El fin de ETA y la Constituci¨®n
Nada m¨¢s elogiable que no escatimar ning¨²n esfuerzo para lograr el fin completo de ETA y de su terror; y por ello deben apoyarse sin duda todos los esfuerzos nobles en tal sentido, y no partir a priori de una desconfianza radical e intransigente que impida avanzar para conseguir este fin. Pero para clarificar un tanto qu¨¦ pasos pueden darse realmente, y si esos pasos son o no correctos, con independencia de los criterios pol¨ªticos y morales y de cualquier opini¨®n que sea respetable, debe realizarse un examen objetivo de qu¨¦ camino es el que debe seguirse a la vista de un canon fundamental e imprescindible: las exigencias de nuestra Constituci¨®n. Ello a estas alturas resulta necesario, dados los ¨²ltimos acontecimientos, y en especial, el ¨²ltimo comunicado de ETA.
I. El adi¨®s definitivo, material e incondicional a las armas.
Despejada cualquier duda sobre algo obvio, que es la imposibilidad (rayana en lo simplemente disparatado), de contemplar la posibilidad de hacer "concesiones pol¨ªticas", que resultar¨ªan intr¨ªnsecamente perversas e inconstitucionales, la primera exigencia constitucional que s¨ª debe tenerse en cuenta es que lo ¨²nico que puede hacer ETA es ciertamente abandonar definitivamente la acci¨®n criminal y violenta; pero ello debe hacerlo no de una forma ret¨®rica, sino material e incondicional. Si no, toda petici¨®n complementaria de sus declaraciones, y m¨¢s como las que ha realizado en su ¨²ltimo comunicado, arroja siempre una formidable duda sobre algo fundamental: la incondicionalidad del abandono de la violencia; el adi¨®s a sus armas debe ser por tanto incondicional y absoluto, y materializarse en la entrega de sus arsenales a los leg¨ªtimos poderes del Estado, sin m¨¢s condiciones o peticiones, de forma inequ¨ªvoca y guardando silencio, que es lo m¨ªnimo que se les puede pedir por respeto a los inocentes asesinados, extorsionados y secuestrados.
II. Los d¨ªas del pasado: el olvido y la memoria.
ETA debe realizar tales actos sin poner por delante la extravagante autoalabanza narcisista que se contiene en su ¨²ltimo comunicado. Hace muchos a?os que en esta opaca organizaci¨®n criminal los medios se convirtieron en fines en s¨ª mismos; siempre sus actos fueron criminales, pero el velo de sus presuntas finalidades pol¨ªticas ya cay¨® para siempre desde que asesin¨® al fil¨¢ntropo y benefactor Ibarra al final de los a?os setenta. Desde entonces, es una organizaci¨®n que solo persigue eliminar a los que considera sus enemigos, sin ning¨²n fin pol¨ªtico real, es decir, su fin era solo el cometer cr¨ªmenes y extorsiones. La ¨²nica finalidad que realmente podr¨ªa ya tener todo ello es la que confiesa en el genial 1984 de Orwell el lacayo del invisible Gran Hermano, O'Brien: "No estamos interesados en el bien de los dem¨¢s; solo estamos interesados en el poder"... "el poder no es un medio, es un fin"... "el objeto de la tortura es la tortura"... "el objeto del poder es el poder"; nada para la gente ni para el bien social, que no les importan lo m¨¢s m¨ªnimo, sino solo conseguir y mantener el poder, el poder a toda costa; al igual que el comandante terrorista irland¨¦s Gallagher en la gran novela El delator, de Liam O'Flaherty, que reconoce a la hermana de su compa?ero, ejecutado tras ser delatado, que no siente ninguna compasi¨®n por la clase obrera; afirma que "no puede tener piedad, ni compasi¨®n, ni creencias" y que no sabe qu¨¦ le satisface, aunque "quiz¨¢s solo conquistar el poder".
Pero sobre todo la autoalabanza del ¨²ltimo comunicado tiene adem¨¢s un grav¨ªsimo inconveniente: es manifiestamente en s¨ª misma excluyente e incompatible con todo arrepentimiento, por lo que a mi juicio impide constitucionalmente la reinserci¨®n sincera de los presos que sigan consider¨¢ndose miembros de ETA; ETA en este aspecto, en cuanto a los d¨ªas del pasado, lo ¨²nico que debe practicar es el olvido, y dejar a sus miembros en libertad de arrepentirse y pedir en forma cre¨ªble la reinserci¨®n y la rehabilitaci¨®n social.
Frente a ello, la sociedad debe mantener a toda costa la memoria y el apoyo y homenaje efectivo a las v¨ªctimas, a sus familias y a los servidores del orden, y a todas las personas que valientemente han denunciado y perseguido sus delitos p¨²blicamente con riesgo de sus vidas, los que tanto se han sacrificado y arriesgado por nosotros, y esta memoria tiene que poner a cada uno en su sitio: ellos solo quer¨ªan matarnos y oprimirnos a nosotros; estos otros han muerto por nosotros o estaban dispuestos a morir por nosotros y por nuestras libertades.
III. El triunfo de la ley y de la libertad.
A mi juicio tambi¨¦n, es obvio que la Constituci¨®n y la ley impiden de ra¨ªz que ning¨²n poder del Estado pueda dialogar con ETA ni considerarla como interlocutora para ninguna finalidad, como pretenden el comunicado y la bienintencionada pero en gran parte irreal comunicaci¨®n de la conferencia de San Sebasti¨¢n; ETA solo puede renunciar incondicional y unilateralmente a las armas y al terror, y la condici¨®n que tiene que cumplir justamente para conseguir la generosidad del Estado con sus presos es precisamente la de no hacer declaraciones incompatibles con el legalmente necesario arrepentimiento de sus miembros, o que permitan dudar de la veracidad de sus intenciones, como ocurre ostensiblemente con el ¨²ltimo comunicado. Debe sacrificar su absurdo ego al bien de sus presos, y eso es lo ¨²nico correcto que puede hacer en estos momentos; no se le pide que se arrepienta o que se "rinda", pero s¨ª que se calle, y que se autoliquide incondicionalmente para que, extinguidos los f¨¦rreos e inexorables v¨ªnculos organizativos y la obnubilaci¨®n y el miedo que muy probablemente esos v¨ªnculos produc¨ªan en muchos de sus miembros, ello permita a sus presos arrepentirse y reinsertarse cre¨ªblemente en la sociedad de acuerdo con la ley y el marco constitucional.
Si esto se consuma como es absolutamente deseable, ello supondr¨¢ en definitiva el triunfo de la ley y de la libertad. Los magistrados del Tribunal Supremo y luego del Tribunal Constitucional que constataron que Bildu satisfac¨ªa (como as¨ª era) las exigencias legales y constitucionales, al aplicar la Constituci¨®n propiciaron, contra los que algunos creen, el triunfo efectivo de los derechos fundamentales de todos y la llegada irreversible de la paz por la aplicaci¨®n de la Constituci¨®n; este es el ¨²nico marco en que es concebible la paz: el triunfo de la Constituci¨®n, la ley y de la libertad, que es la ¨²nica decisi¨®n que ya tom¨® irrevocablemente la ciudadan¨ªa en 1978 al aprobar la Constituci¨®n, y sus valores y exigencias son el ¨²nico criterio que debe guiar lo que quede del bienvenido proceso del fin de ETA.[HH] [A la banda] no se le pide que se arrepienta o que se "rinda", pero s¨ª que se calle, y que se autoliquide
Jos¨¦ Luis Fuertes Su¨¢rez es abogado del Estado excedente. Fue abogado del Estado ante el Tribunal Constitucional desde 1982 hasta 1996.
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