Los 'posthippies' gestionan el monte
La comuna de Negueira subsiste al margen del capitalismo gracias al campo
Mientras buena parte de la poblaci¨®n de Occidente vive en permanente zozobra por las turbulencias financieras, por los ataques especulativos de los mercados, por los ¨ªndices de paro desbocados, en un rinc¨®n perdido de la monta?a lucense, en el l¨ªmite con Asturias, una veintena de personas practica un modo de vida ajeno al capitalismo y a sus crisis c¨ªclicas. Son los herederos de la comuna hippie que se instal¨® en Negueira de Mu?iz a finales de los setenta y subsisten gracias a una gesti¨®n eficaz de los recursos que ofrece el monte.
"Vivimos de manera auto-suficiente, de lo que la tierra nos da", resume Dora Cabaleiro. Tienen cabras y ovejas, plantan hortalizas, hacen artesan¨ªa de cuero y de cer¨¢mica, reparan con sus propias manos y materiales locales las casas abandonadas en las que se acomodaron, gestionan la brigada contra incendios. Todo ello sin ser due?os de un solo metro cuadrado de suelo, simplemente por estar asentados en un terreno considerado monte comunal, lo que les da derecho a explotarlo. Los recursos obtenidos se reparten de forma igualitaria entre los comuneros, que lo son mientras habitan la zona, y no hay posibilidad de herencia. Se trata de un modelo ¨²nico de Galicia y del norte de Portugal, ni p¨²blico ni privado, que casa a la perfecci¨®n con los principios libertarios de los moradores de las aldeas de Vilar y Vilaxu¨ªn.
No son due?os de la tierra pero tienen derecho a explotarla por estar asentados
Hacen trueque con vecinos del pueblo: cortan le?a a cambio de manzanas
Este equilibrio se vio amenazado en 2003, cuando un grupo que se dec¨ªan propietarios de las viviendas ocupadas, deshabitadas desde que estos poblados quedaron incomunicados en los cincuenta por la construcci¨®n de un embalse, presentaron una denuncia. Reivindicaban la propiedad del monte, y pretend¨ªan hacer una plantaci¨®n extensiva de pinos y montar un coto de caza mayor. Los comuneros contactaron con la Organizaci¨®n Galega de Montes Veci?ais en Man Com¨²n, que les asesor¨® y busc¨® abogados. El bufete de Calixto Escariz, que llev¨® el caso, explica que los demandantes no pudieron demostrar ser los due?os de las casas ni que el monte fuese una propiedad privada. El statu quo permaneci¨® intacto.
Desde entonces, los comuneros -de entre 30 y 60 a?os, algunos de ellos supervivientes de la primera comuna- siguen practicando un modo de vida alternativo, vinculado estrechamente al rural. Cuentan con un peque?o local de transformaci¨®n, en el que elaboran mermeladas y conservas de las hortalizas y hornean su propio pan. Para vender los excedentes recorren una vez a la semana las dos horas por carretera que les separan de Lugo, y se establecen en el mercado que organiza O Bandullo Ecol¨®xico, una asociaci¨®n de consumidores de productos ecol¨®gicos y artesanales.
Todos los meses hacen un mercadillo de trueque en el centro de Negueira -diez minutos cruzando el embalse en barca, 50 si van en coche por unas pistas que existen desde hace un d¨¦cada-. All¨ª, intercambian con los paisanos, como los llama Dora Cabaleiro, desde frutas, vino o ropa hasta tiempo: una sesi¨®n de cortar le?a a cambio de unos kilos de manzanas, por ejemplo. Esta peque?a feria funciona como un punto de encuentro social para los habitantes de las 17 aldeas de este ayuntamiento, separadas unas de otras por m¨¢s de una hora de camino.
Esta es la localidad gallega menos poblada, con poco m¨¢s de 200 habitantes, y en el que la mayor¨ªa sobrepasa los 65 a?os. La escuela acaba de cerrar, puesto que todos los ni?os en edad escolar, unos ocho, son hijos de los comuneros, y por tanto viven a casi una hora en autom¨®vil. Este curso se matricular¨¢n en un centro del otro lado de la frontera, ya en Asturias, que est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo. Dora critica el escaso inter¨¦s del Ayuntamiento -el ¨²nico en Galicia elegido mediante listas abiertas- por mantener el pueblo vivo. Reprocha que ni siquiera exista una l¨ªnea de autobuses, lo que obliga a la poblaci¨®n oriunda "a gastarse la pensi¨®n agraria en taxis" para ir al m¨¦dico a A Fonsagrada, que est¨¢ a una hora de viaje.
Pese a la carencia de servicios b¨¢sicos, esta comunera asentada en Vilar, "el para¨ªso", seg¨²n su definici¨®n, desde hace una d¨¦cada, defiende que en el rural y al margen del sistema capitalista "se puede vivir bien". "Aqu¨ª tocamos casi a un kil¨®metro cuadrado (de terreno) por persona, est¨¢ muy bien", bromea. As¨ª, reivindica su modo de vida y remarca que cualquiera puede optar por ¨¦l a trav¨¦s del sistema de montes en man com¨²n. "La gente tiene que saber que hay otras posibilidades", enfatiza.
El presidente de la organizaci¨®n de montes vecinales, Xos¨¦ Alfredo Pereira, que avala el modelo "eficiente" de los comuneros de Vilar y Vilaxu¨ªn, apunta que de las 3.000 comunidades gallegas solo unas 300 o 400 apuesta por esta f¨®rmula sostenible. No obstante, destaca que poco a poco se va "cambiando para bien" una mentalidad que en muchos casos permanece anclada al beneficio r¨¢pido de las plantaciones de eucaliptos o de la instalaci¨®n de parques e¨®licos.
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