Mr. perfecto y el pr¨ªncipe calavera
Una sobredosis por poco le cuesta la vida a Lapo Elkann, heredero del 'avvocato' Agnelli. Rehabilitado, se reinventa a la sombra de su hermano John, el mod¨¦lico presidente del imperio Fiat. Ambos pugnan por emular al abuelo desde ¨¢ngulos opuestos.
La presencia de Lapo Elkann, nieto de Giovanni Agnelli, fue lo m¨¢s llamativo de la reapertura del Museo del Autom¨®vil de Tur¨ªn, en marzo pasado. No solo porque el heredero de la dinast¨ªa m¨¢s poderosa de Italia vistiera un traje azul el¨¦ctrico, sino porque gui¨® por las salas al presidente italiano, Giorgio Napolitano, como un consumado maestro de ceremonias. Lapo estuvo locuaz y desenvuelto, confirmando los rumores que lo se?alan como el pr¨®ximo presidente del museo reci¨¦n dedicado a su abuelo. Un cargo m¨¢s bien honor¨ªfico, pero lleno de significado, porque supondr¨ªa un acercamiento evidente al Grupo Fiat, del que fue responsable de promoci¨®n hasta 2005. Ese a?o se produjo la cat¨¢strofe. Una sobredosis de coca¨ªna y hero¨ªna, consumida en el domicilio de un conocido travestido de Tur¨ªn, estuvo a punto de costarle la vida. Por la mente de los Agnelli cruz¨® fugazmente el recuerdo de los desgraciados miembros del clan. Giorgio, hermano del Avoccato, adicto a las drogas que termin¨® sus d¨ªas en una cl¨ªnica mental. O Edoardo, hijo mayor de Gianni, heroin¨®mano que acab¨® lanz¨¢ndose desde un viaducto en 2000.
La supervivencia de Fiat ha sido siempre prioritaria para los Agnelli, que se entendieron con Mussolini y aceptaron dinero del coronel Gadafi
"Lapo no busca volver a Fiat. Tienesu propia empresa", dice Luca de Mon-tezemolo (Ferrari)
Lapo sobrevivi¨®. Dej¨® el cargo en la empresa y se cur¨® de su adicci¨®n en una cl¨ªnica de Arizona. Cuando regres¨® a Italia, en 2007, era un hombre nuevo. Repleto de iniciativas que obtuvieron masiva atenci¨®n de los medios. Present¨® Italia Independent, una marca que dise?a y vende desde prendas de vestir hasta gafas de fibra de carbono, y, m¨¢s tarde, La Holding, un proyecto que se atribuye la "misi¨®n" de "actuar como catalizador de innovaci¨®n. Apadrinando el nacimiento y el desarrollo de nuevas ideas empresariales".
Hasta ahora, sin embargo, no ha conseguido recuperar su antiguo puesto. "No creo que lo est¨¦ buscando. Lapo ha encontrado su camino. Tiene su propia empresa, una consultor¨ªa de dise?o; se ocupa de publicidad. ?l es un creativo, nunca fue un m¨¢nager experto en gesti¨®n como su hermano John", dice Luca Cordero de Montezemolo, presidente de Ferrari (del Grupo Fiat), firma con la que colabora Lapo. Montezemolo, que ha presidido la patronal italiana y la Fiat, sabe de lo que habla. "Les conozco a los dos desde que nacieron. Ya desde peque?os eran muy diferentes, y con los a?os las diferencias han aumentado".
El presidente de Ferrari describe a John como una persona seria, muy respetuosa de su papel. "Su abuelo apreciaba mucho su dedicaci¨®n al trabajo. Lapo, en cambio, era inquieto desde peque?o. Le llamaban la atenci¨®n los colores y le gustaba escoger su ropa. Es una persona creativa".
Esas diferencias explican, quiz¨¢, la vida y la carrera profesional de cada uno. Una carrera decidida de antemano. El abuelo adoraba a Lapo. Se re¨ªan juntos, pero le conoc¨ªa bien y decidi¨® que John era el indicado para sucederle al frente del grupo familiar. Desde finales de los a?os noventa, el heredero, con su rostro angelical y su aspecto de no haber roto nunca un plato, se sienta en el Consejo de Administraci¨®n de Fiat, y en 2010 asumi¨® la presidencia. John es adem¨¢s el que decide sobre las inversiones de la familia, como l¨ªder de la compa?¨ªa Exor. A los 35 a?os, es un empresario de ¨¦xito con la vida hecha. Est¨¢ casado y tiene dos hijos peque?os, Leone y Oceano.
Lapo, que acaba de cumplir 34 a?os, es un soltero de oro, aunque desde hace un tiempo tiene novia formal: una prima segunda, Bianca Brandolini D'Adda. Es asiduo de fiestas y presentaciones de moda, campo en el que se le considera una autoridad. Peri¨®dicamente encabeza las listas de los hombres mejor vestidos del mundo. Aunque Lapo se preocupa de aclarar siempre que es "el estilo" y no la moda lo que le interesa. Su presencia es un im¨¢n para los fot¨®grafos, que le han pillado aparcando en el carril del tranv¨ªa en Mil¨¢n y en zona de carga y descarga en Tur¨ªn. En Capri protagoniz¨® no hace mucho con un grupo de amigos un altercado a prop¨®sito de un taxi marca Lancia (del Grupo Fiat), del que Lapo se declar¨® propietario. No todos entendieron la broma. El sentido del humor, del sarcasmo, era tambi¨¦n un rasgo distintivo del abuelo. Raz¨®n de m¨¢s para cultivarlo.
Los dos pugnan por acentuar lo que les une al Avvocato (un t¨ªtulo muy al gusto de la sociedad italiana, a pesar de que solo era licenciado en Derecho, no abogado). John, esforz¨¢ndose en la entrega al trabajo en la mejor tradici¨®n piamontesa que pose¨ªa el abuelo en sus a?os de madurez. Y, aunque no por imitarle, se ha casado con una arist¨®crata, Lavinia Borromeo, igual que el abuelo se uni¨® a Marella Caracciolo, descendiente de un pr¨ªncipe napolitano. Lapo ha heredado la osad¨ªa indumentaria que caracterizaba a Gianni fuera de la oficina y la ha llevado a insospechados extremos coloristas. Habla como el abuelo, quien se hart¨® de ir a fiestas y acumular amantes en su juventud y no tom¨® el tim¨®n de Fiat hasta cumplidos los 45 a?os. El Avvocato era caprichoso y le gustaba conducir coches especiales, modelos Fiat preparados con motores Ferrari. Algo parecido a la personalizaci¨®n de ropa y autom¨®viles que hace ahora Lapo.
Los dos Elkann poseen el instinto de los Agnelli para navegar por las aguas turbulentas de la pol¨ªtica y las finanzas italianas. Gianni y Umberto aceptaron dinero del coronel Gadafi, aunque despu¨¦s recompraron las acciones. La supervivencia de Fiat, bajo el control familiar, ha sido siempre una prioridad para los Agnelli, que han sabido entenderse con Mussolini, con la Democracia Cristiana, con los Gobiernos de centro-izquierda y con Silvio Berlusconi, pese a la falta de sinton¨ªa personal entre el Avvocato y Il Cavaliere. No hace mucho, Lapo Elkann declaraba en una entrevista "respeto a Berlusconi porque es una persona que hace cosas, aunque no siempre estoy de acuerdo con lo que hace". Una prudencia digna de su hermano, el bondadoso.
"John sabe ser duro pese a ese f¨ªsico angelical", objeta Evelina Christillin, sentada en su despacho en la sede del Teatro Stabile de Torino, de cuya fundaci¨®n es presidenta. Christillin es todo un personaje en Tur¨ªn, ciudad en la que organiz¨® los Juegos de Invierno de 2006, y creci¨® con los hijos del Avvocato. "Es cierto que Lapo era rebelde desde peque?o. No hab¨ªa forma de llevarlo a la catequesis. Pero es muy cari?oso. Una persona muy necesitada de afecto". Christillin, de 55 a?os, ¨ªntima de los Agnelli, cree que esa disparidad de caracteres ha contribuido a acercarles. "Hasta f¨ªsicamente son opuestos. Lapo se parece m¨¢s al padre; John, a la abuela". Ambos nacieron en Nueva York y han compartido una infancia y adolescencia de aut¨¦nticos n¨®madas. De Nueva York viajaron a Londres (donde naci¨® su hermana menor, Ginevra); luego, a Par¨ªs; m¨¢s tarde, a Brasil y Francia de nuevo. En un paisaje tan cambiante hab¨ªa que agarrarse a alguna certeza. "Mi referencia constante eran mis hermanos", cont¨® John en un acto celebrado el a?o pasado en la Universidad Bocconi de Mil¨¢n. Y parec¨ªa sincero.
Los padres, Margherita Agnelli y el escritor italo-franc¨¦s Alain Elkann, se separaron en 1981. Margherita se qued¨® con los ni?os, a los que arrastr¨® por el mundo con su segundo marido, el conde ruso Serge de Pahlen, que acab¨® trabajando tambi¨¦n para Fiat. La familia no dej¨® de aumentar. John pas¨® a ser el mayor de ocho hermanos residiendo siempre en el extranjero. Solo de vacaciones viajaban a Italia. Lapo ha agradecido siempre a esa vida itinerante su condici¨®n de "italiano global". Pero mientras ¨¦l, el rebelde, era enviado a colegios internos y, m¨¢s tarde, a Nueva York, a trabajar con Henry Kissinger, a su hermano, el primog¨¦nito, hab¨ªa que prepararle a conciencia.
A los 18 a?os, John aterriz¨® en Tur¨ªn para estudiar ingenier¨ªa. "Casi no sab¨ªa italiano", recuerda Evelina Christillin. Y comenz¨® un r¨¢pido aprendizaje, siempre de inc¨®gnito, por distintas divisiones de la empresa. En enero de 2003 muri¨® el abuelo, a los 81 a?os, y su t¨ªo abuelo Umberto, que sobrevivi¨® al Avvocato poco m¨¢s de un a?o, tom¨® las riendas del grupo en uno de los peores momentos de su historia. La llegada a Fiat de Sergio Marchionne y una discutida operaci¨®n de ingenier¨ªa burs¨¢til evitaron la cat¨¢strofe.
"Marchionne es el que lleva el tim¨®n en Fiat. John Elkann ocupa el puesto de control que corresponde a los mayores accionistas del grupo. Hoy ser¨ªa impensable un liderazgo como el de Gianni Agnelli", dice el profesor de la Universidad Bocconi Giuseppe Berta, autor de un libro sobre Fiat. La monarqu¨ªa industrial absolutista que se mantuvo en pie en vida del Avvocato ha dado paso a una monarqu¨ªa constitucional. John, el nuevo pr¨ªncipe, ya no tiene el mismo poder, ni el mismo glamour. Es un empresario m¨¢s que se pasa la vida en los aviones y va a recoger a sus hijos a la escuela cuando est¨¢ en Tur¨ªn.
La ciudad ha dejado de depender del grupo. En la f¨¢brica de Mirafiori apenas trabajan 5.000 personas, mientras Fiat, que se ha fusionado con Chrysler, concentra sus fuerzas en el exterior, sobre todo en Brasil. Aun as¨ª, la historia pesa, y los Agnelli son respetados. Aunque el clan se ha resquebrajado a ra¨ªz de la guerra declarada por Margherita, la ¨²nica hija de Giovanni y Marella Agnelli, a su madre por la herencia familiar. Margherita ha vertido todas sus quejas en el libro I Luppi & Gli Agnelli (juego de palabras traducible como "los lobos y los corderos"), del periodista Gigi Moncalvo, en el que se habla de la antigua dislexia de Lapo y se describe a John como un joven sometido a la voluntad de Gianluigi Gabetti, un asesor del Avvocato.
Tur¨ªn, engalanada con banderas italianas por el 150? aniversario de la unificaci¨®n de Italia, parece hoy ajena a este litigio que hizo correr r¨ªos de tinta. La gente est¨¢ pendiente de los planes futuros de Fiat. Pero los turineses saben que las cosas no volver¨¢n a ser igual. Aunque la nueva Fiat triunfe, y con ella los herederos Agnelli, nadie volver¨¢ a ocupar el sill¨®n del viejo patriarca.
MARGHERITA, LA INSACIABLE
La muerte de Gianni Agnelli, en 2003, dio pas¨® a una agria batalla por su herencia. Su hija Margherita, de 56 a?os, la impugn¨® descontenta con la parte que le correspond¨ªa y con el papel de heredero absoluto reservado a su hijo mayor, John. En mayo de 2004, Margherita enterr¨® el hacha de guerra y firm¨® un acuerdo con su madre, Marella Caracciolo, por el que heredaba las mansiones de la familia, los barcos y autom¨®viles del padre y una suma millonaria en met¨¢lico. A cambio, vendi¨® sus acciones en Fiat. En 2007, Margherita volvi¨® a la carga, reclamando el dinero del padre en el extranjero. Desde entonces solo ha sufrido reveses y se ha roto la relaci¨®n con su madre y sus hijos.
UNA DINAST?A M?S QUE CENTENARIA
Fue Giovanni Agnelli I, hijo de un terrateniente de Villar Perosa, una localidad del Piamonte, en las estrivaciones de los Alpes, el que fund¨® en 1899 la Fiat (Fabbrica Italiana Automobili Torino) y la dinast¨ªa que ha estado al frente del negocio desde entonces. En la empresa colaboraron otros turineses, arist¨®cratas e incipientes industriales, pero Giovanni se las ingeni¨® para quedarse con la firma en un breve plazo de tiempo. Su hijo Edoardo, muerto en accidente prematuramente, no pudo heredarle. Y fue el nieto, Giovanni Agnelli II, conocido como el 'Avvocato', el que sigui¨® la tradici¨®n empresarial. El negocio era solo para los hombres, y las cuatro hermanas de Gianni quedaron enseguida excluidas, en el papel de meras accionistas. De los otros dos hermanos, Giorgio y Umberto, el primero estuvo siempre fuera por problemas mentales y el segundo ocup¨® un papel subsidiario en la empresa. Esta tercera generaci¨®n no encontr¨® tampoco herederos. Giovanni Alberto Agnelli, hijo mayor de Umberto, hubiera sido la persona perfecta para guiar la Fiat, pero falleci¨® a los 33 a?os, v¨ªctima de un c¨¢ncer. El Avvocato ten¨ªa dos hijos, Edoardo y Margherita, pero ninguno era apto para ocupar ese puesto. Opt¨® entonces por un nuevo salto generacional, entregando la herencia del grupo a su nieto mayor, John Elkann. Los Agnelli son hoy minor¨ªa en un clan integrado por los Nasi, Brandolini D'Adda, Fabbri, Furstenberg, Nuvoletti, Ferrero di Ventimiglia o Ratazzi.
LOS PODERES DE LOS AGNELLI
Fiat es la joya de la corona de los Agnelli, pero est¨¢ lejos de ser la ¨²nica. La familia tiene muchos m¨¢s intereses que figuran en el portafolio de Exor, una sociedad de inversi¨®n propia. Una de las obsesiones hist¨®ricas del clan es la propiedad de los medios de comunicaci¨®n. Los Agnelli controlan a trav¨¦s de Fiat el diario 'La Stampa', de Tur¨ªn, y el diario m¨¢s importante de Italia, 'Il Corriere della Sera'. A trav¨¦s de Exor tienen una elevada participaci¨®n en 'The Economist'. Son due?os del club de f¨²tbol Juventus, uno de los m¨¢s antiguos del pa¨ªs, y controlan el mayor negocio de turismo y ocio de Italia, la empresa Alpitour. Adem¨¢s tienen presencia en el sector del papel y de los servicios a empresas con el 15% de SGS.
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