Cada vez m¨¢s, y m¨¢s deprisa
Muchos de los errores que se?alan los lectores se deben a carencias en el sistema de supervisi¨®n. El diario ha de afrontar nuevos retos informativos con menos recursos
Los "errores y horrores de agosto" han pinchado un nervio. Mi art¨ªculo del pasado domingo ha provocado un intenso debate en la redacci¨®n, cosa que celebro porque tal vez de ello pueda derivarse alg¨²n beneficio para los lectores. En los ¨²ltimos d¨ªas he recibido cartas y llamadas de lectores y redactores de EL PA?S preocupados por el deterioro de la calidad de algunos textos. Muchos me piden que profundice en las causas. Tambi¨¦n he recibido una carta del comit¨¦ de empresa, que discrepa de los factores que, a la espera de un mayor desarrollo, apuntaba al final del art¨ªculo: un problema de exigencia individual, de supervisi¨®n y de formaci¨®n. El comit¨¦ considera que "achacar los errores a la falta de exigencia individual y de formaci¨®n supone un ataque al honor profesional de la redacci¨®n". Cree, en cambio, que el aumento del n¨²mero de errores se debe a que "las decisiones empresariales que se han tomado en los ¨²ltimos a?os han desembocado en una falta de medios para garantizar la calidad del producto (por ejemplo, los correctores pr¨¢cticamente han desaparecido)" y a que los redactores soportan "cada vez mayor carga de trabajo".
El soporte digital plantea el desaf¨ªo de combinar inmediatez y calidad
Nunca he considerado desde?ables los condicionantes estructurales. Al contrario. A veces son incluso decisivos. Pero creo que tambi¨¦n hay un ¨¢mbito de responsabilidad individual que no debe ignorarse y al que, de hecho, los lectores apelan en primer lugar. En la p¨¢gina de la Defensora en Elpais.com pueden encontrar la opini¨®n de muchos de los lectores que me han escrito sobre este tema, algunos para se?alar nuevos errores.
Miguel ?ngel de la Rubia, por ejemplo, deploraba el mismo domingo que en el art¨ªculo La d¨¦cada que alumbr¨® el ocaso se hablara de "descubrimientos astrol¨®gicos": "La verdad es que dicho art¨ªculo parece un buen trabajo, pero es una l¨¢stima encontrar una errata as¨ª en un reportaje tan destacado (p¨¢ginas 3, 4 y 5) sobre un asunto de tanta actualidad como el d¨¦cimo aniversario de los atentados del 11-S. ?De verdad el autor no conoce la diferencia entre lo que hace Rappel y lo que hacen los astr¨®nomos en sus observatorios? ?De verdad nadie ha rele¨ªdo el art¨ªculo antes de publicarlo?".
Otro lector, Vicente Herrero Gonz¨¢lez, periodista jubilado de Salamanca, apela a la responsabilidad individual: "Me dirijo a usted para expresarle mi tranquilidad por su claro compromiso en defensa del lector. Su art¨ªculo ha venido a confirmar, y al mismo tiempo denunciar, una realidad que desde hace tiempo vengo comprobando y que me hace da?o. (...) Errores y faltas de ortograf¨ªa, deterioro en el uso del lenguaje, pies y titulares que se cambian y confunden, falta de rigor, de calidad y de amor por el trabajo y por hacer las cosas bien". Y termina invit¨¢ndome a "definir" las causas de este deterioro.
No resulta f¨¢cil, porque intervienen diversos y complejos factores. Pero empecemos por lo b¨¢sico, el dominio del lenguaje. Los errores que aparecen en los textos los cometen periodistas. ?Escribir con faltas de ortograf¨ªa y errores de sintaxis no es un problema de formaci¨®n, en un periodista? ?No deber¨ªa ser esa la primera competencia que acreditar? Los lectores lo tienen muy claro. He observado que algunos errores se repiten con m¨¢s frecuencia que otros, lo cual indica que algunas carencias pueden estar localizadas. Sugiero que se haga durante un tiempo un seguimiento de las faltas de ortograf¨ªa para identificar qui¨¦nes las cometen y darles as¨ª la oportunidad de mejorar su formaci¨®n en ese aspecto.
Muchas de las quejas que recibo son por textos con frases incomprensibles, problemas de concordancia o datos contradictorios. El examen de esas piezas indica que el error procede del mal ensamblaje de materiales de diversa procedencia o de modificaciones introducidas en el texto sin advertir que la nueva redacci¨®n incurr¨ªa en contradicciones o errores. Eso significa que el redactor no ha repasado lo que ha escrito antes de publicarlo. Creo que es responsabilidad del periodista revisar el art¨ªculo hasta estar seguro de que es correcto. La prisa o la falta de medios pueden explicar algunos errores, pero no todos, seg¨²n he podido comprobar, pues muchas de las noticias que han provocado quejas no presentaban ninguna urgencia. Hay adem¨¢s un dato que considero muy significativo: una elevada proporci¨®n de los textos mal redactados no llevan firma. ?Hay diferente nivel de exigencia personal seg¨²n se firme o no la pieza? Creo que es una buena pregunta para la reflexi¨®n.
Una vez redactado, el recorrido de un texto deber¨ªa incluir alg¨²n tipo de supervisi¨®n formal. Porque el redactor m¨¢s exigente y mejor formado puede cometer errores. Y porque no todas las informaciones est¨¢n redactadas por periodistas especializados. De hecho una parte de las quejas se refieren a errores que implican desconocimiento de la materia de la que se informa. Hay pues, claramente, un problema de supervisi¨®n y aqu¨ª s¨ª creo que intervienen factores estructurales.
Algunos redactores interpretaron que las tres causas que apunt¨¦ en mi art¨ªculo se refer¨ªan exclusivamente a la edici¨®n digital. No. Se refer¨ªan a todo el diario. Pero es cierto que la edici¨®n digital es m¨¢s vulnerable frente a los errores. No es una apreciaci¨®n subjetiva. Me baso en que recibo muchas m¨¢s quejas por errores en la edici¨®n digital que en la impresa. Ello tiene que ver sin duda con la gran cantidad de material que se produce, pero tambi¨¦n con la forma en que se trabaja, con la prisa y la falta de control. Tanto el director adjunto Vicente Jim¨¦nez como Guillermo Altares, redactor jefe de la edici¨®n digital, admiten un problema de supervisi¨®n. Altares me ha confirmado que en algunos textos el control de edici¨®n se hace a posteriori. Es decir, los art¨ªculos se publican tal como los deja el redactor. Siendo as¨ª, parece claro que es necesario habilitar un mecanismo eficaz de supervisi¨®n.
Algunas de las carencias tienen que ver tambi¨¦n con la coyuntura de crisis que vive la prensa escrita. En el caso de los diarios, los planes de ajuste est¨¢n llevando a prescindir preferentemente de los periodistas con mayores salarios, que suelen ser tambi¨¦n los m¨¢s experimentados. El resultado es una p¨¦rdida global de masa cr¨ªtica en experiencia y conocimiento, y tambi¨¦n de memoria colectiva en las redacciones.
Estos recortes se producen justo cuando los peri¨®dicos han de afrontar el desaf¨ªo digital, que exige producir informaci¨®n en mayor cantidad y con mayor rapidez que nunca. La redacci¨®n de EL PA?S ha sufrido tambi¨¦n una importante merma de sus efectivos, justo en el momento en que afronta un aumento sin precedentes de la cantidad de informaci¨®n que producir.
En estos momentos la redacci¨®n est¨¢ en pleno vuelco organizativo. Hasta ahora, toda la estructura estaba centrada en la elaboraci¨®n de la edici¨®n impresa, mientras un equipo se ocupaba espec¨ªficamente de la edici¨®n digital. En adelante, toda la actividad pivotar¨¢ sobre la web. Esta reorganizaci¨®n permitir¨¢ que la edici¨®n digital se beneficie m¨¢s del mayor nivel de especializaci¨®n de los periodistas de las diferentes ¨¢reas. Pero seguir¨¢ habiendo prisas y, por tanto, tensi¨®n entre rapidez y calidad.
?Importa mucho ser los primeros en dar una noticia? "Sin duda, importa mucho", responde el director adjunto Vicente Jim¨¦nez. "El lector que nos sigue en Internet quiere recibir la informaci¨®n de un acontecimiento en cuanto se produce. Pero tambi¨¦n quiere que sea segura y est¨¦ bien redactada", a?ade. "Tenemos un gran desaf¨ªo por delante, porque hemos de aumentar la cantidad de informaci¨®n y, al mismo tiempo, la calidad. Y todo ello en un momento de dificultades econ¨®micas y escasez de recursos".
La aceleraci¨®n en los tiempos de decisi¨®n que comporta el soporte digital plantea, pues, un nuevo desaf¨ªo: c¨®mo combinar inmediatez y calidad, rapidez y especializaci¨®n. Ofrecer informaci¨®n completa y extensa en el momento en que se produce y con la calidad que esperan nuestros lectores exige periodistas que re¨²nan una alta capacidad resolutiva y un alto grado de especializaci¨®n. Y tambi¨¦n mecanismos eficaces de supervisi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.