Encandilados en Chile
La crisis de la educaci¨®n que enfrenta al Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era y a los estudiantes parece haber llegado a un punto muerto
Un sentimiento de desaliento recorre las conversaciones chilenas en este comienzo de primavera. Despu¨¦s de cinco meses de protestas estudiantiles, tanto a nivel universitario como escolar, la mesa de di¨¢logo entre los estudiantes y el Gobierno se rompi¨® al negarse este cerradamente a la idea de una educaci¨®n superior gratuita para todos. Muy pocos d¨ªas antes de volver a sentarse a la mesa, el Gobierno mand¨® al Congreso un proyecto de ley que les promet¨ªa penas de cinco a?os de c¨¢rcel a los estudiantes que toman colegios o cortan el tr¨¢nsito vehicular. Estas dos actividades, y otras m¨¢s violentas, se intensificaron a niveles nunca vistos en un conflicto donde parec¨ªamos ya haber visto todo.
?Es posible que el presidente no vea la urgencia de las reformas?
?Qu¨¦ pensar? ?Qu¨¦ decir? ?Hacia d¨®nde avanzar? El presupuesto nacional que se discute esta misma semana incrementa los fondos de educaci¨®n con una timidez que poco responde a las exigencias estudiantiles. Exigencias que, conforme pasa el tiempo, se van haciendo m¨¢s imperativas: del fin del lucro en la educaci¨®n se ha pasado a exigir gratuidad absoluta en todo el sistema de educaci¨®n. Las rejas de los colegios llevan cinco meses erizadas de sillas que les hacen parecer campos de cactus. La ministra de Trabajo, Evelyn Matthei, cree que tendremos que acostumbrarnos a ver todos los jueves a los estudiantes marchando en la Alameda.
Quiz¨¢s lo que m¨¢s preocupa es la resignaci¨®n con que el Gobierno parece dispuesto a asumir su impopularidad (el presidente lleg¨® al 30% de aprobaci¨®n en una reciente encuesta de Adimark), con que parece dispuesto tambi¨¦n a aceptar y hasta fomentar la radicalizaci¨®n de las tomas y las manifestaciones, con tal de no ceder en lo que le parece esencial: la idea de que la educaci¨®n es un bien de consumo que se puede subvencionar pero nunca dirigir o controlar, un credo firme e inamovible en un Gobierno que fue elegido justamente por la flexibilidad ideol¨®gica de su presidente, un hombre de derecha con un pasado democristiano que alardea de haber votado por el no a Pinochet y de querer continuar con las pol¨ªticas de protecci¨®n social de la presidenta Bachelet.
Apostando, como ha apostado todos esos meses, a la exasperaci¨®n de los padres ante sus hijos sin matr¨ªculas y becas para el pr¨®ximo a?o, el Gobierno ha visto imp¨¢vido despertar su m¨¢s temido fantasma, el populismo pinochetista. Un reclamo por una autoridad fuerte que obligue a los estudiantes a cortarse el pelo y estudiar, que llev¨® al alcalde de la comuna de Providencia, excoronel del Ej¨¦rcito Cristian Labb¨¦ y amigo personal de Pinochet y su familia, a entrar con las fuerzas policiales a los colegios y dar por clausurado el a?o escolar y amenazar a los matriculados de otras comunas que estudian en Providencia, un barrio de clase media alta, a que no tendr¨¢n cupos, a pesar de que estos alumnos consiguieron sus cupos, por exigentes ex¨¢menes, a los colegios en cuesti¨®n. El Gobierno se apresur¨® en lamentar estas declaraciones para luego lanzar un proyecto de ley que recog¨ªa muchas de las preocupaciones de Labb¨¦.
Pi?era parece dispuesto a ser el Gadafi de la educaci¨®n privada chilena. Dispuesto a vivir a?os de tormenta y dudas para conservar no solo el sistema educacional sino el pol¨ªtico, donde una minor¨ªa del 30% puede conseguir la mitad de los esca?os en el Congreso, y la gran mayor¨ªa de los chilenos no est¨¢n inscritos en los registros electorales. ?Es posible que un hombre inteligente como el presidente no vea la urgencia de unas reformas que vienen pidiendo los m¨¢s diversos actores desde las m¨¢s diversas trincheras? M¨¢s que ciego, el presidente parece encandilado por una luz directa y fuerte que lo mantiene inm¨®vil. El presidente chileno, como el norteamericano, como el espa?ol, como el franc¨¦s, no puede dejar de ver la ola que lo hundir¨¢ en un sinf¨ªn de espumas y preguntas. ?Por qu¨¦ no surfean sobre ella? Quiz¨¢s porque temen que la ola esconda otra y otra en las que est¨¢n irreversiblemente llamados a romperse el cuello.
Rafael Gumucio es escritor chileno, autor de La deuda (Mondadori, 2009).
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