?ltimas tardes en Piombino
Narrativa. La primera novela de la joven poeta y narradora italiana Silvia Avallone (Biella, 1984) llega acompa?ada por los elogios de la cr¨ªtica, una larga lista de premios y el ¨¦xito de ventas. De acero narra la historia de dos adolescentes, Anna y Francesca, en el verano del a?o 2001, tras el ¨²ltimo curso de la ense?anza primaria. Durante el siguiente ya no compartir¨¢n aulas porque Anna, que tiene ambiciones profesionales, estudiar¨¢ el bachillerato mientras Francesca comienza sin demasiadas ganas la formaci¨®n profesional.
La separaci¨®n se cierne sobre estas dos amigas y vecinas de Via Stalingrado, el barrio obrero de la ciudad industrial de Piombino donde ambas crecen en familias disfuncionales, donde viven inmersas en la brutalidad del lumpemproletariado, y donde gozan de la deslumbrante belleza de la primera floraci¨®n. Es el verano de sus vidas y estas dos Lolitas se exhiben, atraen y se gustan, juegan y est¨¢n ansiosas por conocer esa cosa que llaman amor, y que para una de ellas es un amor prohibido.
Con esta historia como tel¨®n de fondo podr¨ªa parecer que Avallone ha escrito una cl¨¢sica novela de formaci¨®n donde se narra el paso a la madurez de las protagonistas. Algo de esto hay, desde luego, pero entreverado con varios rasgos que la apartan del bildungsroman y la acercan a la novela social del siglo XX. Aqu¨ª el relato, por ejemplo, se prolonga hasta el verano del a?o siguiente (2002), cuando el desencanto ya se ha instalado en las vidas de las dos muchachas. Esta extensi¨®n m¨¢s all¨¢ de lo habitual, adem¨¢s, tendr¨¢ como consecuencia un desenlace anticlim¨¢tico, pero necesario.
De modo parecido, en lugar de la habitual narraci¨®n en primera persona, De acero recupera al narrador omnisciente caracter¨ªstico de la novela realista. Esto nos devuelve a una grata distancia de los personajes, muy de agradecer despu¨¦s de los largos a?os de intimidades en forma de autoficciones, memorias y confesiones que llevamos a cuestas. En parte por ello la tercera persona que relata esta historia resulta extraordinariamente refrescante y atractiva. Y no s¨®lo por el empleo de una dicci¨®n rica, inteligente y con esa dosis precisa de lenguaje figurado que caracteriza la prosa de calidad, sino tambi¨¦n por la creaci¨®n de grandes escenas y la fuerza de las descripciones.
Entre las escenas resulta memorable la de la verbena popular en la noche de Ferragosto (el d¨ªa 15 de agosto), en donde la autora re¨²ne en un mismo espacio a todos los personajes j¨®venes de la novela. All¨ª se encuentran Anna y Francesca con toda la excitaci¨®n de su primera salida nocturna. All¨ª est¨¢n tambi¨¦n el hermano de Anna, el pijoapartesco Alessio, con sus amigos Mattio y Cristiano, y Lisa, la fe¨²cha de Via Stalingrado que gracias a un gui?o del narrador podr¨ªa identificarse con la autora de la novela. El friso incluye a otros personajes, cada cual con sus expectativas como en una antigua procesi¨®n ritual.
Entre las descripciones, ah¨ª est¨¢ la del mundo infernal de los altos hornos donde trabajan Alessio y sus amigos. La evocaci¨®n de esa gran fragua que ocupa decenas de hect¨¢reas como un lugar m¨ªtico donde el hombre se afana en el dominio del fuego y los metales a una escala inhumana resulta estremecedora. Para soportar la alienaci¨®n del trabajo en la acer¨ªa Alessio se dar¨¢ a las drogas, el padre de Francesca a la violencia familiar y Cristiano al sexo. Con todo ello la novela cumple esa funci¨®n literaria que consiste en mostrarnos la vida en un determinado lugar y tiempo.
Lo que tiene de revolucionaria la novela, en este sentido, es la representaci¨®n de una clase hoy infrarrepresentada en la literatura, que participa ilusamente de un sistema de Gobierno que llama democracia al instrumento legal de que se vale el capitalismo tard¨ªo para perpetuarse. Alessio vota, y vota a Berlusconi porque no se considera "un pringado". Pero tampoco son pringados los turistas ricos y sofisticados que pasan sus vacaciones en la isla de Elba, frente a Piombino, ese s¨ªmbolo perfecto de la opulencia y el placer que est¨¢ siempre a la vista pero nunca al alcance de Anna, Francesca ni de los dem¨¢s personajes de Via Stalingrado. Al final, la dicotom¨ªa pringado / no pringado presupone que alguien tendr¨¢ que pringar, y Alessio tiene m¨¢s papeletas que el turista rico.
De acero encierra otras virtudes: un engarce perfecto de personajes e intrigas (la subtrama de las madres de las protagonistas, por ejemplo), una facilidad pasmosa para el retrato psicol¨®gico (Mattia enga?¨¢ndose a s¨ª mismo para hacer lo que no debe, en la p¨¢gina 172), y tambi¨¦n para el del natural. Esta historia de amistad y amor entre dos muchachas, de miedo a lo prohibido y desenga?o, de p¨¦rdida para Anna y para Francesca de degradaci¨®n, permanecer¨¢ con nosotros. Ley¨¦ndola m¨¢s de un lector se acordar¨¢ de ?ltimas tardes con Teresa. No s¨¦ si cabe mayor elogio.
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