La hidra
Los indignados, irritados o enfadados con la situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica actual manifestaron tambi¨¦n el s¨¢bado pasado su descontento por las calles de la capital de La Plana en n¨²mero nada escaso. Tiene m¨¦rito, porque la ciudad, cuyo mun¨ªcipe principal se convirti¨® hace nada en presidente de Generalitat, es poco propensa a salir a la calle si no existe motivaci¨®n festiva alguna. Pero en las comarcas norte?as y valencianas de Castell¨®n la crisis o las crisis ahogan. Aqu¨ª se encubaron alegremente los huevos de la serpiente o de la burbuja econ¨®mica: urbanismo desordenado, inversiones irracionales, arbitrariedad pol¨ªtica, corrupci¨®n, y carnavalesca euforia de una expansi¨®n y un bienestar que no era tal. Del dislate se vanagloriaban tanto los corsarios del PP como bastantes tribus del PSPV: aqu¨ª exist¨ªa pr¨¢cticamente un paro cero y nuestra renta per c¨¢pita superaba a la de los italianos y cualquier d¨ªa alcanzaba la de los noruegos, ven¨ªan a decir, dando vivas a los famosos PAI. Aunque antes de que estallase la burbuja, y la venenosa hidra de siete cabezas en forma de crisis llegase con sus tent¨¢culos a tantos rincones y capas sociales; algunos a?os antes de que j¨®venes y no tan j¨®venes indignados saliesen a la calle a manifestar su malestar por la presencia de la hidra, hubo mentes claras que de forma sensata indicaron que se estaban incubando los huevos del ¨¢spid. Entre ellos Luis ?ngel Rojo.
Tras la manifestaci¨®n del s¨¢bado, busc¨® uno en el caj¨®n de la memoria unas declaraciones a la prensa del que fuera hasta el a?o 2000 gobernador del Banco de Espa?a. Era el oto?o de 2006 y a Luis ?ngel Rojo le iban a entregar el Premio Jaume I de Econom¨ªa de la Comunidad Valenciana. Y el hombre que hab¨ªa intervenido en la fijaci¨®n de las l¨ªneas maestras de nuestro sistema financiero; el que particip¨® en la modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola ya en el Plan de Estabilizaci¨®n de 1959; quien impuls¨® sistemas de control y supervisi¨®n de la banca tras destaparse lo de Banca Catalana, Rumasa y Banesto, ese economista vino a decirnos entonces que endeudarse con conocimiento es normal, pero no era normal que un pa¨ªs construyera 800.000 viviendas por a?o, ni era normal el enorme crecimiento de las hipotecas, ni era normal la burbuja por la tremenda subida de los precios en la construcci¨®n, ni era normal la obsesi¨®n inmobiliaria en este pa¨ªs, ni era normal la ausencia de cuidado y templanza en el urbanismo, porque est¨¢bamos destrozando y machacando el litoral y acabando con el futuro del turismo. El premio Jaume I de econom¨ªa que falleci¨® la primavera pasada apenas lleg¨® a enterarse del movimiento de los indignados.
Y quienes m¨¢s que indignados est¨¢n dolidos, porque no se le prest¨® atenci¨®n a una sensatez como la de Luis ?ngel Rojo, deber¨ªan reivindicar ahora la claridad del economista. E independientemente de que sean los griegos o los persas quienes ganen elecciones, solicitar c¨ªvicamente al presidente de nuestra Generalitat que hable con claridad sobre el m¨¦todo a seguir para romper los nudos tentaculares de la hidra.
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