Un zoco ambulante en la Barceloneta

"?No quiere probar? ?Es muy bueno!". La joven china, con apenas cuatro palabras de espa?ol, acalorada tras caminar sobre la arena, entrega una postal en la que se ve el dibujo de una espalda y una pierna donde se apuntan los posibles beneficios de un masaje r¨¢pido al m¨®dico precio de cinco euros. No muy lejos de all¨ª, un hombre paquistan¨ª, cargado con dos grandes muestrarios, se ofrece a imprimir falsos tatuajes y ense?a orgulloso lo bien que quedar¨ªa una mariposa sobre la piel. "Hoy, poco trabajo. Todo legal, todo legal", dice mientras esconde los tomos bajo la tarima de un chiringuito ante la indiferencia de camareros y turistas.

Bajo un sol de m¨¢s de 30 grados, decenas de inmigrantes deambulaban ayer en un hormigueo sin fin en la playa de la Barceloneta ofreciendo a los ba?istas todo tipo de art¨ªculos en lo m¨¢s parecido a un zoco de triste supervivencia: desde empanadillas y cocos; latas de cerveza y refrescos, pareos, trenzas africanas y artesan¨ªa. Los turistas, acomodados muchos de ellos ahora en la zona de las nuevas hamacas y sombrillas de color crudo, presencian el desfile y aceptan una oferta que los agentes de la Guardia Urbana no saben c¨®mo parar. El Ayuntamiento sostiene que la venta ambulante ha descendido este a?o respecto a 2010 pero admite que que su asignatura pendiente es el control de la venta ambulante y la delincuencia en la playa."?Mojitosss! ?Quiere usted un mojito?". Varios hombres paquistan¨ªes paseaban ayer por la playa de la Barceloneta ofreciendo la popular bebida cubana en unos vasos de pl¨¢stico que trasladan en bandejas o en unas cajitas de cart¨®n. No les falta de nada: llevan el hielo y la hierbabuena y algunos, incluso, un toque propio con una fresa encima. "Para ti, a cuatro euros", dice el chico sin saber que cuatro metros m¨¢s all¨¢ otro compatriota suyo ofrec¨ªa el refresco de ron al mismo precio. "La polic¨ªa nos presiona. Y nos multa con 120 euros o m¨¢s", explica. La sanci¨®n por venta ambulante de comida y bebida asciende como m¨¢ximo a 250 euros.

Con una botella de ron Black Jack en la bandolera, Ali, otro paquistan¨ª de 20 a?os, pasea con la bandeja y se detiene ante Carlota y Lidia, dos universitarias que estaban tomando el sol en la playa. "Lleva tiempo dando vueltas y no ha tenido mucho ¨¦xito", dice unas de ellas tras pagar cuatro euros por la bebida. Remiso, Al¨ª calcula que vende una docena al d¨ªa y no cuenta c¨®mo y d¨®nde preparan los refrescos cubanos. El interrogante se despeja pronto. En la terraza de un bar del paseo, una pizarra informa de que preparan todo tipo de mojitos a siete euros, tres euros m¨¢s caros que el de Ali. "Antes ven¨ªan a tomarlos aqu¨ª pero ahora ya no. La Guardia Urbana no hace nada y est¨¢n todo el d¨ªa ah¨ª. ?Y encima est¨¢n los que roban!", exclama indignada la due?a del bar que ten¨ªa el local atestado de turistas serbios que ve¨ªan por televisi¨®n el partido de baloncesto entre Espa?a y Serbia. "Los preparan ah¨ª detr¨¢s, en el suelo de las calles interiores del barrio que no dan al mar", revela.

Aniaska, una adolescente rumana, que dice tener 18 a?os, se ha incorporado tambi¨¦n al negocio y ha bajado el precio a cuatro euros. Lleva en una bolsa la misma marca de ron que Ali y dice que lo compra todo en tiendas de la Barceloneta. El pintoresco trabajo no deja de tener su estr¨¦s porque tienen que colocar los mojitos a toda prisa para que el hielo no se deshaga por el sol y esquivar la presencia de la Guardia Urbana. Precisamente, la rapidez con la que tienen que actuar en su lucha contra el calor ha facilitado, seg¨²n el Ayuntamiento, contener el fen¨®meno. Empez¨® en Sant Joan por las playas del distrito de Sant Mart¨ª y ya ha desaparecido y ahora aseguran que solo hay casos espor¨¢dicos en la Barceloneta.

Las cifras de la Guardia Urbana revelan que la venta ilegal en las playas ha descendido respecto al anterior: si en 2010 present¨® 2.875 denuncias, ahora ya suman 3.609, una subida del 25%. La reducci¨®n la achacan a la presi¨®n con agentes de uniforme y de paisano y a la ofensiva global en la ciudad contra la venta ambulante. Con todo, Joaquim Forn, teniente de alcalde de Seguridad Ciudadana, admite que la asignatura pendiente es frenar la venta ilegal y la delincuencia junto al mar.

"Ya ten¨ªa asumido lo de las latas, pero que se vendan mojitos es demasiado. Ahora mismo veo a cinco", dec¨ªa dolido hace d¨ªas el responsable de un chiringuito que los ofrece a 7,5 euros. Una pareja de urbanos a pie de playa insiste en que el fen¨®meno va a la baja, pero cuando oye la queja, replica: "?Ah? ?Cinco? F¨¢cil. Y m¨¢s en fin de semana". "?Que c¨®mo lo frenamos? ?Es que hay tantos!", dice un agente mostrando el improvisado zoco sobre la arena tras una acalorada discusi¨®n con dos chicos magreb¨ªes.