Emerge el pasado nazi de los due?os de BMW
La familia Quandt, una de las m¨¢s ricas de Alemania, evit¨® durante d¨¦cadas que se investigara su pasado. Hasta que un documental revel¨® el oscuro origen de su patrimonio. Hoy confiesan sin tapujos que el tercer Reich apuntal¨® su imperio
Adem¨¢s de su ma?a para sobrevivir a guerras y cambios de r¨¦gimen, los Quandt re¨²nen otras cualidades de la m¨¢s rancia oligarqu¨ªa empresarial alemana: rechazan la publicidad, amontonan cantidades fabulosas de dinero, tienen fama de taca?os y saben que entre sus patriarcas hubo nazis redomados.
La familia Quandt se cuenta entre las m¨¢s ricas e influyentes del pa¨ªs y, por tanto, del mundo. La fortuna combinada de sus integrantes, propietarios entre otras cosas de la automotriz BMW, supera los 23.000 millones de euros. La bancarrota moral de Alemania entre 1933 y 1945 no acarre¨® la bancarrota econ¨®mica de la que pervive como ¨²ltima gran dinast¨ªa fabril del pa¨ªs. Al contrario. Seg¨²n certifica la concienzuda biograf¨ªa familiar que present¨® este lunes en M¨²nich Joachim Scholtyseck, los 12 a?os de nazismo apuntalaron un imperio en pleno ascenso al olimpo corporativo.
"Todas las familias tienen su lado oscuro", zanj¨® en 2007 Sven Quandt, uno de los herederos del imperio
La familia permiti¨® que un bi¨®grafo buceara en su pasado nazi: "Es doloroso y nos averg¨¹enza"
G¨¹nther y Herbert Quandt, nazi el padre y nazi el hijo, participaron desde primera fila en el esfuerzo b¨¦lico de Hitler y en el gran expolio de bienes jud¨ªos orquestado por el r¨¦gimen hasta 1945. Han corrido r¨ªos de tinta sobre la supuesta "fascinaci¨®n" que los nazis ejerc¨ªan sobre los alemanes, pero se habla menos de la colosal rapi?a que llamaron arisierung: la apropiaci¨®n de los bienes de los jud¨ªos de Alemania y los territorios ocupados. El Deutsche Bank, por poner un ejemplo ilustre, afan¨® la berlinesa Banca Mendelssohn. Pero tambi¨¦n muchos peque?os tenderos se lucraban gracias al boicot a la competencia jud¨ªa, lo mismo que algunos funcionarios ascend¨ªan gracias al despido de sus superiores por razones "raciales". A principios del siglo XX hab¨ªa m¨¢s de 600.000 jud¨ªos en Alemania. Su paulatina deshumanizaci¨®n legal desde 1933 y su posterior exilio o supresi¨®n biol¨®gica (asesinato y cremaci¨®n) presentaron una oportunidad de medro y de lucro para millones. No solo de ideolog¨ªa vive el hombre.
Al tel¨¦fono desde Baviera, Scholtyseck confirma que el nazismo de G¨¹nther y Herbert Quandt fue "oportunista". G¨¹nther dec¨ªa que los nazis lo "persiguieron implacablemente". Es cierto que pas¨® unas semanas en la c¨¢rcel de Moabit, v¨ªctima de una oscura intriga sin mayores consecuencias. El empresario, ya entonces muy rico, tom¨® buena cuenta de la arbitrariedad de la dictadura y "decidi¨® conscientemente sacar partido de ella". Las grandes empresas alemanas, lo mismo que el Ej¨¦rcito y las instituciones p¨²blicas, se convirtieron en los compinches necesarios de Hitler. Los Quandt "fueron parte del r¨¦gimen".
As¨ª pudieron, entre otras maniobras "contrarias a la decencia", apropiarse de las f¨¢bricas del jud¨ªo Henry Pels en 1937. Durante la guerra siguieron ojo avizor sobre cualquier otra presa. La f¨¢brica de bater¨ªas AFA (hoy Varta) de Han¨®ver obtuvo adem¨¢s su propio campo de trabajos forzados. All¨ª se fabricaban acumuladores el¨¦ctricos para la flota submarina y para los cohetes V-2. G¨¹nther (1881-1954) y Herbert (1910-1982) eran nazis de ¨²ltima hora, pero bastaba. El padre se hac¨ªa fotografiar con varias condecoraciones en la solapa: su insignia del NSDAP, la medalla al M¨¦rito de Guerra y una que lo distingu¨ªa honor¨ªficamente como wehrwirtschaftsf¨¹hrer (l¨ªder de la industria de defensa).
G¨¹nther dec¨ªa tras la guerra que fue un "enemigo ac¨¦rrimo" de Joseph Goebbels. Amigos no eran. El ministro de Propaganda se cas¨® con su exmujer, Magda, en 1931. Le quit¨® a su hijo Harald para educarlo junto a los seis v¨¢stagos que tuvo con esta. Por suerte para ¨¦l, Harald estaba preso de los brit¨¢nicos cuando Joseph y Magda Goebbels envenenaron a sus seis hijos para que no vieran el hundimiento del r¨¦gimen. Harald Quandt muri¨® en 1967 en un accidente de su avi¨®n privado. Su hija Gabriele dice que ¨¦l "quer¨ªa mucho a sus seis hermanastros" asesinados por los Goebbels en el b¨²nker de Hitler. La mayor solo ten¨ªa 12 a?os.
Nazis los hubo en las mejores familias. Fritz Thyssen, magnate del acero y t¨ªo pol¨ªtico de Carmen Thyssen-Bornemisza, escribi¨® ¨¦l mismo un libro titulado Yo financi¨¦ a Hitler. Tuvieron sus nazis los Krupp, fabricantes de tremendos ca?ones y otros ingenios para las carnicer¨ªas europeas. Tambi¨¦n nazi y tambi¨¦n archimillonario fue Friedrich Flick, el mismo que se hizo famoso en Espa?a cuando el entonces presidente Felipe Gonz¨¢lez asegur¨® en el Parlamento que "ni Flick, ni Flock" hab¨ªan financiado ilegalmente al PSOE. Krupp y Flick (sin noticias de Flock) fueron condenados por cr¨ªmenes de guerra en los juicios de N¨²remberg. La reputaci¨®n de los Quandt, en cambio, sali¨® indemne de sus muy lucrativas aventuras nazis. Hasta 2007.
Nadie antes que Scholtyseck hab¨ªa podido hurgar sin restricciones en los archivos de los Quandt. Se lo permitieron hace tres a?os, despu¨¦s de que un documental de la televisi¨®n p¨²blica NDR llevara a las salas de estar de toda Alemania la historia de los due?os de BMW. Muestra el regreso del superviviente del campo de trabajo de AFA Carl-Adolf Soerensen. Uno de los 50.000 esclavos que trabajaron gratis para los Quandt: "Siempre que sue?o estoy aqu¨ª de vuelta, en el campo". Habla en dan¨¦s sobre las condiciones de trabajo que mataron a decenas de sus compa?eros. "Era el infierno". El partisano antinazi dan¨¦s rompe a llorar y se disculpa en alem¨¢n, "es demasiado".
En el documental de 2007, esta escena viene seguida de una entrevista a Sven Quandt. Resulta pasmoso c¨®mo el hijo de Herbert y nieto de G¨¹nther, nacido en 1956, se enreda en una estramb¨®tica negaci¨®n del pasado nazi de su padre y de su abuelo antes de zanjar: "Todas las familias tienen su lado oscuro". La fortuna familiar y ciertos negocios le permiten dedicarse a lo que m¨¢s le gusta, que es correr rallies y conducir deportivos. Aquellas declaraciones pusieron a los Quandt en la picota y les llevaron a encargar el informe del profesor Scholtyseck.
Del resto de los Quandt se sabe poco. Johanna Quandt, tercera y ¨²ltima esposa de Herbert, fue al principio su secretaria. Los 5.200 millones de euros en los que se tasa el patrimonio de la octogenaria empalidecen solo en comparaci¨®n con los 9.000 millones de su hija Susanne.
Susanne Klatten (49 a?os), hermanastra de Sven, comparte BMW con su madre y su hermano Stefan. Es due?a absoluta de la qu¨ªmica Altana, uno de los gajos de AFA. No concede entrevistas. Hace tres a?os destap¨® (muy a su pesar) un sonado esc¨¢ndalo de chantaje, cuando un suizo llamado Helg Sgarbi le sac¨® 7,5 millones de euros a cambio de no revelar sus relaciones ¨ªntimas. Klatten est¨¢ casada desde 1990, pero termin¨® denunciando al gigol¨®. Fue condenado a seis a?os de prisi¨®n en 2009. Las escapadas de Klatten al adulterio de clase media en el Holiday Inn de M¨²nich dieron que hablar en medio mundo. R¨¹diger Jungbluth, uno de los pocos periodistas que ha tratado a Klatten, cree que el escarnio p¨²blico "debi¨® de resultarle muy duro". Pero supo regresar a su vida normal de madre de familia, conductora de un Mini y mujer m¨¢s rica de Alemania.
Empujado por la inminente publicaci¨®n del libro de Scholtyseck, Stefan Quandt (45 a?os; 4.900 millones de euros) concedi¨® el 23 de septiembre su primera entrevista, junto a su prima Gabriele. Preguntados por el semanario Die Zeit, ambos aceptan con pocas reservas el contenido del libro. Explica la hija de Harald Quandt que su contenido "es doloroso y nos averg¨¹enza".
Las potencias aliadas no persiguieron a G¨¹nther ni a ning¨²n otro Quandt. Recompusieron el imperio tras la rendici¨®n incondicional. En 1959, Herbert se hizo con BMW en las mismas narices de la omn¨ªmoda Mercedes-Benz. Su anciana esposa y sus hijos Susanne y Stefan controlan el gigante automotriz de 100.000 empleados y 35.000 millones de euros.
Benjamin Ferencz, que fue fiscal en los juicios de N¨²remberg, evalu¨® en 2007 la implicaci¨®n de G¨¹nther Quandt en el entramado econ¨®mico del nazismo a la luz de las nuevas investigaciones: fue "tan culpable como todos los dem¨¢s". Como Krupp, como Flick y como Thyssen. Criminales de guerra.
Hugo Boss, el sastre que nunca visti¨® a Hitler
? Desmontando mitos. Entre las muchas patra?as que corren sobre los nazis, persiste el bulo de que Hugo Ferdinand Boss (1885- 1948, en la imagen) fue el sastre personal de Adolf Hitler. Lo mismo que BMW trata de evitar que sus coches desaparezcan de las calles acomodadas de Nueva York o Tel Aviv, la multinacional suaba Hugo Boss teme que se acabe imponiendo la noci¨®n de que el sastre Boss dise?¨® los trajes de los nazis o le midi¨® el tiro del pantal¨®n a Hitler. El historiador Roman K?ster acaba de publicar un informe en el que descarta ambos extremos. Es verdad que Hugo Boss fue un nazi convencido que se afili¨® al NSDAP en 1931, pero los jerarcas nazis ten¨ªan sus propios sastres en Berl¨ªn. Los tristemente famosos uniformes negros de la SS fueron dise?ados por sastres de la organizaci¨®n. Boss, como otros empresarios textiles, los fabricaba con los patrones que le llegaban de los cuarteles generales de Berl¨ªn.
? Los v¨ªnculos nazis. Dice K?ster que su "temprana militancia" nazi le sirvi¨® para que se dispararan sus beneficios "y le salv¨® de la bancarrota en 1931". Sus amigos nazis le encargaron la fabricaci¨®n de camisas pardas para la SA. Lo que es peor: Boss us¨® trabajadores esclavizados en sus talleres de Metzingen, todav¨ªa hoy sede de la empresa. 140 mujeres y 40 prisioneros de guerra polacos. Hugo Boss solo empez¨® a operar internacionalmente a partir de 1970. La empresa nada tiene ya que ver con los descendientes del sastre pardo y pertenece en buena medida a un grupo de inversi¨®n brit¨¢nico. Aseguran sus portavoces que ha contribuido a fondos de compensaci¨®n de las v¨ªctimas de los trabajos forzados en la ¨¦poca nazi.
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