Tal¨®n de Aquiles
No vale la pena mencionar, por conocidas, las distintas ventajas con las que cuentan los clubes poderosos. Sin embargo, solo en fechas como esta, en las que algunos entrenadores vuelven a ver a sus futbolistas despu¨¦s de un par de semanas esperando con la tiza en la mano y la pizarra en negro, se focaliza sobre algunas de las desventajas de los equipos que aspiran a ganarlo todo.
Tal es el lugar com¨²n del cansancio que acarrean las lesiones que sufren los futbolistas que regresan de jugar partidos con sus respectivas selecciones que la condici¨®n ya tiene nombre cl¨ªnico: virus FIFA.
La patolog¨ªa, motivo de una guerra a veces silenciosa y a veces p¨²blica entre los clubes, a cargo de los contratos, y las federaciones, que disfrutan de los jugadores, dista de ser una excusa. Es una parte del precio que deben pagar los mejores equipos por tener a los mejores futbolistas. Al cansancio arrastrado por los internacionales se agrega la dificultad en la preparaci¨®n del partido. El ejercicio de imaginaci¨®n de planificar sesiones de entrenamiento t¨¢ctico sin muchos de los jugadores presentes. Pero incluso en estas semanas de ausencias los entrenadores de los grandes deben lidiar con un problema que otros les envidian: la gesti¨®n del exceso.
Varios son los elementos con los que realizan juegos malabares entrenadores como Jos¨¦ Mourinho y Pep Guardiola. Dar minutos y confianza a los futbolistas con menos participaci¨®n y que tampoco fueron convocados con sus selecciones. Reinsertar a los que regresan despu¨¦s de una lesi¨®n. Reintegrar a los fatigados internacionales sin provocar nuevas lesiones. Poner en ritmo a jugadores de prestigio que a¨²n no han tenido buen rendimiento.
Todo esto, con un ojo puesto en el partido del fin de semana y otro en el rival siguiente, que, generalmente, espera agazapado, a escasos tres d¨ªas de distancia y con otro viaje de por medio.
Despu¨¦s de un comienzo vertiginoso, como los habituales, el Madrid se mostr¨® ante el Getafe un punto m¨¢s lento y predecible que en los ¨²ltimos partidos. Quiz¨¢ sin ser intencionado, pero buscando la manera de cuidar las energ¨ªas, los jugadores bajaron el ritmo cuando se encontraron en ventaja. No est¨¢ habituado este Madrid a controlar el juego desde ninguna marcha por debajo de la quinta. No tiene inconveniente, eso s¨ª, con la contundencia. Con ella resuelve con aparente facilidad problemas que para otros equipos ser¨ªan insalvables.
No pasaron inadvertidas las dispersiones del Madrid para su entrenador "Si jugamos as¨ª, perderemos puntos. Tengo hasta el martes para analizar lo que ha pasado". Mourinho, precavido y anal¨ªtico, se otorga unos d¨ªas para revisar minuciosamente el partido, pero nos entrega la respuesta en el mismo mensaje: "Han marcado dos goles, pero podr¨ªan habernos marcado cuatro. Los hemos dejado jugar y ellos nos han estudiado bien".
En el f¨²tbol actual, sumamente equilibrado desde lo f¨ªsico y estudiado desde lo t¨¢ctico, llegar a un partido con un punto de fatiga y otro de distracci¨®n contra un equipo descansado, concienciado y trabajado espec¨ªficamente para enfrentarse a ese rival, puede compensar un encuentro entre fuerzas dispares.
Acostumbrados a ver al Barcelona tramitar con soltura los partidos cuando se coloca en ventaja, no ser¨ªa il¨®gico confundir con un exceso de confianza o de suficiencia lo que simplemente es fatiga. Guardiola intent¨® cuidar el f¨ªsico de Messi, Iniesta y Villa, a quienes reserv¨® para la segunda parte, pero el equipo titular contaba, al igual que el del Madrid, con mayor¨ªa de futbolistas que hab¨ªan viajado con sus selecciones.
No es ¨²nicamente en el desarrollo de los partidos en lo que se acumula la fatiga ni es esta solo una cuesti¨®n f¨ªsica. No hay manera posible de ahorrar a los mejores futbolistas las decenas de compromisos deportivos y extradeportivos, concentraciones y viajes, que deben afrontar para disputar cada a?o y hasta el final de los mismos un m¨ªnimo de tres competiciones locales y las diversas obligaciones con las selecciones nacionales.
Un punto de dif¨ªcil equilibrio que conocen bien aquellos equipos que, sin el poder y la estructura de los grandes, han cosechado importantes logros una temporada y les toca corroborar al a?o siguiente las m¨²ltiples dificultades que lleva consigo dispersar la atenci¨®n en tantos frentes.
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