Una crisis financiera que no cesa
Estas ¨²ltimas semanas se est¨¢ poniendo de relieve que la gobernanza econ¨®mica y financiera mundial actual es insuficiente y que nadie es capaz de poner en orden los mercados desestabilizados. Ni los Estados ni el FMI ni el Eurogrupo ni el Banco de Pagos Internacionales ni el G-20 ni el G-7 se muestran capaces de hacerlo.
A?os de dinero barato llevaron a muchos a endeudarse en los mercados internacionales tratando de mantener niveles de gastos por encima de sus posibilidades. La crisis de 2007-2008 acab¨® de estropear las cosas debido a que los ingresos p¨²blicos cayeron y a que los Gobiernos quisieron seguir con sus niveles de gastos previos a la crisis de ingresos sin atreverse a incrementar impuestos.
Hay que crear una autoridad global que evite los descontroles que genera la globalizaci¨®n
Todo esto y las perspectivas de escaso crecimiento de las econom¨ªas occidentales van a determinar que los ingresos p¨²blicos no crezcan suficientemente con lo que los niveles de endeudamiento van a¨²n a crecer a partir de los ya altos niveles actuales.
En 2012 los niveles de deuda p¨²blica llegar¨¢n a niveles considerables para muchos pa¨ªses desarrollados: Jap¨®n -que no levanta cabeza desde el a?o 1990- tiene una deuda viva equivalente al 242% de su PIB; Grecia, del 166%; Italia, del 119%; Irlanda, del 118%; Portugal, del 107%, y Estados Unidos, del 102,4%. En este desdichado ranking, pa¨ªses como Espa?a (71%), Alemania (81%) o Francia (86%) est¨¢n mucho mejor que el resto por lo que respecta, al menos, a la deuda p¨²blica.
Las causas por las que se ha llegado a esta situaci¨®n son diferentes, pero sus efectos sobre la desestabilizaci¨®n en los mercados y los diagn¨®sticos de las agencias de calificaci¨®n son parecidos.
En Europa, los pa¨ªses de la zona euro han llegado a esta situaci¨®n por no querer limitar su Estado de bienestar en momentos de vacas flacas, por no ser capaces de eliminar gastos p¨²blicos innecesarios y por no querer aumentar tasas e impuestos siempre impopulares.
Los 17 pa¨ªses de la zona euro no han sido capaces, adem¨¢s, de dotarse de un sistema de respuesta r¨¢pida y cre¨ªble en favor de los pa¨ªses m¨¢s vulnerables cuando la situaci¨®n as¨ª lo exija.
A menos de dos a?os de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa vemos, hoy, que este documento se qued¨® corto en cuanto a la posibilidad de gesti¨®n de los d¨¦ficits p¨²blicos y de respuesta r¨¢pida y no dubitativa en cuando la situaci¨®n lo requiera.
En Europa hay, por consiguiente, una evidente falta de gobernanza mancomunada pese a los esfuerzos del Banco Central Europeo de ayudar a estabilizar el sistema yendo, incluso, m¨¢s all¨¢ de lo que prev¨¦n sus Estatutos. Todo esto, adem¨¢s, se agrava porque la zona euro es, s¨ª, una uni¨®n monetaria pero no una real Uni¨®n Econ¨®mica. Tiene un presupuesto com¨²n insuficiente y muchos l¨ªderes europeos est¨¢n m¨¢s interesados en ganarse a sus electores dom¨¦sticos -que son los que les dan los votos- que en hacer avanzar a Europa.
El caso norteamericano es el de la potencia mundial que se ve financieramente desbordada en su deseo de hacer de sheriff global soportando un presupuesto militar exorbitante. El hecho de que dem¨®cratas, republicanos y gente del Tea Party no sean capaces de saber el ahorro presupuestario que va a suponer el precario acuerdo sobre la deuda alcanzado el 2 de agosto, ha desembocado en la situaci¨®n ins¨®lita de la rebaja en la calificaci¨®n de la deuda norteamericana que ha perdido por primera vez en la historia su nivel de triple A.
La potencial reca¨ªda de la actividad econ¨®mica no ayuda a mejorar las perspectivas burs¨¢tiles ni de ingresos p¨²blicos para poder cercenar el d¨¦ficit.
Los mercados piden cada vez m¨¢s altos tipos de inter¨¦s para atender a las renovadas necesidades de financiaci¨®n de los Ministerios de Hacienda de los pa¨ªses que siguen gastando m¨¢s de lo que ingresan con lo que no avanzamos hacia la estabilidad.
En todo este contexto Standard & Poor's, Fitch y Moody's rebajan sus calificaciones y los Estados del G-7, Bruselas (Comisi¨®n Europea), Fr¨¢ncfort (Banco Central Europeo) y Washington (FMI) se muestran tan vacilantes que no llegan a tranquilizar los mercados de deuda ni las Bolsas de valores, que el pasado 11 de agosto vieron una ca¨ªda del Dow Jones de 265 puntos que arrastr¨® a todas las Bolsas mundiales.
Es evidente que nadie, ni los indignados quieren m¨¢s desestabilizaci¨®n, pero ni los 17 pa¨ªses del euro se est¨¢n dando la prisa necesaria para hacer operativos los acuerdos del Consejo Europeo del euro del 21 de julio ni el laborioso acuerdo sobre la deuda del 2 de agosto en Estados Unidos ha dejado un resultado de reducci¨®n del d¨¦ficit lo suficientemente claro como para convencer a las agencias de calificaci¨®n ni a los principales tenedores de bonos del Tesoro norteamericanos de que la deuda norteamericana sigue siendo una inversi¨®n apetecible.
Vacilaciones, acuerdos de m¨ªnimos lentos y desencuentros pol¨ªticos no son la mejor medicina para curar la inquietud y los desajustes de los mercados mundiales. Nuestro mundo globalizado no tiene m¨¢s remedio que plantearse la creaci¨®n de una autoridad global capaz de evitar los descontroles que la globalizaci¨®n est¨¢ generando y que desbordan claramente las fronteras nacionales.
Francesc Granell es catedr¨¢tico de Organizaci¨®n Econ¨®mica Internacional de la Universidad de Barcelona.
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