verano ocurri¨® uno de esos milagros que el sol trae en los pa¨ªses fr¨ªos: se volvi¨® a jugar f¨²tbol. Los panaderos comunistas formaron el equipo Start. Golearon a un par de escuadras ucranias y a un equipo h¨²ngaro.
El 28 de julio Stalin promulg¨® la Orden 227, que se resum¨ªa en cuatro palabras: "Ni un paso atr¨¢s". La tensi¨®n aumentaba en Kiev cuando el Start enfrent¨® a un equipo alem¨¢n, el Flakelf.
Los ucranios cumplieron en el campo la Orden 227: ganaron 5-1. El deporte era un eje decisivo de la ideolog¨ªa nazi. En 1936, cuando Noruega derrot¨® a Alemania en la Olimpiadas de Berl¨ªn, Goebbels escribi¨® en su diario: "100.000 personas abandonaron el estadio deprimidas. Ganar un partido puede ser m¨¢s importante que conquistar alg¨²n pueblo en el este". El Flakelf exigi¨® la revancha.
El segundo juego se celebr¨® el 9 de agosto. El ¨¢rbitro era miembro de las SS y el equipo alem¨¢n recibi¨® refuerzos (no se trataba de cracks, pero s¨ª de aviadores mejor alimentados).
Antes del partido, el ¨¢rbitro visit¨® a los ucranianos y pidi¨® que al salir a la cancha hicieran el saludo nazi. Sobrevino una pol¨¦mica que llev¨® a la t¨ªpica conclusi¨®n de izquierdas: la discrepancia. Sin embargo, cuando el Flakelf grit¨® "Heil Hitler!", en forma espont¨¢nea, los panaderos exclamaron: "FizcultHura!" ("?Viva el deporte!", lema de los equipos sovi¨¦ticos).
El Start jugaba con camiseta roja porque no ten¨ªa otra. El accidente crom¨¢tico contribuy¨® a la rivalidad. El ¨¢rbitro toler¨® el juego rudo de los alemanes como si sus patadas fuerzan permitidas por el Convenio de Ginebra. Aun as¨ª, el primer tiempo termin¨® 3-1 a favor del Start.
En el medio tiempo, un oficial les advirti¨® de las consecuencias de ganar. Esta vez la unanimidad en el vestuario fue instant¨¢nea: el partido termin¨® 5-3 para los ucranios.
Durante d¨¦cadas se ignor¨® lo que pas¨® despu¨¦s. Una leyenda aseguraba que los futbolistas hab¨ªan sido fusilados. La tragedia tuvo otro signo: un jugador fue torturado hasta la muerte y los dem¨¢s fueron llevados al campo de concentraci¨®n de Siretz.
En cautiverio, los panaderos de Kiev recibieron una raci¨®n de 150 gramos de hogaza al d¨ªa. El 24 de febrero, el comandante del campo enfrent¨® la nieve y la hambruna con una aritm¨¦tica de delirio: uno de cada tres presidiarios fue liquidado. Tres miembros del Start cayeron ese d¨ªa.
Cuando el Ej¨¦rcito Rojo recuper¨® Kiev en noviembre, la poblaci¨®n hab¨ªa descendido de 400.000 habitantes a 80.000. El alivio fue relativo para los jugadores. En un ambiente paranoico fueron vistos como colaboracionistas. El primer reportaje sobre el tema se public¨® en 1959.
La gran jugada del "partido de la muerte" no fue un gol. Alexei Klimenko sorte¨® a la defensa del Flakelf y lleg¨® a la l¨ªnea de cal. En vez de empujar el bal¨®n a las redes, lo pate¨® al centro del campo.
Los nazis no soportaron ese gol fallado adrede. Acaso por ello, el m¨¢s joven del equipo fue uno de los tres que muri¨® en Siretz, con un tiro tras la oreja.
Klimenko hizo la jugada m¨¢s valiente en la historia del f¨²tbol. Solo ante la porter¨ªa, demostr¨® a sus verdugos que no era como ellos: les perdon¨®.
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