El pensador de instantes
En una anotaci¨®n hecha en Dubrovnik a finales de 1987, Peter Handke dice: "El pensador de instantes': solo esto soy yo". As¨ª que no hace falta ir muy lejos en Ayer, de camino, que re¨²ne sus apuntes hechos entre noviembre de ese a?o y julio de 1990, para saber lo que se tiene entre manos. Para contar lo que hace sirve una imagen, la de un hombre que camina. Y tambi¨¦n para explicar su manera de proceder cuando se trata de sus anotaciones: porque entonces Handke camina y va escribiendo. "Uno de los problemas de mi vida es (ha llegado a ser) el hecho de que vincule mi destino con el de mi escritura", apunta en 1988 en Brazzano, Italia. Luego se pregunta: "?No ser¨¢ ya hora de dejarlo?".
Jesenice, Ljubljana, Hrastovlje, Piran, Rovinj, Krk, Split, Trogir... O si se prefiere por pa¨ªses en vez de por ciudades: Eslovenia, Croacia, Macedonia, Grecia, Egipto, Francia, Alemania, Jap¨®n, Portugal, Espa?a, Reino Unido... Handke camina y camina ("Mi Europa unida: la de los caminos del campo y de las tapias de los campos de labor", afirma), viaja en trenes y en autobuses, coge el avi¨®n. Apunta lo que se le ocurre cuando toma contacto con las gentes y las cosas. En Ayer, de camino escribe sobre iglesias bizantinas, ruinas isl¨¢micas, or¨¢culos. Se refiere a Goethe, H?lderlin, Kafka, Ch¨¦jov, Keats o Char, o a Van Gogh, Matisse o Rembrandt, al cine de Ozu. Est¨¢ obsesionado con las formas del rom¨¢nico, vuelve una y otra vez a los Evangelios. Toma notas para La p¨¦rdida de la imagen, cuenta de los libros que escribi¨® durante esos meses -Ensayo sobre el cansancio (en Linares), Ensayo sobre el jukebox (en Soria)-, habla de otros proyectos. Piensa en la alegr¨ªa, la lentitud, el abandono. En Sevilla sigue a una mujer polic¨ªa y en Catalu?a se reencuentra varias veces con un afilador ambulante, en Alaska trata de los indios tlingit, rinde homenaje a Wittgenstein cuando visita Cambridge. Confiesa sentirse m¨¢s cerca de los cantantes (Van Morrison, Dylan, Neil Young...) que de los poetas. Echa pestes de los peri¨®dicos, cita a Basho: "Incluso los ojos de los peces est¨¢n mojados por las l¨¢grimas".
Pensar los instantes, agarrar con las palabras lo que se desliza y fluye y se precipita y se pierde, no tener a mano sistema alguno de referencias sino s¨®lo la propia mirada, ir a la deriva (sin m¨¦todo, sin mapas, sin gu¨ªa). Handke manifiesta a veces sus temores por el sentido de lo que hace. En Linares, por ejemplo, escribe: "?Qu¨¦ significa 'levitaci¨®n' (Teresa de ?vila)? Aqu¨ª, (...), en la llamada levitaci¨®n, consigues una y otra vez la conexi¨®n con tus fundamentos; entonces no tengas miedo de ninguna irrealidad; a la realidad de la historia prefiere la de lo que sucede a cada momento, la del devenir, del ser, del desaparecer, esto es la categor¨ªa y no la historia".
Miedo a la irrealidad. Handke alude entre l¨ªneas a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, en noviembre de 1989, con un comentario lac¨®nico. A la brutal represi¨®n que el Gobierno chino desencaden¨® en Tiananmen en junio de ese mismo a?o no le dedica tampoco mucho espacio. Repite, eso s¨ª, los nombres de algunos de los ejecutados como si rezara una plegaria: "Xu Guoming / Meng Duo / Bian Hanwu / Yan Yuzron...". Tambi¨¦n en los escritos que ha dedicado a la antigua Yugoslavia ("En el fondo, no hice otra cosa que pinchar con palabras un nido de avispones y bombas", le explica a Peter Stamm en Vivan las ilusiones) sigue su procedimiento habitual: acercarse a los lugares y las gentes para escuchar y preguntar, y huir de cualquier versi¨®n oficial o de las interpretaciones partidistas. En Preguntando entre l¨¢grimas se recogen dos textos sobre las visitas que realiz¨® a Yugoslavia en 1999 y sus piezas sobre el Tribunal de La Haya y el juicio a Slobodan Milosevic. Quiere hablar de la tragedia de un pueblo y de la destrucci¨®n de un pa¨ªs; procura escapar de esas "difamaciones formuladas con palabras prefabricadas" y "empleadas como una ametralladora".
Handke cometi¨® el error de decir, durante la guerra, que "los serbios son todav¨ªa m¨¢s v¨ªctimas que los jud¨ªos" y, aunque se retract¨® inmediatamente, qued¨® estigmatizado. Y fue al funeral de Milosevic, donde dijo unas palabras, como si no supiera que los gestos pesan a veces m¨¢s que los mensajes. Ah¨ª est¨¢ su "irrealidad": habl¨® all¨ª porque quer¨ªa criticar "el lenguaje de un mundo que supuestamente sab¨ªa la verdad acerca de este 'carnicero' y 'dictador". No lo hizo por "ninguna lealtad hacia Slobodan Milosevic". La inmensa mayor¨ªa entendi¨®, y seguramente con raz¨®n, que su presencia significaba su apoyo a un caudillo nacionalista. Handke y su obra tardaran a¨²n mucho en zafarse del simbolismo de esas iniciativas. El hombre que quiso atrapar el dolor de todos los yugoslavos no debi¨® asistir al funeral del pol¨ªtico que gobernaba a los serbios cuando se produjo lo que el mismo Handke define como "el peor 'crimen contra la humanidad' cometido en Europa despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial", el de Srebrenica.
Ayer, de camino. Anotaciones, noviembre de 1987 a julio de 1990. Peter Handke. Traducci¨®n de Eustaquio Barjau. Alianza. Madrid, 2011. 705 p¨¢ginas. 26,50 euros. Preguntando entre l¨¢grimas. Apuntes sobre Yugoslavia bajo las bombas y en torno al Tribunal de La Haya. Peter Handke. Traducci¨®n y pr¨®logo de Cecilia Dreym¨¹ller. Alento. Madrid, 2011. 231 p¨¢ginas. 20 euros. Vivan las ilusiones. Conversaciones en Chaville y otros lugares. Peter Handke-Peter Stamm. Traducci¨®n de Eustaquio Barjau. Pre-Textos. Valencia, 2011. 151 p¨¢ginas. 26 euros.
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