Doble descenso al infierno
Neus Catal¨¤, superviviente de Ravensbr¨¹ck, y Raphael Esra?l, de Auschwitz, abren el coloquio 'Del exilio a la deportaci¨®n'
Dos viajes al infierno seguidos. En la misma sesi¨®n. Raphael Esra?l, que pas¨® 11 meses en Auschwitz, y Neus Catal¨¤, internada en Ravensbr¨¹ck otros 15, protagonizaron ayer con sus valientes testimonios la apertura del congreso internacional Del exilio a la deportaci¨®n, que organiza el Memorial Democr¨¢tico en el Museo de Historia de Catalu?a.
Esra?l, un hombre discreto, que podr¨ªa pasar desapercibido hasta que lo oyes hablar (y entonces ya nunca), naci¨® en 1925 en Turqu¨ªa, en el seno de una familia jud¨ªa que se traslad¨® al poco de nacer ¨¦l a Lyon. Ayer, casi oculto por el micr¨®fono tras la mesa y en un tono plano, sin enfatizar, explic¨® c¨®mo fue detenido a los 18 a?os por la milicia colaboracionista y la Gestapo cuando formaba parte de de una c¨¦lula de la Resistencia salida del movimiento scout. Lo torturaron, incluido el suplicio de la baignoire, y lo enviaron a Auschwitz. Antes, en el campo de paso de Drancy, conoci¨® a la que ser¨ªa su mujer, que le encarg¨® que velara por sus hermanos. Despu¨¦s de tres d¨ªas de transporte "en condiciones de promiscuidad e higiene espantosas", el convoy 67 lleg¨® a su pavoroso destino. De las 1.214 personas que lo compon¨ªan, 985 pasaron directamente a las c¨¢maras de gas. "Entre ellos los que habr¨ªan sido mis cu?ados, Henri y Ren¨¦".
El testimonio de Esra?l iba produciendo un silencio espeso y conmocionado en el auditorio. Y las penalidades de aquel joven jud¨ªo que hab¨ªa regresado por la fuerza de la memoria al infierno continuaban. "Aquello era verdaderamente un matadero humano", record¨® el deportado. Esra?l sobrevivi¨® a la gran selecci¨®n del 30 de septiembre de 1944, a las marchas de la muerte a 30 grados bajo cero... Pero el viejo deportado no vino ayer solo para resucitar el horror. Rindi¨® homenaje a Sempr¨²n, advirti¨® de que la era del testigo se extingue, recalc¨® la dimensi¨®n exterminadora de Auschwitz-Birkenau y denunci¨® que la Bayer compraba en el campo lotes de cobayas humanos, y distingui¨® que si entre los deportados el porcentaje de mortalidad en los campos era del 50% o 60%, el de los jud¨ªos ascend¨ªa al 97%.
Esra?l, que es secretario general de Amicale de Auschwitz y, lo que son las cosas, trabaj¨® tras la guerra en Gas de Francia (!), dijo que una asociaci¨®n trata de que las v¨ªctimas judeo-espa?olas tengan una losa en el monumento de Birkenau. Reivindic¨® que esa gigantesca parte del campo, olvidada en beneficio de Auschwitz, sea convertida tambi¨¦n en un lugar de memoria digno. Combativo, como se ve, pese a su aspecto a lo contable de Schindler, ironiz¨® sobre su sorpresa al descubrir la cantidad de franceses que afirmaban haber sido de la Resistencia. Dar testimonio del Holocausto, dijo, "es un acto pol¨ªtico y c¨ªvico para hacer cobrar conciencia de aquel drama y para combatir la intolerancia". A t¨ªtulo individual, "es un duelo y una manera de exorcizar el dolor".
Un largu¨ªsimo aplauso, que Esra?l recibi¨® con cara de sorpresa, cerr¨® su intervenci¨®n, seguida en primera fila por Neus Catal¨¢ (1915), en silla de ruedas. Se proyect¨® a continuaci¨®n un documental de la activa Amicale de Ravensbr¨¹ck sobre la vida de la deportada que incluye una entrevista y da fe de su inmenso coraje, su entra?able generosidad y ese envidiable sentido del humor, capaz de hacer que esboces una sonrisa en medio del espanto. En unas breves palabras, la brava Neus record¨® a todas las compa?eras de lucha (y tambi¨¦n a ellos, los compa?eros: "la lucha no la hicimos sin ellos") y llam¨® a continuar la memoria, "que es el deber al que nos comprometimos".
Para ella, aplausos y flores.
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