La crisis social
Desde el principio de las actuales dificultades econ¨®micas, hace ya m¨¢s de cuatro a?os, las autoridades de todo el mundo intentaron impedir de manera expl¨ªcita o impl¨ªcita dos aspectos que tem¨ªan m¨¢s que un nublado: que la recesi¨®n se convirtiera en depresi¨®n, y que la crisis econ¨®mica deviniese en una crisis social y pol¨ªtica. Que no se repitiese el ambiente de pesimismo ambiental del periodo comprendido entre los a?os 1919 y 1939, de tan infausta memoria, en el que se escal¨® desde el estancamiento econ¨®mico hasta la irritaci¨®n social y el conflicto pol¨ªtico, y que termin¨® todos sabemos c¨®mo.
Las informaciones y las im¨¢genes que nos llegan de Grecia cada vez con m¨¢s frecuencia permiten deducir que ese pa¨ªs ya ha pasado de la fase de la crisis econ¨®mica a algo m¨¢s profundo: manifestaciones de descontento masivas y con signos de violencia, huelgas generalizadas en algunos sectores de los servicios p¨²blicos esenciales, extraordinaria crispaci¨®n ciudadana ante la falta de futuro (las medidas de ajuste no solo son profundas, sino muy largas), aumento del paro (16% de la poblaci¨®n activa) y desapego de la clase pol¨ªtica sin apenas distinciones, al argentino grito de "?Qu¨¦ se vayan todos!".
Grecia ha superado la fase de crisis econ¨®mica para entrar en otra de irritaci¨®n social y desapego pol¨ªtico
Que, adem¨¢s de los enga?os contables que cometi¨® el anterior Gobierno conservador -con el asesoramiento de Goldman Sachs- para ocultar los verdaderos niveles de d¨¦ficit p¨²blico y deuda soberana, Grecia necesitaba una cura de austeridad y una lucha contra el fraude de lo p¨²blico, nadie lo niega. Que la soluci¨®n sea la pol¨ªtica compulsiva de rigor mortis que la han impuesto la Comisi¨®n Europea, el BCE y el FMI, que impide el crecimiento econ¨®mico, va contra el sentido com¨²n. So pena de que los componentes de esta troika no hayan evaluado la posibilidad de un estallido social de consecuencias inimaginables entre las clases media y baja, los pensionistas y los funcionarios, principales paganos de las medidas adoptadas en sucesivos planes de ajuste, que no parecen tener fin. Cada vez que se re¨²ne el Consejo de Ministros griego es para comunicar una desgracia.
Ya se ha proporcionado alguna vez este dato: el esfuerzo que tiene que hacer Grecia para honrar el servicio de su deuda es superior, en porcentaje del PIB, al que se exigi¨® por indemnizaciones de guerra a Alemania, tras la Primera Guerra Mundial, en el Tratado de Versalles. Keynes, que se opuso a las mismas ante el temor de que los ciudadanos viesen a Alemania como una v¨ªctima y no como un agresor, y ello le diera fuerzas para otro conflicto b¨¦lico, escribi¨® estas luminosas palabras: "La pol¨ªtica de reducir a Alemania a la servidumbre durante una generaci¨®n, de envilecer la vida de millones de seres humanos y de privar a toda una naci¨®n de felicidad ser¨ªa odiosa y detestable aunque fuera posible, aunque nos enriqueciera a nosotros, aunque no sembrara la decadencia de toda la vida civilizada en Europa". Claro que Grecia no es Alemania. -
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