Argentina cierra el juicio a los autores de las torturas
Cadena perpetua para 12 oficiales de la Escuela de la Armada
Alfredo Astiz; Jorge El Tigre Acosta; Ricardo Miguel Cavallo, Serpico; y Adolfo Donda fueron condenados ayer a reclusi¨®n perpetua por los cr¨ªmenes cometidos en la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), durante la dictadura militar argentina. La sentencia del Tribunal Oral Federal n¨²mero 5, le¨ªda en p¨²blico, conden¨® tambi¨¦n a cadena perpetua a otros ocho oficiales, igualmente protagonistas de la feroz represi¨®n en la ESMA.
Entre 1976 y 1983 se cometieron en Argentina miles de asesinatos, torturas y detenciones ilegales. Ning¨²n lugar tan emblem¨¢tico ni ningunos militares m¨¢s crueles que los de la ESMA, situada en pleno Buenos Aires. All¨ª funcion¨® el feroz Grupo de Tareas 3.3.2. y desde all¨ª salieron centenares de personas que fueron arrojadas vivas, desde aviones, al r¨ªo de la Plata. Ayer, por primera vez desde el final de la dictadura, 16 de aquellos oficiales asesinos comparecieron ante los jueces para escuchar la sentencia que conden¨® a 12 de ellos a cadena perpetua.
A las puertas de la sede de los tribunales, en plena calle, centenares de familiares de v¨ªctimas, supervivientes y defensores de los Derechos Humanos escucharon en una pantalla gigante, veintiocho a?os despu¨¦s, conmovidos, la palabra de la Justicia. Otro grupo acudi¨® al Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos que funciona desde 2007, precisamente en las instalaciones de aquella terrible Escuela.
El juicio de la ESMA, como se ha conocido popularmente, ha durado dos a?os y durante sus audiencias han testificado 160 personas, entre ellas 79 supervivientes que relataron las torturas a las que fueron sometidos. Semana a semana, se fueron construyendo 86 casos de delitos de lesa humanidad. Los acusados fueron responsables de la desaparici¨®n de varias fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, Mar¨ªa Bianco y Esther Careaga, de dos monjas francesas que acog¨ªan a familiares de desaparecidos, Leonie Duquet y Alice Domon, o del escritor y periodista Rodolfo Walsh.
El grupo de oficiales inculpado asisti¨® imperturbable a las audiencias y a los testimonios de sus v¨ªctimas. Impresionaba ver a ese grupo de ancianos asesinos reivindicar sus cr¨ªmenes, torturas y robos y presentarse como "soldados" que defend¨ªan a la "patria". En sus filas figuran personajes tan siniestros como el ex capit¨¢n de corbeta Jorge, Tigre, Acosta, jefe del Grupo de Tareas (que defendi¨® p¨²blicamente la dictadura "ajustada a derecho" y que acus¨® al gobierno democr¨¢tico de N¨¦stor Kirchner de "montonero proterrorista"), o Adolfo Donda, que particip¨® en el asesinato de su cu?ada y en el robo de su hija, una ni?a que fue dada ilegalmente en adopci¨®n, separada de su abuela y de su hermana a las que Donda sigui¨® visitando como si nada hubiera pasado.
Entre los condenados se encuentra tambi¨¦n el famoso Alfredo Astiz y el responsable de varios de aquellos vuelos de la muerte, Ricardo Serpico Cavallo, que fue detenido en M¨¦xico, donde hab¨ªa montado una empresa con el dinero robado a sus v¨ªctimas, y extraditado a Espa?a, a petici¨®n del juez Baltasar Garz¨®n, que le proces¨® por terrorismo y genocidio. Cavallo fue el primer caso en el que un estado extradita a otro a una persona acusada de haber cometido delitos en un tercer pa¨ªs. Cinco a?os despu¨¦s, y una vez que el gobierno de N¨¦stor Kirchner derog¨® las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Ricardo Cavallo fue extraditado a su pa¨ªs y encarcelado de nuevo.
Alfredo Astiz, verdugo cruel con cara de ni?o
Fue identificado y desenmascarado porque la prensa brit¨¢nica public¨® una foto en la que se ve¨ªa a un capit¨¢n de la Armada argentina rendirse y entregarse, con cara compungida, a sus enemigos. Alfredo Astiz, aquel hombre joven, rubio y con cara de ni?o, era el responsable de haber enviado a la muerte a tres mujeres cuyo ¨²nico delito era manifestarse con un pa?uelo blanco en la cabeza solicitando informaci¨®n sobre sus hijos desaparecidos.
Aquel joven, reconocieron espantadas otras Madres de la Plaza de Mayo, era el amable muchacho que se hab¨ªa acercado a ellas para expresarles su solidaridad, el simp¨¢tico rubio que se ofrec¨ªa a llevarlas de un lado para otro, sin que ellas sospecharan que estaba simplemente marc¨¢ndolas para que otros compa?eros de la ESMA las secuestraran e hicieran compartir el destino de sus hijos.
Astiz fue tambi¨¦n acusado de participar en la tortura y asesinato de dos monjas francesas. Igualmente fue el responsable de la desaparici¨®n de una adolescente, hija de padre sueco, Dagmar Hagelin, por cuya vida llegaron a pedir expresamente el presidente de EE UU Jimmy Carter y el Papa. Testigos aseguran que Astiz dispar¨® contra la joven, que hab¨ªa ido a visitar a una amiga, y que huy¨® despavorida al encontrarse con hombres armados. Herida y viva, la introdujo en el maletero de un coche y nunca m¨¢s se supo nada de ella. De regreso a Argentina, Astiz se mantuvo en libertad hasta que en 2006 fue procesado, inicialmente, por el caso de las monjas francesas.
Durante el juicio ante el Tribunal Oral n¨²mero cinco, Alfredo Astiz reclam¨® ser tratado como "un perseguido pol¨ªtico" y proclam¨®: "Yo cumpl¨ª y cumplo la Constituci¨®n. He dado al combate lo mejor que pude". En unas declaraciones a una periodista argentina, el marino afirm¨®: "Lo digo siempre: soy un bruto pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida. Meterme en la Armada".
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