Viajes con Walter Bonatti
O¨ª hablar por primera vez en mi vida de Walter Bonatti cinco d¨ªas antes de que dieran de s¨²bito la noticia de su muerte. Fue un hombre muy conocido, un gran mito del alpinismo, pero a m¨ª jam¨¢s me interes¨® la escalada de monta?as, quiz¨¢s por eso jam¨¢s hab¨ªa reparado en Bonatti. Hace dos semanas, mientras zapeaba distra¨ªdamente en el televisor, di con el comienzo de un extenso documental italiano que hablaba de la triunfal expedici¨®n alpina de 1954 a la cima del K2, la cumbre paquistan¨ª que coronaron Lino Lacedelli y Achille Compagnoni. Aunque el tema del monta?ismo me era indiferente, me concentr¨¦ en aquel documental, quiz¨¢s porque ¨¦ste comenzaba narrando con detalle los preparativos de una gran expedici¨®n, el largo viaje en barco desde Italia a Pakist¨¢n, la contrataci¨®n ya en tierras orientales de una multitud de porteadores de v¨ªveres... Aquel vigoroso arranque de la aventura y tambi¨¦n el tecnicolor tan irreal de los a?os 50 me atraparon frente al televisor. Tambi¨¦n es verdad que, por lo general, los preparativos de viajes siempre me han interesado, pues suelen abrir ciertas expectativas y la sensaci¨®n, adem¨¢s, de que, de un momento a otro, puede suceder algo.
Estuve viendo el largo documental convencido de que en ¨¦l hablaban, cuarenta a?os despu¨¦s, todos los italianos supervivientes de la expedici¨®n, hasta que de pronto, hacia el final del mismo, descubr¨ª que uno de ellos, Walter Bonatti, se hab¨ªa negado a hablar en la pel¨ªcula, hab¨ªa dicho que prefer¨ªa no hacerlo. Poco a poco, como si hubiera entrado en una pel¨ªcula de intriga, fui conociendo las causas de aquel silencio radical. Suced¨ªa que en los momentos ya casi finales de la m¨ªtica escalada al K2 Walter Bonatti hab¨ªa subido varias botellas de ox¨ªgeno (junto a un sherpa paquistan¨ª llamado Mahdi) para sus dos compa?eros de escalada, Achille Compagnoni y Lino Lacedelli, con el fin de que al d¨ªa siguiente estos dos pudieran lanzar el ¨²ltimo ataque a la cumbre. Pero, al caer la noche, Bonatti y el sherpa fueron traicionados y abandonados a su suerte por Compagnoni y Lacedelli. El sherpa enloqueci¨® y huy¨® monta?a abajo mientras que Bonatti se qued¨® all¨ª toda la noche, en la llamada "zona de la muerte", a ocho mil metros de altura, y logr¨® incre¨ªblemente sobrevivir, aunque le dej¨® ya para siempre una desconfianza absoluta hacia los seres humanos, tanta que a partir de entonces decidi¨® no escalar nada en grupo y, adem¨¢s, luchar para que se conociera alg¨²n d¨ªa la verdad de lo sucedido all¨ª a cuatro pasos de la cumbre.
Cuando termin¨® el documental, acud¨ª a Google para saber m¨¢s sobre aquel Walter Bonatti que hab¨ªa preferido no hablar y que en todo caso hab¨ªa sido la primera persona de toda la historia que hab¨ªa sobrevivido a 8.100 metros de altura, en una repisa en mitad de la pendiente ¨²ltima del K2, con una temperatura de 25 grados bajo cero, acentuados por un viento de 70 kil¨®metros por hora. Descubr¨ª con sorpresa que estaba casado con Rosana Podest¨¢, actriz italiana que cuando yo ten¨ªa 11 a?os rod¨® la pel¨ªcula Un vaso de whisky en Barcelona y entr¨® un momento una noche, casi por azar, en la casa de mis padres. Descubr¨ª tambi¨¦n que Bonatti, hombre de una gran pureza y honestidad, hab¨ªa escrito a prop¨®sito de la grave traici¨®n (a sus compa?eros no les preocup¨® que pudiera morir) en la cumbre del K2: "Eso marca a fuego el alma de un hombre joven, y desequilibra su esp¨ªritu lo suficiente para hacerlo enfermar".
Cinco d¨ªas despu¨¦s de haber visto aquel documental, o¨ª la noticia de que Bonatti hab¨ªa muerto, lo que me dej¨® un tanto sorprendido, pues hab¨ªa estado leyendo ya tanto sobre la escalada al K2 que cre¨ªa ya casi conocerle personalmente. Volv¨ª a Google, esta vez para saber c¨®mo hab¨ªa sido su vida despu¨¦s de aquella aventura paquistan¨ª. Y supe as¨ª que, tras la desdichada peripecia en la cumbre del K2, nunca volvi¨® a confiar en nadie. Se dedic¨® a la escalada de dificultad, siempre invernal y en solitario, abriendo incre¨ªbles v¨ªas en los Alpes y en muchos otros lugares del mundo.
En 1965, en plena forma y con s¨®lo 35 a?os, Bonatti, el hombre que hab¨ªa preferido no hablar en aquel documental, se retir¨® del alpinismo. Esa decisi¨®n la compararon algunos con la que tomara el poeta Rimbaud, que tambi¨¦n dej¨® su actividad preferida en un momento de plenitud. Aunque algo sorprendente, la aparici¨®n de la literatura en la biograf¨ªa de Bonatti acab¨® resultando un hecho nada circunstancial, pues en aquel mismo a?o de 1965 fue contratado por el editor Mondadori para la revista ?poca, lo que le llev¨® a emprender durante a?os varias vueltas al mundo y escribir numerosos reportajes y libros. Busc¨® las fuentes del r¨ªo Amazonas en Brasil, estudi¨® a los tigres de Sumatra en Indonesia, y aport¨® interesantes pruebas que confirmaron que Herman Melville, el autor de Moby Dick y de Bartleby el escribiente, hab¨ªa estado realmente preso por los can¨ªbales en las islas Marquesas, tal como ¨¦ste hab¨ªa afirmado en Taipi, un Ed¨¦n can¨ªbal, su novela autobiogr¨¢fica de 1846.
Cuando supe esto ¨²ltimo, entend¨ª que haber visto aquel documental sobre el K2 me hab¨ªa llevado a tener que considerar ineludible desempolvar de la biblioteca mi viejo ejemplar de Taipi. Sin haberme movido de casa, parec¨ªa ya casi Indiana Jones avanzando hacia puertas que se abr¨ªan a nuevas inc¨®gnitas. En Taipi di con un oscuro pasaje descriptivo de ese libro en el que un ind¨ªgena remov¨ªa con un gigantesco palo un carnoso material inconfesable y me pareci¨® que me adentraba en la escenograf¨ªa cl¨¢sica can¨ªbal de la gran cacerola hirviendo y el gran palo que remueve el manjar humano.
Quiz¨¢s de Taipi proced¨ªa la imagen de la olla y la gran cuchara de madera que luego sirvi¨® de soporte para tantos dibujos de los tebeos de mi infancia. Pens¨¦ en esto y luego me dije que aquella expedici¨®n que hab¨ªa puesto en marcha el silencio de Bonatti en el documental me hab¨ªa llevado muy lejos, aunque quiz¨¢s fuera lo contrario y s¨®lo se hab¨ªa cerrado un gran c¨ªrculo. S¨ª, un c¨ªrculo infernal. ?O acaso las reticencias de Bonatti hacia el g¨¦nero humano, su p¨¦rdida de confianza en los otros, no conectaban con el canibalismo y tambi¨¦n con aquellos dibujos que fui viendo a lo largo de la infancia y que tanto me instruyeron sobre las tan variadas formas de la desconfianza?
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