Al comp¨¢s de la alcaldesa
Rita Barber¨¢, finalizado su particular periodo de reflexi¨®n, anunci¨® ayer a la ciudad que piensa seguir en la alcald¨ªa de Valencia porque su compromiso "primero es con los valencianos y con mi tierra". El proceso seguido por la alcaldesa para llegar a tal conclusi¨®n es un arcano. Ya dec¨ªa Amadeu Fabregat, en sus tiempos de director general de RTVV, que los nombramientos y ceses no eran otra cosa que movimientos sim¨¦tricos del esp¨ªritu. Otro tanto se puede decir de las idas y venidas de Barber¨¢. Con la excusa de que se estaba pensando el encabezar la candidatura del PP en las pr¨®ximas elecciones generales, levant¨® la voz para reclamar el cari?o que no sent¨ªa por parte de su partido y ayer, satisfecha y regalada con las atenciones que le han venido prestando todos, desde Mariano Rajoy hasta Alberto Fabra, confes¨® su amor por la urbe que dirige desde 1991 y volvi¨® a jurarle fidelidad eterna si tal existe en la pol¨ªtica.
La hojarasca verbal que la regidora se gasta habitualmente en soliloquios que presenta como ruedas de prensa, no ocult¨® en su d¨ªa el desafecto del que se sent¨ªa objeto por las altas esferas de su partido. Que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ninguneara, seg¨²n ella, a "su" Valencia no ten¨ªa un pase. Pero que Mariano Rajoy -su presidente- tambi¨¦n se sumara a ese ninguneo, aunque fuera por otras razones, era demasiado. As¨ª que iz¨® la bandera en defensa de los militantes del PP o, en frase imperecedera de Alfonso Rus, de "la peseta que faltaba para el duro" que llev¨® a Rajoy a la cima del Partido Popular cuando desde el aznarismo, la FAES y Esperanza Aguirre pretend¨ªan segarle la hierba bajos sus pies a quien, si no ocurre nada imprevisto, ser¨¢ el pr¨®ximo presidente del Gobierno de Espa?a.
Por razones que la raz¨®n no entiende, Barber¨¢ provoc¨® un movimiento tel¨²rico en su partido a cuenta de un desamor, real o imaginario. Pero fuere como fuere, el hecho es que casi se sali¨® con la suya. Cierto es que tras su lamento menudearon las obsequiosidades, se multiplicaron las atenciones y Rajoy pronunci¨® una frase repleta de sentimiento: "Rita Barber¨¢ ser¨¢ lo que ella quiera ser", lo que es una gran verdad. Pero, como todo no es posible, la regidora no logr¨® trasladar un gramo de toda la estima que le llegaba hacia Francisco Camps, el expresidente de la Generalitat por cuya causa hab¨ªa roto m¨¢s de una lanza.
Lo parad¨®jico de toda esta historia es que en el PP casi nadie crey¨® en serio que la alcaldesa estuviera dispuesta a marcharse a Madrid. Pese a lo cual todos se movieron al comp¨¢s de Rita Barber¨¢. Eso es poder.
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