Las mujeres y los ni?os primero
Es posible que el mundo no se funda en su propia cocci¨®n un d¨ªa de estos, como profetizan los agoreros que claman en histri¨®nica competencia con tertulianos y economistas de orden, por hacerse un hueco en el podio de la estupidez. Pero mucho, mucho, tampoco va a tardar. La propia autoridad competente, por usar una forma ret¨®rica, no para de dar se?ales de que el casino ya no da para m¨¢s, pero de aqu¨ª nadie se mueve mientras quede plato por rebanar. Entre que los se?oritos, clasistas e inhabituados a menesteres tributarios, no est¨¢n dispuestos a rebajar diferencias por la v¨ªa fiscal, la m¨¢s democr¨¢tica de las categor¨ªas, y que los actuales mayordomos tampoco quieren incomodar m¨¢s all¨¢ del imperativo electoral a las buenas casas, no sea que les degraden al cuidado de las caballerizas, en cualquier instante pasar¨¢ como en el cuento, cuando Cenicienta se ve montada sobre una calabaza tirada por ratones, en vez de un coche oficial, digo una carroza con alazanes. Aun as¨ª resulta asombroso el fen¨®meno paranormal, o milagroso para los creyentes, de que el pueblo contribuyente, hipotecado y embargado -el orden de los factores no altera el producto- no se haya levantado a gorrazo limpio contra las bandas de saqueadores y usureros. Se retrasa el pedido de guillotinas y la lista a descabezar es larga. De momento hay que quitarse el sombrero ante la convicci¨®n y descaro con que nos presentan el balance de da?os y la amenaza de nuevas penalidades para los damnificados habituales. De la reciente homil¨ªa dominical, en este mismo peri¨®dico, del consejero de Hacienda, Jos¨¦ Manuel Vela, se dir¨ªa que tras 10 a?os con cargo, ni ¨¦l y ni sus jerarcas han tenido que ver con el estropicio acumulado a base de lustros de maldades, eventos, derroches y cuchipandas. Como en la pel¨ªcula de Hitchcock, ?Qui¨¦n mat¨® a Harry?
Se va todo al garete y, ?d¨®nde suena la alarma: en el complejo nuclear de Zarra, perd¨®n, de Marcoule? Pues no, donde Rita Barber¨¢. La alcaldesa de Valencia, 20 a?os de no se sabe qu¨¦ pero con un d¨¦ficit que provocar¨ªa la envidia de Lehman Brothers, se declara insumisa en el pago de obligaciones. En un Ayuntamiento, adem¨¢s, donde la izquierda fet¨¦n va en bici, autob¨²s y paga el telefonillo de su bolsillo, y otros colocan sillas infantiles en su ir y venir con el coche oficial, ?qu¨¦ pasa? La cara m¨¢s dom¨¦stica de los mercados tambi¨¦n empuja hacia el fondo abisal. De manera que tras intuir la magnitud de la tragedia, Rita Barber¨¢ se postula como congresista. La alcaldesa desea abandonar el Titanic con la tripulaci¨®n y el pasaje a la deriva. O sea, manteniendo el rumbo. Y si de verdad la quieren, que la pongan de presidenta del Congreso de los Diputados. ?D¨®nde hay que firmar? Si el Senado ya no se aguanta, Rita garantiza cualquier hundimiento hasta la Atl¨¢ntida. Que lo de la carrera de San Jer¨®nimo tampoco es la octava maravilla del mundo.
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