Diez a?os despu¨¦s
El 11 de septiembre de 2011 no van a faltar conmemoraciones para reflexionar sobre estos 10 a?os que nos separan del atentado de Nueva York, que marc¨® nuestra entrada en un siglo XXI situado bajo la siniestra sombra del terrorismo. M¨¢s all¨¢ de la feliz coincidencia que ha querido que Bin Laden fuera abatido 10 a?os despu¨¦s, se?alando el final de un ciclo, lo primero que llama la atenci¨®n es que, cuando hablamos de Estados Unidos, ya no hablamos del mismo pa¨ªs.
A?o 2001: a¨²n est¨¢bamos en plena celebraci¨®n -unos- o aborrecimiento -otros- de la "hiperpotencia" norteamericana, seg¨²n el t¨¦rmino acu?ado por Hubert V¨¦drine. Tras el derrumbamiento del imperio sovi¨¦tico, Rusia estaba en su peor momento y los denominados pa¨ªses emergentes apenas empezaban a emerger. Y, sobre todo, EE UU todav¨ªa guiaba la econom¨ªa mundial.
No ha sido Al Qaeda, sino la codicia financiera, quien ha debilitado a EE UU
A?o 2011: ?qui¨¦n no ve que Estados Unidos est¨¢ debilitado? La econom¨ªa norteamericana no solo ha perdido su estatus, sino que aparece como el elemento m¨¢s d¨¦bil de la crisis actual. Resulta impactante constatar, 10 a?os despu¨¦s, que no han sido los terroristas de Al Qaeda quienes han debilitado a Estados Unidos, sino m¨¢s bien Estados Unidos quien se ha debilitado al ceder a la codicia y a las locuras de un sistema financiero totalmente desregulado e irresponsable. Cuando se mira hacia atr¨¢s, no se puede dejar de mencionar el paso en falso que dio el pa¨ªs norteamericano y que tiene mucho que ver con la crisis actual, a saber, la guerra de Irak. Al principio, EE UU disfrut¨® de una solidaridad casi universal que se tradujo en la adhesi¨®n de un gran n¨²mero de pa¨ªses al desencadenamiento de las operaciones en Afganist¨¢n. Estas entraban dentro del marco de la leg¨ªtima defensa, pues los talibanes proporcionaban a Al Qaeda una base de retaguardia sin la cual esta organizaci¨®n no habr¨ªa existido.
Pero, en vez de concentrarse en ese objetivo y de dirigir su atenci¨®n hacia Pakist¨¢n, otro epicentro del terrorismo versi¨®n Al Qaeda, George Bush decidi¨® intervenir en Irak. Y lo hizo a costa de una mentira de Estado -la supuesta existencia de armas de destrucci¨®n masiva- e, igualmente, a costa de una formidable ola de antiamericanismo y de la apertura de un terreno inimaginable para el reclutamiento de nuevas hornadas de terroristas, sin contar, por supuesto, con el extravagante n¨²mero de muertos civiles provocados por el caos que imper¨® en Irak durante varios a?os.
Estados Unidos ha salido del conflicto debilitado moralmente, pero tambi¨¦n econ¨®micamente; tan cierto es que una parte no desde?able de su endeudamiento tiene su origen en el esfuerzo militar consentido durante estos a?os. Despu¨¦s, Barack Obama rehabilit¨® en parte el mito norteamericano, pero ahora est¨¢ enredado en la gesti¨®n de la crisis. Esta le ha conducido a operar un relativo repliegue estrat¨¦gico.
La inteligencia de los dirigentes europeos, con los franceses y los brit¨¢nicos a la cabeza, ha estado en haber sabido tomar inmediatamente el relevo en el teatro de operaciones libio, no solo ocupando el espacio que hab¨ªa dejado libre EE UU, sino sobre todo dando una indicaci¨®n estrat¨¦gica importante para el futuro: es evidente que EE UU va a continuar implic¨¢ndose militarmente cada vez menos en Europa y en las fronteras de Europa. Esta nueva situaci¨®n nos obligar¨¢ cada d¨ªa m¨¢s a organizar una verdadera defensa europea. Y esta solo podr¨¢ existir a partir de un acuerdo entre Francia y Reino Unido.
Pero, al mismo tiempo, hay elementos de discordia con Estados Unidos vinculados a la crisis en s¨ª misma. Tan cierto es que solo saldremos de esta a condici¨®n de que todos los pa¨ªses del G-20 se pongan de acuerdo para regular los mercados, como que al mismo tiempo se est¨¢ jugando una partida decisiva entre EE UU y la City de Londres, por una parte, y Europa y la zona euro, por otra.
En efecto, hay cierto n¨²mero de instituciones y especuladores que har¨¢n todo lo posible para eliminar al euro, que amenaza la supremac¨ªa del d¨®lar. Mediante una pol¨ªtica de d¨®lar d¨¦bil, EE UU act¨²a hoy como lo hizo en los a?os noventa a costa de Jap¨®n y del yen. Evitar caer en una trampa de la que, 20 a?os despu¨¦s, Jap¨®n a¨²n no ha salido, solo depende de nosotros, los europeos. Por supuesto, todo esto nos aleja del 11 de septiembre de 2001 y del formidable choque que represent¨®. Para salvaguardar lo esencial, hay que recordar que tenemos que mantenernos fieles a la solidaridad transatl¨¢ntica, a partir del momento en que las libertades est¨¦n amenazadas.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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