Tras 20 a?os de guerra es hora de intentar otra cosa
Karl von Clausewitz afirmaba que la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. Tras 20 a?os de enfrentamientos armados, empezando con la primera guerra en Irak, seguida de Bosnia, luego Kosovo, despu¨¦s Afganist¨¢n, otra vez Irak, Afganist¨¢n de nuevo y ahora Libia, ?no es hora de que el mundo euroatl¨¢ntico se tome un respiro de conflictos b¨¦licos? Aunque no debemos cuestionar la nobleza de la intenci¨®n de poner freno a que Gadafi, en marzo, convirtiera Bengasi en Srebrenica.
Pero un Gobierno fuerte debe saber cu¨¢ndo retirarse porque puede, no porque debe. El arte de poner fin a una guerra requiere tanto liderazgo, valent¨ªa y asunci¨®n de riesgos como empezar una. En el Reino Unido ya no queda ansiedad alguna por una guerra. La apresurada entrada en el conflicto de Libia -la tercera guerra musulmana en menos de una d¨¦cada- se considera ahora un error estrat¨¦gico. Pero no es lo mismo la estrategia que la moralidad o la legalidad.
La intervenci¨®n contra Gadafi en Libia se considera ahora un error estrat¨¦gico
La guerra de Irak se consider¨® ilegal porque el politbur¨® comunista de China y los amigos neoautoritarios de los oligarcas de Mosc¨² se negaron a apoyarla en la ONU. Afganist¨¢n s¨ª tiene el apoyo de Naciones Unidas, pero una vez que echaron a Al Qaeda la misi¨®n estaba cumplida. La operaci¨®n de Libia est¨¢ reconocida por la ONU pero no produce mucho inter¨¦s en la OTAN. La mayor¨ªa de los l¨ªderes europeos la ven como la guerra de Sarkozy y no entienden por qu¨¦ el primer ministro brit¨¢nico corri¨® tan apresuradamente a apoyar al presidente franc¨¦s.
El asesinato a manos de los islamistas del general Yunis, el l¨ªder rebelde libio, deber¨ªa verse como un aviso. Siempre habr¨¢ representantes plausibles de habla inglesa o francesa dispuestos a explicar a los pol¨ªticos que un ataque a¨¦reo m¨¢s, una brigada m¨¢s, o m¨¢s helic¨®pteros o misiles tierra-aire lo cambiar¨¢n todo.
Este no es el caso. Libia es dos veces y media m¨¢s grande que Francia y siete veces mayor que Reino Unido, aunque gran parte est¨¦ deshabitada y sea desierto. En el siglo XIX, el primer ministro brit¨¢nico Lord Salisbury se?al¨® que la mayor¨ªa de los errores de la pol¨ªtica exterior brit¨¢nica se deb¨ªan a la utilizaci¨®n de mapas a una escala equivocada. ?Alguien les ha informado a David Cameron y Nicolas Sarkozy de lo grande que es Libia?
Tr¨ªpoli y Bengasi se odian. La idea de que un grupo de Bengasi pudiera ser bienvenido en Tr¨ªpoli es rid¨ªcula. Libia no es una democracia como Suiza; si ganan las tribus y los islamistas en Tr¨ªpoli, impondr¨ªan una sharia de tipo talib¨¢n.
La aventura libia le cuesta a Francia y Reino Unido m¨¢s de un mill¨®n de euros diario. Por el momento ning¨²n soldado brit¨¢nico o franc¨¦s ha muerto en Libia. En Afganist¨¢n la tasa de mortalidad sigue aumentando. Los brit¨¢nicos est¨¢n ya cansados de que sus pol¨ªticos, desde la comodidad de sus despachos de Londres, manden j¨®venes como carne de ca?¨®n para combatir a los talibanes.
Los militares han estado durante dos d¨¦cadas en el centro de la pol¨ªtica: desde la primera guerra de Irak, los conflictos de Bosnia y Kosovo, las intervenciones en ?frica, como Sierra Leona y Costa de Marfil, adem¨¢s del 11-S y las guerras en los pa¨ªses musulmanes. No todas las intervenciones estaban equivocadas y el droit d'ingerence (el derecho de intervenci¨®n) y la responsabilidad de proteger se presentan en la mesa de la ONU como nuevos conceptos de peso.
Los soldados han servido a sus Estados y a los valores de la democracia con dedicaci¨®n, dignidad y un sentido del deber a la altura de la mejor tradici¨®n militar. Pero no honremos a los soldados ca¨ªdos apilando m¨¢s muertos encima. Es mejor una paz injusta que una guerra sin final. La paz pol¨ªtica tiene beneficios a los que hay que aspirar. La pregunta es qui¨¦nes son los pol¨ªticos capaces de poner fin a los enfrentamientos, qui¨¦nes van a lograr que Francia, Reino Unido y Estados Unidos disfruten de un periodo de paz como el que tuvieron cuando Europa abandon¨® sus colonias y los americanos se retiraron de Vietnam.
Mientras tanto, al mundo no democr¨¢tico le encanta ver c¨®mo los ej¨¦rcitos occidentales se enredan en conflictos que vac¨ªan sus arcas cuando tanto necesita la comunidad euroatl¨¢ntica reflotar su econom¨ªa.
Pero nuestros l¨ªderes van de un conflicto sin sentido a otro. Los asesinatos en masa, torturas y atrocidades en Siria son mucho peores que los que ocurren en Libia. Y no podemos hacer nada, de la misma manera que no podemos comenzar otras guerras para echar a los d¨¦spotas africanos o para impedir que Ir¨¢n consiga fabricar armas nucleares.
La guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. A lo mejor es hora de probar otros medios, puesto que ya no tenemos mucho ¨¦xito con las guerras.
Denis MacShane es diputado laborista y fue secretario de Estado para Europa en el Gobierno de Tony Blair, entre 2002 y 2005.
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