Bumer¨¢n
Juan Ram¨®n Lucas en RNE tiene el acierto de centrar el asunto del d¨ªa con una frase c¨¦lebre. Le o¨ª rescatar una estupenda de Alejandro Dumas, que dec¨ªa: "Si los ni?os son tan inteligentes y los adultos tan est¨²pidos, algo falla en nuestra educaci¨®n". Si somos sinceros del todo habr¨¢ que reconocer que con los ni?os somos m¨¢s indulgentes que con los adultos. Los ni?os han vivido una verdadera promoci¨®n social, desde los a?os en que nadie les hac¨ªa ni caso hasta nuestros d¨ªas, donde el ni?o ejerce de emperador desde su cochecito de alta gama.
Supernanny compite los viernes contra el concurso millonario de Carlos Sobera, el humor de Jos¨¦ Mota y las tertulias del coraz¨®n. Es como hacer abdominales con tres luchadores de sumo sentados en tu pecho. Pero basta ver un segundo para encontrarle el gusto. Una ni?a berrea enloquecida y su hermano rompe cosas contra el suelo, mientras la madre desbordada recibe el consejo de la presentadora, Roc¨ªo Ramos-Pa¨²l, defensora de una pol¨ªtica de l¨ªmites m¨¢s que de castigos. La primera pregunta que uno se hace es c¨®mo han podido llegar hasta ah¨ª. Se admira la calma de la conductora y la arriesgada misi¨®n de los c¨¢maras, al filo de lo imposible entre pasillos angostos y salones barrocos de las siempre fascinantes casas reales. Los padres provocan una ternura sospechosa, porque no se nos permite estudiar la trayectoria que ha propiciado situaciones de terror cotidiano como las que se retratan. Los hijos tienen algo de bumer¨¢n y el programa trata de frenar ese golpe de vuelta con raciocinio y templanza.
Es un contrashow. En lugar de hinchar el espect¨¢culo se trata de recobrar la normalidad. Receta inversa a lo televisivo, que omite el sentido com¨²n para disparatar el comportamiento y arrastrarlo hacia el entretenimiento m¨¢s perverso. Pero Supernanny naci¨® como un experimento brit¨¢nico en Channel 4, y eso se nota. Es delicioso porque permite asomarse al mundo de los ni?os no desde la delicadeza de los programas infantiles ni la viscosa indulgencia de los concursos para menores, sino desde el asombro ante la realidad.
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