Mucha pose, menos chicha
Con Erica Abi Wright nunca se sabe por d¨®nde pueden ir los tiros. Y no solo porque acostumbra a cambiarles el repertorio a sus m¨²sicos -diez damas y caballeros de negro riguroso- sin atisbo de aviso previo. En la can¨ªcula de 2008, la sacerdotisa de ¨¦bano se person¨® en el viejo Cuartel del Conde Duque y poco le falt¨® para incendiarlo. Un par de Veranos de la Villa m¨¢s tarde, en cambio, su comparecencia result¨® tan hosca, r¨¢cana, desangelada y displicente que a¨²n no sabemos c¨®mo la noche acab¨® sin altercados. La impredecible, podr¨ªan decirle a Erykah Badu.
Anoche, en un Circo Price abarrotad¨ªsimo, era la ocasi¨®n propicia para el desempate. Y Erykah, como 15 meses atr¨¢s en Puerta del ?ngel, volvi¨® a comparecer tres cuartos de hora tarde sobre el horario previsto. Puede echarle esta vez la culpa a los teloneros de la llamada Red Bull Music Academy: Jamie Woon, un ameno jovenzuelo de soul blanco, y su tocayo Jamie Lidell, y un pinchadiscos muy latoso, Hudson Mohawke, que entre r¨¢faga y r¨¢faga de house tambi¨¦n le dio por masacrar a la pobre Anita Baker. Para cuando la autora de Baduizm irrumpi¨® con abrigo verde esmeralda, sombrero de g¨¢ngster y su estudiada pose de mujer hier¨¢tica e inaccesible, hab¨ªa hambre de baile en los grader¨ªos.
La reina de Dallas juega a mantener la distancia y, en consecuencia, el enigma. Aborda casi de entrada la chulesca The healer ("el hip-hop es m¨¢s grande que la religi¨®n y los gobiernos"), una pieza convertida en santo y se?a no solo de su ideario, sino del chiringuito con las camisetas. Y enseguida rescata su primer gran ¨¦xito, On & on, sazonado con unas estrofas rapeadas para jalear al p¨²blico.
Las onomatopeyas de Apple tree, con la oficiante repiqueteando frente a la caja de ritmos, sirven para que agiten las osamentas hasta los espectadores de ¨¢nimo estrangulado. Pero la l¨ªnea no siempre es ascendente, pese a la buena voluntad de Badu. Su f¨®rmula de rhtythm 'n' blues pesado y mucha carga de hip hop sepulta la escuchimizada guitarra el¨¦ctrica bajo un manto de sintetizadores y efectos del pinchadiscos. Y los coristas, a falta de m¨¢s trabajo, se consagran al balanceo bajo los par¨¢metros del baile urbano. A veces da la impresi¨®n de que sobra pose y falta chicha.
Una hora despu¨¦s, Erykah quiso aproximarse a sus cong¨¦neres de la especie humana y proclam¨®: "Estar aqu¨ª es mi terapia". En resumen: ya hemos vivido un concierto bueno, otro inexistente y un tercero, el de ayer, aceptable. Tanto como para que, justo antes del bis (Love), la dama que escond¨ªa su mirada inescrutable terminara quit¨¢ndose el sombrero.
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