Entre la mesa y la masa
Econom¨ªa o pol¨ªtica, esa es la cuesti¨®n. Y no me digan que es lo mismo, porque actualmente no es as¨ª. A menos de un mes de las elecciones, el panorama comienza a radicalizarse entre el voto econ¨®mico y el voto pol¨ªtico. El primero se inclina hacia Rajoy, por extra?o que parezca, mientras que el segundo comienza a decantarse por Rubalcaba, el se?or del interior. La econom¨ªa depende del exterior, de una globalizaci¨®n lejana, en tanto que la pol¨ªtica nos pone en casa. El control interno, nuestros problemas hist¨®ricos que parecen estar en v¨ªas de soluci¨®n en estos d¨ªas, frente al control externo representado por las agencias de calificaci¨®n y la deuda internacional, constituyen el n¨²cleo de la campa?a electoral que nos espera.
Cuentan que, despu¨¦s de su ¨²ltimo fracaso electoral, Rajoy intent¨® dimitir pero le convencieron de que una crisis econ¨®mica asomaba la oreja y que eso le pondr¨ªa las cosas muy f¨¢ciles para conseguir la victoria. Y as¨ª parece ser. De lo que se deduce, si fuera cierto, que algunos sab¨ªan perfectamente lo que nos iba a pasar, aunque solo se lo contaban a los elegidos. La penuria, la escasez y la supervivencia cotidiana como arma electoral, una vez m¨¢s y de nuevo, despu¨¦s de varios siglos de perfeccionamiento. Luis Pastor ya cantaba hace tiempo, siguiendo los versos de Le¨®n Felipe, aquello de que "el burgu¨¦s tiene la mesa" y no solo la tiene, digo yo, sino que la negocia adecuadamente.
Pero Luis Pastor a?ad¨ªa tambi¨¦n que el proletariado tiene la masa, convertida hoy por hoy en opini¨®n p¨²blica, m¨¢s ilustrada e inteligente que la anterior, y que es capaz de digerir uno de esos acontecimientos hist¨®ricos en cuesti¨®n de pocas horas, como mucho, en d¨ªas, sin tener un mal ardor de est¨®mago. Es tal la cantidad de opiniones, reportajes, an¨¢lisis y retrospectivas sobre la supuesta desaparici¨®n de ETA que una digesti¨®n que indudablemente ser¨¢ lenta y pasada, parece convertirse en un aperitivo ligero. Y si queda algo de dispepsia, las elecciones actuar¨¢n de protector g¨¢strico, como si fuera un omeprazol, y nos devolver¨¢n por completo la salud democr¨¢tica.
Mientras tanto, nos hemos puesto una inyecci¨®n de optimismo que produce una agradable sensaci¨®n, ya olvidada desde hace tiempo, de que podemos controlar nuestras vidas. Una vez m¨¢s, podemos, nosotros podemos. Y eso hace que participemos m¨¢s en todo, en la calle, en la opini¨®n, en el debate, incluida tambi¨¦n la participaci¨®n electoral que reducir¨¢ as¨ª la abstenci¨®n y posiblemente cambiar¨¢ los porcentajes del d¨ªa despu¨¦s.
No hay duda de que la cuesti¨®n estar¨¢ entre el voto econ¨®mico y el voto pol¨ªtico, entre la mesa y la masa, entre la crisis internacional y la tranquilidad interior. Esperemos que los otros elementos de la canci¨®n de Luis Pastor, la misa y la camisa, no hagan acto de presencia o, al menos, muy poco.
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