Sobre la divisi¨®n de impotencias
Comienza la campa?a electoral. Los candidatos est¨¢n atrapados por las mismas fuller¨ªas, manejos sucios y usos gansteriles en los que se ha convertido la democracia medi¨¢tica. Forman parte del mismo consorcio
Ha comenzado la campa?a electoral y como en cada ocasi¨®n los ciudadanos asistimos con horror a la histeria pol¨ªtica en su m¨¢ximo grado de intensidad, en tanto que los profesionales se lanzan orgi¨¢sticamente a un frenes¨ª que adoran.
En estas lides los adversarios parecen detestarse y, sin embargo, sabemos que solo se desprecian. No pueden ir m¨¢s all¨¢. Est¨¢n atrapados por las mismas fuller¨ªas, manejos sucios y usos gansteriles en los que se ha convertido la democracia medi¨¢tica. Incluso en lo m¨¢s enconado de la batalla no pueden dejar de mentir, ni confesar lo que saben. Finalmente, son conscientes de que deben protegerse unos a otros si las cosas vienen mal dadas; derechas, izquierdas, rancios o novedosos nacionalistas, todos est¨¢n impregnados por el aceite de la subvenci¨®n que engrasa voluntades, doblega resistencias y aniquila ideas.
Lo que une a los pol¨ªticos es su voluntad colectiva de mantener sus propios puestos de trabajo
El Senado y las Diputaciones son lujosos balnearios para antiguos altos cargos aparcados
De no ser as¨ª resultar¨ªa insoportable que atacaran a la sanidad y la educaci¨®n, es decir, a nuestro patrimonio, el de los ciudadanos, y dejaran exquisitamente indemne su propio patrimonio, el de los pol¨ªticos, del que no han suprimido ni un euro. C¨¢lculos rigurosos demuestran que tan solo con la supresi¨®n del Senado, m¨¢quina ornamental y ostentosa nacida del miedo, as¨ª como de las Diputaciones, redoblamiento barroco y car¨ªsimo de la incompetencia, podr¨ªa dejarse en paz sanidad y educaci¨®n e incluso incrementar su presupuesto. Sin embargo, Senado y Diputaciones son lujosos balnearios para profesionales en aparcamiento, jubilaci¨®n, uso residual o de conveniencia. Por no hablar de los expulsados al Parlamento Europeo. De todo ello no veremos ahorrar ni medio euro. En esa omert¨¢ no hay derechas ni izquierdas, nacionales o provinciales, todos luchan por mantener sus puestos de trabajo, en el caso de que semejante labor se considere trabajo.
En parte se entiende por la reuni¨®n en la democracia medi¨¢tica de din¨¢micas que antes actuaban por separado. Una cosa era la acci¨®n de Gobierno y otra su recepci¨®n. Mientras el periodismo fue aut¨®nomo y mantuvo su funci¨®n, la acci¨®n ejecutiva, legislativa y judicial ten¨ªan una cierta correcci¨®n en los pa¨ªses libres, pero esta es una figura arcaica. La tecnificaci¨®n ha unido el poder pol¨ªtico con el econ¨®mico y el medi¨¢tico, del mismo modo que ha reunido en uno solo el Poder Ejecutivo y el Judicial.
La desaparici¨®n de espacios libres para la cr¨ªtica, o lo que es igual, la seguridad de que toda la "cr¨ªtica" actual es unidireccional y clientelar, conduce al repliegue de la ciudadan¨ªa que ve de a?o en a?o crecer el poder econ¨®mico del consorcio pol¨ªtico a costa de instituciones civiles fundamentales, de tal manera que si alg¨²n profesional del consorcio jura proteger a "los d¨¦biles", se sabe con certeza que no habla de nuestros d¨¦biles sino de los suyos. La paradoja es que el alimento del consorcio son los ciudadanos, los cuales est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s escu¨¢lidos.
Giorgio Agamben, fil¨®sofo que vive en Italia, donde el gansterismo democr¨¢tico es incluso m¨¢s denso que aqu¨ª, sit¨²a en su posici¨®n cr¨ªtica este agujero negro que engulle galaxias ¨¦ticas, en un reciente libro traducido al espa?ol, Desnudez (Anagrama). Su descripci¨®n ignora pulsiones ad hominem como la codicia o la mediocridad y se remonta al doble poder instaurado por los monote¨ªsmos.
Tanto en el cristianismo como en el juda¨ªsmo y el islam, hay una separaci¨®n tajante entre la Creaci¨®n y la Redenci¨®n. Si la primera es obra de Dios, la segunda es obra de sus profetas, es decir, de los encargados de interpretar la obra divina y darle sentido. Cuando se acaban los profetas vivientes (Jesucristo es el ¨²ltimo del cristianismo) comienza la actividad de los hermeneutas: la Tor¨¢ jud¨ªa, la teolog¨ªa cristiana y los int¨¦rpretes isl¨¢micos posteriores a su m¨¢ximo profeta, Muhammad.
Esta doble funci¨®n es inseparable, pero diferenciada. Sin la Redenci¨®n quedar¨ªa la Creaci¨®n como un monstruoso capricho de alguna divinidad malvada (que Descartes so?¨®) la cual habr¨ªa procurado el mayor dolor posible a sus propias criaturas. La Redenci¨®n es justamente la explicaci¨®n de por qu¨¦ la Creaci¨®n no es una trampa s¨¢dica, sino un delicado mecanismo de salvaci¨®n que profetas y fil¨®sofos se esfuerzan en significar. As¨ª que la parte creativa del Padre se encomienda, para su Redenci¨®n, al Hijo.
La separaci¨®n de funciones toma un aspecto distinto cuando Plat¨®n la expone como raz¨®n de ser de las dos actividades humanas: las poi¨¦ticas y las epist¨¦micas; las del arte y las de la ciencia; las obras po¨¦ticas (que incluyen todas las t¨¦cnicas) y las filos¨®ficas o cr¨ªticas; la creaci¨®n y su sentido. La producci¨®n de novedades, as¨ª como su inmediata interpretaci¨®n o salvaci¨®n filos¨®fica, colaboraron en la representaci¨®n de un mundo inteligible hasta la edad moderna. Cree Agamben que esta separaci¨®n entre lo creativo y lo interpretativo se vino abajo con la modernidad. Filosof¨ªa y cr¨ªtica, herederas de la obra prof¨¦tica de salvaci¨®n de un lado, y arte y tecnolog¨ªa, herederas de la obra ang¨¦lica de creaci¨®n de otro, se confunden. A partir de ese momento, en la modernidad los creadores proponen, en realidad, cr¨ªticas, mientras que los fil¨®sofos producen creaciones.
La pretensi¨®n po¨¦tica de tanto fil¨®sofo cuya obra parece obsesionada por la invenci¨®n de un estilo art¨ªstico m¨¢s a¨²n que de un juicio recto; la pretensi¨®n cr¨ªtica de tanto artista que expone sus obras como juicios morales, filos¨®ficos, ideol¨®gicos o benevolentes, confunde los dos ¨®rdenes en uno que no cumple ni con la creaci¨®n ang¨¦lica ni con la interpretaci¨®n salvadora del sentido. Hasta aqu¨ª, brutalmente resumido y en esqueleto, el ensayo de Agamben.
En su traslado a la pol¨ªtica, se dir¨ªa que la actividad t¨¦cnica y productiva, fuera esta la fundaci¨®n de ciudades y sociedades justas, la redacci¨®n de leyes, su ejecuci¨®n o la aplicaci¨®n jur¨ªdica de las mismas que luego deb¨ªa ser interpretada, explicada y criticada por los medios libres, se han fundido enteramente en un acto ¨²nico. El conglomerado resultante es una m¨¢quina colosal que se autoalimenta sin finalidad ni prop¨®sito. Un monstruo sin cerebro que no sabe ad¨®nde ir y que solo lucha por permanecer. De ah¨ª que los m¨¢s culpables miembros del consorcio se apunten a cualquier profeta que tome por asalto la plaza p¨²blica y afirme con voz amenazadora que estamos condenados por nuestros pecados y que debemos arrepentirnos. Frente a ellos tiemblan ministros y escribas, porque su funci¨®n cl¨¢sica, la de producir una sociedad ecu¨¢nime, ya no figura entre los intereses del partido... y la gente se ha percatado. En consecuencia, aplauden a los profetas y dicen ser como ellos.
Ante estos fen¨®menos de ira popular, de inmediato la filosof¨ªa y la cr¨ªtica encarnadas en los medios de difusi¨®n masiva consultan con el fragmento de consorcio que representan, a fin de tomar posici¨®n contra algo que de hecho forma parte de ellas mismas. El ciudadano sabe con toda certeza lo que va a juzgar cada uno de los profetas medi¨¢ticos a la ma?ana siguiente de cualquier suceso pol¨ªtico. El aparato se autoalimenta y proseguir¨¢ su autodeglu-ci¨®n hasta que no quede ni un gramo de sentido y la sociedad se haya devorado a s¨ª misma por completo.
?Podemos escapar a esta ameba monstruosa que todo lo iguala y a la que todo le es indiferente excepto la conservaci¨®n de sus privilegios? Por ahora el restablecimiento de las diferencias y el regreso a la democracia parece empresa quim¨¦rica. Nada dice sobre ello Agamben sino que solo ve sentido en el pasado, aunque no es un pasado hist¨®rico sino el pasado perpetuamente presente de la obra ya concluida.
Si bien la diferenciaci¨®n cr¨ªtica individual parece una fantas¨ªa, Agamben habla, en otra parte del libro, sobre el individuo intempestivo o inactual, el ¨²nico aut¨¦ntico contempor¨¢neo. Es una discreta indicaci¨®n, quiz¨¢s sobre s¨ª mismo. Ciertamente en algunos momentos de extremada corrupci¨®n p¨²blica parece irremediable el exilio interior de eremitas y anacoretas, como en la agon¨ªa romana. Me temo, sin embargo, que en estos tiempos incluso ellos recibir¨ªan la visita del inspector de Hacienda.
F¨¦lix de Az¨²a es escritor.
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