Me caso

Como cada domingo me despert¨¦ de un salto. Los domingos me gustan. Me enfund¨¦ en lo primero que encontr¨¦. No creo que nadie confirme esta afirmaci¨®n pero queda mejor que decir: tras una hora larga consegu¨ª decidir con que enfundar las lonchitas de este cuerpo. Defectos de presumida. Gafas de sol y a la calle rumbo a uno de mis h¨¢bitos favoritos. Desayuno y peri¨®dico en la cafeter¨ªa del Ivam. Me hace feliz saludar al mismo camarero. Un hombre alto, con aspecto sano y mofletes rosados. Mientras me sirve caf¨¦ y cruas¨¢n dos frases, como siempre, del tema com¨²n favorito: "Vaya, ha empezado pronto el f¨²tbol este a?o. Ese nuevo que han tra¨ªdo parece espabilado, pero ninguno como Villa". Si, eso s¨ª... Me siento, comienzo a leer y el tel¨¦fono interrumpe mi nirvana personal. Escucho: "?Me caso!, ?si me caso!". Tras ocho a?os viviendo juntos se casan. Me alegro, la felicito y pregunto ?por qu¨¦ ahora? "Llevo ocho a?os despert¨¢ndome con el mismo hombre. Iba siendo hora de convertir un habito tan constante en un ritual". Colgamos, me giro hacia la barra y pido otro caf¨¦. El codo arrastra al cruas¨¢n hasta mi falda, esa que me cost¨® una hora elegir, y de pronto veo...?una mancha! Devuelvo el cruas¨¢n a su lugar y le digo muy seriamente: ?como sigas as¨ª, te pido el divorcio!. Y es que cada uno se casa con quien quiere.