"Mozart usar¨ªa hoy ordenadores"
El director de la Philharmonia, Esa-Pekka Salonen, defiende la revoluci¨®n tecnol¨®gica en la m¨²sica cl¨¢sica - Los proyectos de su orquesta se complementan en Internet
Nadie tiene claro todav¨ªa c¨®mo afecta a la m¨²sica cl¨¢sica la revoluci¨®n cultural de Internet. Por el tipo de p¨²blico y la exclusiva naturaleza de los conciertos, el impacto quiz¨¢ sea menos violento que en otros campos. Todos los pasos dados hasta ahora son peque?os, conservadores. Pero al fin¨¦s Esa-Pekka Salonen (Helsinki, 1958), compositor y director titular de la Philharmonia Orchestra de Londres, le parece que ya se ha perdido demasiado el tiempo. "Es un suicidio seguir esperando", lanza.
Despu¨¦s de 17 a?os como m¨¢ximo responsable de la Filarm¨®nica de Los ?ngeles (le sustituy¨® Gustavo Dudamel), se mud¨® a Londres y descubri¨® un panorama donde su podio ya no era la ¨²nica referencia musical de la ciudad. Acostumbrado a ser una suerte de bar¨®n de la costa angelina, se encontr¨® a orillas del T¨¢mesis con la competencia de otras tres orquestas sinf¨®nicas (que siempre ha inquietado a los directores de cada una de ellas), dos de ¨®pera y la necesidad de distinguirse con proyectos tem¨¢ticos que acercasen la m¨²sica a la gente. "Es la gran diferencia entre trabajar en una ciudad y otra", se?ala.
"Quiero que la cl¨¢sica forme parte de la vida, que no sea el 'hobby' de algunos"
Y as¨ª empez¨® a crear exitosos experimentos como re-Rite, be the orchestra, una instalaci¨®n multimedia en la que los espectadores se sienten dentro del centenar de m¨²sicos de la Philharmonia mientras interpretan La consagraci¨®n de la primavera, de Igor Stravinski. Para construirla, 29 c¨¢maras se incrustaron en la sinf¨®nica (algunas pegadas a la cabeza de los m¨²sicos) y grabaron todos sus movimientos. Fue un ¨¦xito que atrajo, celebran en la Philharmonia, a nuevos p¨²blicos al auditorio. "Los conciertos de cl¨¢sica son muy aburridos visualmente. Por eso no creo que la retransmisi¨®n en directo por Internet [streaming] sea el futuro. Ver un auditorio en un iPad me parece bastante pesado", se?ala antes de presentar su proyecto Bart¨®k con El castillo de Barbazul en el ciclo Iberm¨²sica de Madrid.
Salonen es un brillante exponente de la generaci¨®n de directores entorno a los 50 a?os que controla algunas de las m¨¢s importantes sinf¨®nicas del mundo. Su respeto por la tradici¨®n musical es absoluto. Aunque opina que es hora de ofrecer algo m¨¢s. La aparici¨®n de nuevos formatos ha puesto hist¨®ricamente en tela de juicio el acercamiento a los conciertos. Algunas figuras empujaron hacia adelante sin miedo, como Herbert von Karajan en su obsesi¨®n por perfeccionar la grabaci¨®n. Salonen comparte en cierta medida esa mentalidad. Cada proyecto de la Philharmonia desarrolla su propuesta correspondiente en Internet: entrevistas, videoarte o clips. Pero eso no gusta a todos sus colegas. "Algunos dicen que lo que hago es una p¨¦rdida de tiempo, ya sabe, el secreto de la m¨²sica, lo sagrado, Mozart... Es jodidamente aburrido. Pero estoy seguro de que si Wagner o Mozart viviesen, usar¨ªan las nuevas tecnolog¨ªas y trabajar¨ªan con ordenadores: los grandes genios siempre han querido ir hasta el l¨ªmite de lo posible. Quiero que la m¨²sica cl¨¢sica sea parte de la vida, no el raro hobby de algunos".
Salonen -que prepara con Peter Sellars el estreno en Los ?ngeles de Orango, una ¨®pera in¨¦dita basada en un borrador de Shostak¨®vich escrito en 1932- est¨¢ obsesionado con el aspecto visual de la m¨²sica. Odia la luz monocorde y amarillenta de los conciertos. En algunas actuaciones de la Philharmonia juega con otros tonos. Pero va m¨¢s all¨¢, desde hace meses trabaja con un programador para crear una aplicaci¨®n en tableta o tel¨¦fono en la que el usuario pueda jugar a componer m¨²sica cl¨¢sica con elementos sonoros de la propia Philharmonia. "Tendr¨¢ una interfaz visual para unir las piezas; los sonidos ser¨ªan formas. Estoy hablando de algo sofisticado, peque?as m¨¢quinas de composici¨®n que la gente podr¨¢ usar en Internet. El formato iPad es mucho mejor para eso que para ver conciertos".
La idea, quiz¨¢, suene un poco a juego. ?l lo admite. Tambi¨¦n el acercamiento de la cl¨¢sica al pop tan recurrente ¨²ltimamente. Y su difusa frontera. Su vecina, la Filarm¨®nica de Londres grab¨® hace poco un disco con m¨²sica de videojuegos; algunos int¨¦rpretes visten hoy como rockeros; los conciertos buscan las audiencias de masas del pop en Internet... "Yo hablo de dar una alternativa al pop y al rock; usar algunos de sus elementos como la comunicaci¨®n. Pero nosotros somos diferentes. Si Lang Lang se viste de hipster, a m¨ª me parece bien. Ofrecemos una experiencia ¨²nica. Nadie, y eso es un hecho cient¨ªfico, puede competir con el rango din¨¢mico de la cl¨¢sica. Nadie abarca tanto: en un concierto de rock eso es algo as¨ª como cero", dice juntando el dedo ¨ªndice y el pulgar.
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