Que pierda el mejor
A diferencia de los socialistas espa?oles, atrapados por la crisis econ¨®mica y financiera cuando estaban en el poder, sus hom¨®logos franceses llevan nueve a?os confinados en la oposici¨®n por mayor¨ªas aplastantes de derecha. A esta le toca pechar pol¨ªticamente con los efectos de la crisis en Francia, lo cual abre la posibilidad de una alternativa dentro de siete meses, cuando Nicolas Sarkozy se enfrente al socialista que salga vencedor de las votaciones de hoy, Fran?ois Hollande o Martine Aubry.
El descontento social beneficia esta din¨¢mica de millones de personas que votan por un candidato a la elecci¨®n presidencial de 2012, sin otro requisito que adherirse a una declaraci¨®n de valores de izquierda donde figuran los principios b¨¢sicos de la Rep¨²blica (libertad, igualdad, fraternidad), junto al laicismo o el progreso social. Principios suficientemente vagos y compartidos como para no suscitar grandes rechazos. En todo caso es una respuesta a la oportunidad que la campa?a de las primarias ha dado a los notables del Partido Socialista para adquirir visibilidad y estatura p¨²blicas, saliendo as¨ª del ostracismo en el que estaban postrados.
La ciudadan¨ªa de izquierdas ha visto en las primarias una ventana nueva
La publicidad conseguida tambi¨¦n ha hecho visibles las cicatrices de las luchas internas. Martine Aubry, de 61 a?os, es la dama de las 35 horas, la mujer que llev¨® desde el Gobierno la implantaci¨®n en Francia de la jornada laboral de 35 horas, a fines del siglo pasado. Ahora promete volver a plantear la jubilaci¨®n a los 60 -retrasada por Sarkozy a los 62-, crear cientos de miles de empleos para j¨®venes y oponerse a que la Constituci¨®n incluya un tope de d¨¦ficit p¨²blico. Fran?ois Hollande, 57 a?os, no se muestra lejano a esos planteamientos, aunque los envuelve en palabras y gestos m¨¢s moderados (de "blando" le ha tildado su adversaria), m¨¢s de "presidente normal".
No obstante, la prueba de que el tacticismo lo domina todo viene del tercero en discordia, Arnaud Montebourg, de 48, ap¨®stol de un cambio constitucional que reduzca dr¨¢sticamente el poder presidencial a favor del Parlamento. Tras pasarse la campa?a de las primarias abogando por la "desglobalizaci¨®n", Montebourg, que no tuvo suficientes votos en la primera vuelta para competir hoy en la segunda, ha decidido apoyar al moderado Hollande, "a t¨ªtulo personal". Lo cual dice mucho del pragmatismo con que se comportar¨ªan los dirigentes socialistas, aunque su discurso resulte provocador. Se trata de preservar al candidato que menos rechazo puede suscitar en sectores moderados, a la b¨²squeda de una futura coalici¨®n de electores de centro y de izquierda capaz de batir a Sarkozy; y de hacerse personalmente necesario en la operaci¨®n.
El Partido Socialista se hab¨ªa desembarazado ya de dinosaurios como Dominique Strauss-Kahn, apeado de la pol¨ªtica a causa de su err¨¢tica vida personal. Ni Aubry ni Hollande han sido nunca candidatos presidenciales, si bien ninguno de los dos supone verdadera savia nueva: ambos superan tres d¨¦cadas de vida p¨²blica. La diferencia es que la primera particip¨® intensamente en el ¨²ltimo Gobierno socialista, el dirigido por Lionel Jospin (1997-2001), mientras Hollande, que nunca ha sido ministro, lleva muchos a?os dedicado al partido. Pero la dilatada trayectoria de los notables del socialismo no implica especial diferencia respecto a su gran adversario en la derecha: Hollande se lleva solo seis meses con Sarkozy.
La edad fue uno de los argumentos utilizados por el entorno del actual presidente franc¨¦s contra Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen. La relativa renovaci¨®n socialista deja ahora la cuesti¨®n de la edad muy en segundo plano, y lo mejor que le puede pasar a Sarkozy es que pierda el mejor de sus adversarios. Haciendo malo el dicho de que el poder desgasta al que no lo tiene, la ciudadan¨ªa de izquierdas parece haber visto en las primarias socialistas una ventana nueva, un revulsivo que deja entrever una tercera v¨ªa entre la globalizaci¨®n desregulada y la antigua Francia nacionalista y proteccionista.
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