Cuidado con el libro
El 15 de junio de 1966, L'Osservatore Romano public¨® un comunicado de la Sagrada Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe -sucesora de la Sagrada Congregaci¨®n de la Romana y Universal Inquisici¨®n- en el que se daba por abolido, m¨¢s de cuatro siglos despu¨¦s de su instituci¨®n, el Index Librorum Prohibitorum. En el texto se advert¨ªa de que, aunque el ?ndice ya no ten¨ªa la fuerza de una ley eclesi¨¢stica positiva con sus penas asociadas, todav¨ªa manten¨ªa su autoridad moral en lo referente a los libros que pod¨ªan da?ar la fe y las costumbres.
He recordado el ?ndice a prop¨®sito de la cada vez m¨¢s nutrida lista de libros "cuestionados" (challenged) en las bibliotecas escolares estadounidenses por personas o grupos que consideran que su lectura puede da?ar la fe y envenenar el alma de los j¨®venes. La lista norteamericana sale a relucir cada a?o por estas fechas, porque es cuando se hacen p¨²blicas las obras de lectura obligada en los curr¨ªculos escolares. Y, por tanto, cuando los espont¨¢neos censores elevan a las autoridades sus escritos "cuestion¨¢ndolas", un tr¨¢mite que puede conducir a su prohibici¨®n o retirada.
Entre las obras cuestionadas por espont¨¢neos censores de EE UU est¨¢n 'Matar a un ruise?or', 'Un mundo feliz' o 'Crep¨²sculo'
Afortunadamente, la censura solo se hace efectiva en pocas ocasiones, generalmente en un ¨¢mbito local (un condado) o en un colegio o instituto determinado. Entre otras cosas, porque la democracia norteamericana ha generado instituciones y organismos que, a su vez, cuestionan los motivos de los censores y defienden con fuerza los principios y valores protegidos por la Primera Enmienda. Una de esas instituciones (patrocinada por la influyente Asociaci¨®n Americana de Bibliotecarios) es la Banned Books Week, un encuentro anual -el pr¨®ximo se celebrar¨¢ a finales de septiembre- en el que participan libreros, bibliotecarios, profesores, asociaciones de padres y otros colectivos, y en el que, adem¨¢s de celebrar y promover la libertad de lectura, se defiende el derecho de los centros de ense?anza y de los maestros a proponer a sus alumnos los libros que les parezcan convenientes para su formaci¨®n. El lema de los adversarios de la censura podr¨ªa perfectamente ser la c¨¦lebre frase que hace siglo y medio John Stuart Mill escribi¨® en Sobre la libertad: "Si toda la humanidad menos una persona fuera de una opini¨®n, y solo esa persona fuera de la opini¨®n contraria, la humanidad no tendr¨ªa m¨¢s justificaci¨®n para acallar a esa persona que la que esta tendr¨ªa para callar a la humanidad". La censura, opinaba el fil¨®sofo y economista brit¨¢nico, constituye una especie de robo que se le hace a la raza humana.
La lista de los libros "cuestionados" -y en algunos sitios retirados- no hace excepci¨®n de g¨¦neros o de ¨¦pocas. En ella figuran cl¨¢sicos antiguos o modernos como Las aventuras de Huckleberry Finn (Mark Twain), Matar a un ruise?or (Harper Lee), o Un mundo feliz (Aldous Huxley), adem¨¢s de best sellers juveniles como Crep¨²sculo (Stephenie Meyer) o ¨¢lbumes infantiles como Tres con tango (Justin Richardson y Peter Parnell). Los pretextos aducidos por los censores van desde "uso de lenguaje inapropiado" hasta "violencia", pasando por "anticapitalismo", "sexo expl¨ªcito", "homosexualidad" e "irreligiosidad". Pero lo que m¨¢s les irrita es, sin duda, el que los profesores y bibliotecarios puedan ejercer la libertad que, como educadores, precisan. Este curso -en el que Estados Unidos sigue en guerra- una de las obras "cuestionadas" ha sido la estupenda s¨¢tira antibelicista Matadero cinco (Kurt Vonnegut).
Resulta ir¨®nico hasta lo grotesco que en un pa¨ªs como Estados Unidos, en el que adolescentes y "j¨®venes adultos" disponen de acceso ilimitado a toda una panoplia de medios de comunicaci¨®n y redes sociales, todav¨ªa haya censores dispuestos a limitar el acceso a esa forma privilegiada de conocimiento que proporciona el libro. Gentes que gustosamente plantar¨ªan ante la puerta de los centros educativos y de las bibliotecas un cartel que, como el cl¨¢sico de ?Cuidado con el perro!, advirtiera de los peligros de leer.
Babelia
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