Los Grandes y el mundo ¨¢rabe
El cinismo pol¨ªtico de los Estados l¨ªderes de la Uni¨®n Europea, Estados Unidos y Rusia en relaci¨®n a los pa¨ªses ¨¢rabes es sobradamente conocido para que nos demoremos en ¨¦l y se ha conjugado perfectamente hasta ahora con el correspondiente desprecio de los dirigentes de aquellos a sus propios pueblos. Pero el terremoto pol¨ªtico que sacude el ¨¢rea ha despojado a unos y otros de la m¨¢scara con la que los primeros ocultaban sus intereses econ¨®micos y estrat¨¦gicos, y los segundos, su obsceno af¨¢n de poder.
Lo ocurrido en los ¨²ltimos d¨ªas con la presentaci¨®n oficial de la candidatura palestina de ingreso en Naciones Unidas y el veto de Rusia y China a la propuesta de sanciones a Bachar el Asad a fin de que cese la b¨¢rbara represi¨®n de quienes alzan la voz contra su dictadura, son buenos ejemplos de ello.
La revuelta de Bengasi contra el d¨¦spota libio ha permitido a Sarkozy y Cameron lavarse la cara
El discurso de Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina -con el repaso minucioso de las frustraciones creadas por d¨¦cadas de espera y 18 a?os de negociaciones in¨²tiles para obtener un Estado basado en la Resoluci¨®n 181 de la ONU en la que se funda el propio Estado de Israel- expon¨ªa unilateralmente la injusticia sufrida desde entonces por su pueblo, v¨ªctima desde 1967 de una ocupaci¨®n ilegal que, en quien ha sido testigo de ella, evoca inevitablemente las humillaciones del apartheid contra el que se rebel¨® Nelson Mandela.
La previsible respuesta de Netanyahu, "la paz solo llegar¨¢ a trav¨¦s de negociaciones entre las dos partes", es puro sarcasmo: constituye un expediente m¨¢s para ganar tiempo y prolongar indefinidamente la colonizaci¨®n de Cisjordania, fragment¨¢ndola de tal modo que no pueda asentarse en ella un Estado viable. Con la seguridad que le confiere la certeza del veto estadounidense a la petici¨®n palestina en el caso hipot¨¦tico de que llegara al Consejo de Seguridad, se permiti¨® mofarse de Obama al anunciar acto seguido la construcci¨®n de 1.200 viviendas en Jerusal¨¦n Oriental. Despu¨¦s de ello -en respuesta a la demanda del presidente norteamericano de congelar las colonias- todo el mundo se pregunta qu¨¦ queda por negociar.
El veto de Rusia y China a las sanciones propuestas por Occidente al r¨¦gimen criminal de Bachar el Asad muestran a su vez el desd¨¦n del t¨¢ndem Putin-Medv¨¦dev por los derechos humanos cuando entran en conflicto con la defensa de su esfera de influencia: el ejemplo de lo acaecido en Chechenia est¨¢ en la mente de todos. Pero ni Sarkozy ni Cameron pueden darles lecciones de ¨¦tica. Hasta la ca¨ªda de Ben Ali y Mubarak, sus satrap¨ªas eran sostenidas abiertamente por Francia y, colmo de una doble moral acomodaticia, los partidos oficialistas de T¨²nez y Egipto eran miembros nada menos que de la Internacional Socialista. La revuelta de Bengasi contra el d¨¦spota libio, recibido hasta entonces con honores y pompas en las capitales de Europa, permiti¨® a Sarkozy y Cameron lavarse la cara y asegurarse de paso una buena baza en el futuro reparto con concesiones petroleras en la era posgadafiana.
Las palabras del gran poeta Adonis publicadas en estas mismas p¨¢ginas (EL PA?S, 2-10-2011) reflejan n¨ªtidamente tan poco glorioso cuadro. El cinismo de las grandes potencias y el sometimiento pol¨ªtico y religioso de los pueblos ¨¢rabes a sus Gobiernos corruptos son denunciados con la fuerza de la raz¨®n al servicio de la justicia y permiten esperar que la muerte de decenas de millares de ciudadanos cuyo ¨²nico crimen fue aspirar a la libertad, dignidad y democracia, no haya sido en vano.
![Traslado de un rebelde libio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HLWSIJZKDY3VA7STM74TUGPRVQ.jpg?auth=4acf94390843fb35ea5dff962d5d7f41cee95a0ca3e1c8d430b90610f64264ce&width=414)
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