'El petr¨®leo es la sangre de la guerra'
No se puede decir que conocer a Vlad¨ªmir Makanin sea exactamente "un placer": tanta serenidad y unos ojos tan claros y transparentes asustan un poco. Parece que haya regresado de sitios helados, imposibles. Su literatura tambi¨¦n explora las m¨¢s duras realidades f¨ªsicas y ps¨ªquicas con una empat¨ªa p¨¢nica, con una inteligencia m¨¢s all¨¢ del juicio moral. El pasado verano particip¨® en Bilbao en el Festival Internacional de las Letras Gutun Zuria, donde habl¨® con este diario a prop¨®sito de la inminente aparici¨®n de El prisionero del C¨¢ucaso, que acaba de publicarse (Acantilado). Alto, delgado, cojo (a consecuencia de un grave accidente, cuya larga y dif¨ªcil convalecencia arrojar¨ªa como ¨²ltima consecuencia la inspiraci¨®n para El profeta), con una voz grave y serena de inflexiones cordiales, Makanin (Orsk, 1937) tiene una presencia carism¨¢tica, y hasta aura; aura de santidad; de santidad laica. Es una sensaci¨®n inquietante: como si todo fuera serio, pero no grave...
"Es muy dif¨ªcil acabar las guerras cauc¨¢sicas... Los soldados son prisioneros antes de empezar, por muchos motivos. Rusia es prisionera del C¨¢ucaso
"Ha habido momentos en que la belleza me ha salvado... S¨ª, la belleza intenta salvar el mundo. Ella nos acompa?a, va a nuestro lado"
A finales de los a?os ochenta las editoriales Alfaguara y Siruela publicaron algunos de sus libros: Solo y sola, El pasadizo, Un r¨ªo de r¨¢pida corriente y El profeta, reeditada a principios de este a?o por la editorial Marbot. Desde entonces ha recibido los premios literarios m¨¢s distinguidos de su pa¨ªs, especialmente por su novela Asan, que algunos consideran lo mejor que se ha escrito para explicar la guerra de Chechenia. Sobre esa guerra trata tambi¨¦n el primero de los cuatro cuentos largos, o novelas cortas, de El prisionero del C¨¢ucaso.
PREGUNTA. La primera frase de este libro dice: "Lo m¨¢s probable es que ninguno de los dos soldados supiera que la belleza iba a salvar el mundo...". ?Usted cree eso, que la belleza nos salvar¨¢?
RESPUESTA. Bueno, a m¨ª, por lo menos, s¨ª ha habido momentos en que me ha salvado... S¨ª, la belleza intenta salvar el mundo. Ella nos acompa?a, va a nuestro lado. Se puede decir que est¨¢ abrum¨¢ndonos, pregunt¨¢ndonos: ?qu¨¦ estamos haciendo nosotros? A veces, despu¨¦s de hacer algo malo, feo, ofender a alguna persona o incluso matar a alguien... uno piensa que es muy malo, y que est¨¢ perdido. Y de repente esta misma persona ve un paisaje precioso, monta?as... Y en este mismo momento cobra nueva vida y esperanzas para alcanzar en su futuro algo mejor. En esta lucha por el alma de una persona, muchas veces la belleza pierde, pero no se cansa, lo sigue intentado.
P. El prisionero del C¨¢ucaso es un t¨ªtulo que exactamente o con ligeras variantes han utilizado antes Pushkin, L¨¦rmontov, Tolst¨®i y el narrador contempor¨¢neo Andr¨¦i Bitov. ?Por qu¨¦ usted una vez m¨¢s recurre a ¨¦l?
R. Por una parte, para sugerir la continuidad incesante de ese conflicto, es muy dif¨ªcil acabar las guerras cauc¨¢sicas... Por otra parte, quer¨ªa aportar la nueva visi¨®n: los soldados ya son prisioneros antes de empezar, por muchos motivos: por la belleza que les rodea, por la pol¨ªtica... La idea es que Rusia es prisionera del C¨¢ucaso.
P. Asan, que le vali¨® en 2008 el mayor premio literario ruso, el Gran Libro, es un precedente muy cercano: tambi¨¦n la historia de un militar ruso pasablemente corrupto en las guerras de Chechenia. Y de hecho el protagonista se llama Zhilin, como el de la novela de Tolst¨®i de donde toma el t¨ªtulo...
R. Asan describe todo lo que ha pasado en Chechenia. Asan es la manera de pronunciar Alejandro Magno, que en su d¨ªa pas¨® por aquella regi¨®n y el pueblo le ten¨ªa tanto miedo que se le qued¨® como nombre Asan, que es una contracci¨®n, en ruso, del nombre Alejandro, una de sus abreviaturas posibles, y que tambi¨¦n significa Dios, pero con una connotaci¨®n negativa, un dios malo. Y el nombre de pila del protagonista de mi novela, Zhilin, es Alejandro...
P. Tanto en Asan como en El prisionero... describe zonas de la guerra, y de la mentalidad de los soldados y sus oficiales poco exploradas por la literatura. ?C¨®mo ha reunido conocimientos internos tan espec¨ªficos sin haber participado en el conflicto? Algunos cr¨ªticos en su pa¨ªs precisamente le reprochan que hable de ello sin haber combatido...
R. Se trata de la segunda parte de la guerra en Chechenia, en los a?os 1997-1998. Yo no combat¨ª, pero tengo alg¨²n conocimiento de lo que pas¨® en esta zona por los datos de las noticias, y por mis conversaciones con los veteranos. No particip¨¦ como soldado pero viv¨ªa en Mozdok, en la frontera de Chechenia. Esta ciudad est¨¢ en la frontera del sur, y algunos de sus barrios pertenec¨ªan a Rusia, y la otra parte estaba en manos de los chechenos. Los trenes procedentes de Rusia llegaban hasta la ciudad pero de ah¨ª no segu¨ªan a otras ciudades de Chechenia. Viv¨ª un par de meses all¨ª por asuntos familiares. Lo pude ver todo con mis propios ojos. Y por primera vez vi con mis ojos la guerra por el petr¨®leo. El petr¨®leo es la sangre de la guerra. Los chechenos atacaban a los rusos que se mov¨ªan por aquel territorio. Todos los convoyes militares que sal¨ªan de la ciudad con sus armas, coches, petr¨®leo, eran asaltados. La guerra abierta entre dos ej¨¦rcitos a¨²n no pasaba, los chechenos todav¨ªa no dispon¨ªan de t¨¦cnica, ni armas ni aviones. Recuerdo que una vez, los soldados rusos se desplazaban de un sitio a otro y en su columna llevaban dos grandes cisternas de petr¨®leo. Rusos y chechenos se hostigaron y mataron hasta que todo qued¨® destruido, salvo aquellas cisternas, que ambos bandos quer¨ªan salvar. La t¨¢ctica de los chechenos era la siguiente: procuraban parar el primer tanque y el ¨²ltimo, y as¨ª toda la columna quedaba paralizada. Entonces los rusos saltaban de los tanques, y tumbados en el suelo trataban de matar a los chechenos que les atacaba desde lo alto. As¨ª pasaron dos o tres a?os.
P. En su relato, los generales de los dos ej¨¦rcitos enemigos se visitan, toman el t¨¦ mientras negocian, intercambian armas por comida... Como si lo que les interesara fuese regir la guerra, no ganarla.
R. El sentido de este momento era el cambio de la gente por el petr¨®leo: es muy t¨ªpico la venta y compra porque son las tierras del sur y del oeste, es muy t¨ªpico de estos pueblos, all¨ª se negocia cualquier cosa.
P. En Rusia el poeta sustituye incluso a la sociedad civil, y seg¨²n algunos escritores distinguidos, una particularidad esencial de Rusia es que no tiene historia, que s¨®lo da vueltas en c¨ªrculo. Lev Danilkin dec¨ªa el otro d¨ªa que la historia rusa se repite en ciclos de dos etapas: represi¨®n pol¨ªtica, y deshielo y brotes de libertad. Dmitri Bykov dice que son cuatro etapas: represi¨®n, reforma, deshielo y estancamiento. Vlad¨ªmir Sharov habla de "c¨ªrculos cerrados". ?No estar¨¢ esto relacionado con la conciencia literaria del pueblo ruso? 'Un cuento de amor logrado', ¨²ltimo de los relatos de El prisionero, habla, entre otras cosas, de c¨®mo los problemas de los escritores de la generaci¨®n de usted con la censura del antiguo r¨¦gimen se han transformado en la insignificancia social que tienen ahora...
R. La literatura ha sustituido en Rusia muchas cosas. Por ejemplo, durante setenta a?os de sistema comunista, y de persecuci¨®n religiosa, en vez de religi¨®n el pueblo ten¨ªa la literatura. ?sta hac¨ªa el trabajo de la religi¨®n, de manera que no hab¨ªa valores m¨¢s altos que la literatura; entonces, durante todos esos a?os la trascendencia de la literatura y su responsabilidad fueron demasiado grandes. Y por eso precisamente ahora disminuye su funci¨®n: porque otra vez ha subido el papel de la religi¨®n y de la Iglesia ortodoxa. Ahora el momento es muy complicado...
P. Usted naci¨® en el peor a?o para los escritores, el a?o 1937, el de la gran purga, cuando la intelligentsia fue exterminada.
R. Pues no s¨¦ si fue el peor. Durante la revoluci¨®n de 1917, los soldados, obreros y campesinos que hac¨ªan la revoluci¨®n mataron a los intelectuales, a la intelligentsia, en tres minutos, sin entrar en motivos, porque representaban a otra clase, al enemigo ideol¨®gico. Por eso el a?o 1937, comparado con 1917, fue m¨¢s democr¨¢tico, porque los procesos duraban tres d¨ªas, el acusado era conducido ante el tribunal. Y despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial a los escritores ya no se les mataba, sino que los mandaban a Siberia para siempre. "Diez a?os sin derecho a escribirse": ¨¦sta es una f¨®rmula que la gente conoc¨ªa muy bien: si recib¨ªas esta sentencia significaba que ya pod¨ªas considerarte muerto, y no por causas f¨ªsicas, sino asesinado. Luego... mire, el poder sovi¨¦tico se puede comparar con la vida humana: empez¨® muy fuerte, dur¨® setenta a?os y muri¨® como un viejo exang¨¹e.
P. Usted es de formaci¨®n matem¨¢tico. ?C¨®mo se puso a escribir? ?Fue una vocaci¨®n s¨²bita o un proceso?
R. Las matem¨¢ticas son una ciencia muy bonita, preciosa, pero mientras me dedicaba a ellas sent¨ªa el coraz¨®n fr¨ªo, no ten¨ªa pasi¨®n por ellas. Para m¨ª eran como una mujer muy bella que hay que admirarla pero sin tocarla. En cambio me apasionaba el ajedrez... Empec¨¦ a perder la vista porque estaba todo el d¨ªa estudiando, y cuando cerraba los libros de texto me pon¨ªa a jugar, y luego me pasaba las noches repasando las partidas... Tuve que abandonar el ajedrez, y todav¨ªa ahora si me paso leyendo tengo problemas... Bien, el caso es que despu¨¦s de terminar la carrera fui contratado y trabaj¨¦ durante cinco a?os en la Academia Militar que ahora lleva el nombre de Pedro I, proyectaba cohetes y se puede decir que trabajaba como ingeniero, pero estos puestos se llamaban "ingenieros secretos". El momento de inflexi¨®n fue en el a?o 1964 o 1965, cuando la crisis del Caribe (la crisis de Cuba, la crisis de los misiles). En aquel momento los que trabaj¨¢bamos en la academia est¨¢bamos informados del conflicto y convencidos de que la guerra at¨®mica era inevitable; algunos pensaban que eran los ¨²ltimos d¨ªas de la Humanidad, y al salir de la academia y ver a la gente dedicada a sus asuntos cotidianos, el contraste era muy grande. Yo era muy joven, pero sab¨ªa demasiado para sonre¨ªr. Y aquel contraste entre la vida real y la vida que llevaba yo con todos aquellos conocimientos me empuj¨®. Esa situaci¨®n provoc¨® mi vocaci¨®n literaria.
P. Los escritores rusos con los que he podido hablar estos d¨ªas aqu¨ª son muy cr¨ªticos con el presente pol¨ªtico, social, y fatalistas respecto al futuro. ?Usted lo es tambi¨¦n?
R. No, yo no soy tan pesimista. Las cosas nos parecen horribles porque ahora sabemos mucho, el mundo est¨¢ mucho m¨¢s expuesto. Y por eso todo nos parece peor, pero siempre hubo dificultades. Cuando me dicen que la vida es muy dura, yo siempre pregunto: ?y d¨®nde es f¨¢cil la vida? ?En Bilbao, quiz¨¢? Aqu¨ª y all¨ª, seguimos teniendo la noche para so?ar y las playas para descansar, y por la ma?ana abres los ojos y ves que la vida sigue dura y dif¨ªcil.
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