'La piel que habito' en clave pol¨ªtica
La pel¨ªcula se sit¨²a en 2012, a?o que poco de bueno augura. Un futuro inmediat¨ªsimo para un relato que, en cuatro meses, se ver¨¢ ya en presente. Estamos en Toledo, cuna de la Espa?a pluricultural de la escuela de traductores del siglo XIII y, siete siglos despu¨¦s, del pacto de 1995 para "el an¨¢lisis de los problemas estructurales de la seguridad social y de las principales reformas que deber¨¢n acometerse", el pacto de las pensiones, desmontaje de aquel hito social de los ochenta, del socialismo posfranquista.
La c¨¢mara ve la ciudad desde el Cigarral, uno de tantos de los que contiene Toledo. Los cigarrales son desde el siglo XV, en que termin¨® la guerra contra los ¨¢rabes, fincas se?oriales de recreo y veraneo junto al Tajo con espl¨¦ndidas vistas sobre la ciudad y amplios terrenos de campo. Puede que se llamen as¨ª por las cigarras del est¨ªo o por conjunci¨®n de dos palabras ¨¢rabes. Hay unos cuantos en Toledo. Uno de los m¨¢s famosos es el Cigarral de los Dolores, que Gregorio Mara?¨®n compr¨® en 1921. Cuentan las hemerotecas que la constelaci¨®n de personalidades all¨ª reunidas hasta 1936 fue de envergadura e inalcanzable, de tantas por documentar que quedan.
El empe?o del doctor en el cambio de piel se traduce as¨ª en comentario pol¨ªtico del socialismo espa?ol moderno
Garc¨ªa Lorca ley¨® Bodas de sangre y fueron muchas las gentes de cultura all¨ª invitadas. En el terreno pol¨ªtico, reuni¨® al ministro del Interior Matos, del Gobierno mon¨¢rquico de Berenguer, con el republicano Osorio y Gallardo, intentando sin ¨¦xito alcanzar un acuerdo antes del 14 de abril de 1931 que proclamar¨ªa la II Rep¨²blica Espa?ola. En 1933, al presidente Aza?a con su hom¨®logo franc¨¦s Edouard Herriot, quien no logr¨® el apoyo espa?ol contra un Hitler que ya se ve¨ªa venir. No es esta la mansi¨®n de La piel que habito, filmada en el Cigarral de las Mercedes, que acogi¨® este septiembre una fiesta de estreno del filme. Aunque podr¨ªa haberlo sido, puesto que el pasado y sus consecuencias rezuman por los poros de esta pel¨ªcula, una de las m¨¢s desazonadas y oscuras del Almod¨®var cronista pol¨ªtico.
La piel que habito remite desde su t¨ªtulo a la imagen sempiterna de Espa?a, la piel de toro. Claro que remite a tanto, como todo arte que se precie. "Lo m¨¢s profundo es la piel", dej¨® escrito el poeta Val¨¦ry y a buen seguro que Almod¨®var lo conoce. Y esa piel que es lo m¨¢s profundo se perfila a medida que avanza el filme como la Espa?a del presente. Pongamos que desde 1983. Suele ser com¨²n en su propio pa¨ªs ver a Almod¨®var (lo mismo que a Bu?uel) como una seta, un artista surgido de la tierra sin m¨¢s y, como colof¨®n, con un mundo tan propio que no habla de nada que no sea lo suyo, un poder¨ªo visual e imaginativo que al parecer es en exclusiva gay, pop y cin¨¦filo. La cr¨ªtica, con la excepci¨®n tal vez de la francesa, lo lee en clave cinematogr¨¢fica y punto, sin prestar atenci¨®n a los comentarios pol¨ªticos de su obra, que son esperp¨¦nticos, burlescos, par¨®dicos o desesperados seg¨²n pasa el tiempo.
La clave aqu¨ª la da el actor Banderas, incluso con su nombre, piensa una tras ver la peli. Un m¨¦dico que ha experimentado hasta lograr un m¨¦todo de cambio de piel inalterable, obtenida por terapia celular de cerdo. Llama a la piel as¨ª obtenida Gal, por la Galatea de Pigmali¨®n. Pero Gal es tambi¨¦n el acr¨®nimo de los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n, agrupaciones armadas parapoliciales que actuaron entre 1983 y 1987 provocando el grave deterioro democr¨¢tico del primer Gobierno socialista del posfranquismo. Las im¨¢genes del secuestrado en la mazmorra del filme son quiz¨¢ su primera representaci¨®n en cine. El empe?o del hier¨¢tico doctor en el cambio inmutable de piel se va traduciendo as¨ª en comentario pol¨ªtico del socialismo espa?ol moderno y en particular del reciente, que Almod¨®var apoy¨® de forma p¨²blica en la "campa?a de la ceja" de Zapatero, ?recuerdan? Podr¨ªa extenderme bastante m¨¢s, pero me detengo en dos momentos de la muy dirigida actuaci¨®n de Banderas.
El actor, que en dos horas no mueve de su rostro ni una ceja, solo gesticula en una escena en que ri?e a su criatura. Tomado de perfil, a contraluz, sus movimientos de brazos son los de Zapatero, igual, f¨ªjense. En otro momento lo vemos imp¨¢vido en su jard¨ªn recibiendo malas noticias mientras poda su bons¨¢i, cual Felipe Gonz¨¢lez. Un secuestrador y torturador disfrazado de m¨¦dico vanguardista protagoniza la peli. No lo digo en sentido figurado, en absoluto, pues de eso va sobre todo La piel que habito.
Merc¨¨ Ibarz es escritora.
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