Cine que se refugia en el museo
Igual que la literatura se siente atra¨ªda por las secreciones de la vida y los desechos, el cine prefiere embriagarse en el bajo fondo del que procede. Con un lenguaje de tartamudeo visual y una est¨¦tica arcaica, artistas como Peter Kubelka, Paul Sharits y Hollis Frampton, primero, y James Coleman, Stan Douglas y Rodney Graham, m¨¢s tarde, se interesaron por la materialidad del medio, al realizar pel¨ªculas en blanco y negro y en 16 mil¨ªmetros que introduc¨ªan en el espectador un fuerte impacto corporal y un ritmo hipn¨®tico. Ejemplo de esta preocupaci¨®n colectiva es el ¨²ltimo y m¨¢s surrealista trabajo de Tacita Dean para la Tate Modern titulado Film (11 minutos), una pel¨ªcula girada 90 grados a partir de su formato cinemascope y proyectada sobre un monolito de 13 metros instalado en la Turbine Hall. Algunos periodistas escribieron sobre aquel impactante v¨ªdeo, extasiados por la epicidad de la expansi¨®n del medio. En efecto, la obra de Dean entraba dentro de las categor¨ªas del "cine expandido" -capacidad autorreferencial, abstracci¨®n, superaci¨®n de los l¨ªmites espaciales tradicionales-, pero no era un v¨ªdeo, sino ?una pel¨ªcula! El esperanto digital todav¨ªa no hab¨ªa matado a la estrella del celuloide.
El p¨²blico visita los museos esperando encontrar en ellos un gigantesco acontecimiento capaz de engullirlos
Dean se apresur¨® a explicar que le habr¨ªa gustado usar el formato que ha empleado siempre, 16 mil¨ªmetros, y llevarlo al tama?o XXL de la antigua central el¨¦ctrica, pero el laboratorio del Soho londinense con el que hab¨ªa trabajado siempre le hab¨ªa comunicado que ya no usaban aquel formato. Fueron los ¨²ltimos en producir 16 mil¨ªmetros en todo el Reino Unido. Y como la obsolescencia siempre induce a la fidelidad, la artista inglesa decidi¨® que su Film ser¨ªa rodado en 35 mil¨ªmetros. "El sonido en el v¨ªdeo digital no es independiente de la imagen, y esto ha sido muy revolucionario, pero tambi¨¦n ha hecho que nuestro mundo moderno sea de repente menos subjetivo", aclara la artista. "Film es una obra muda. Para m¨ª es importante que el cine no pierda nunca su silencio original. La imagen se ve y se recuerda primero como muda, y la acci¨®n aparece cuando se le pone el sonido. Este intervalo permite el artificio". Como muchos artistas, Tacita Dean se niega a utilizar el v¨ªdeo o el DVD: "Me doy cuenta de que ese bello medio que creamos hace 120 a?os est¨¢ a punto de desaparecer. Me encanta el cine y no quiero perder la posibilidad de hacerlo".
Los cineastas, con su inclinaci¨®n hacia la mistificaci¨®n tecnol¨®gica, persiguen efectos cada vez m¨¢s inmediatos. El p¨²blico visita los museos esperando encontrar en ellos un gigantesco acontecimiento capaz de engullirlos. En el digital, el espacio f¨ªsico es el espacio psicol¨®gico; su tiempo, el presente abstracto y flotante. Mientras, las salas de cine desaparecen, olvidadas e inolvidables, como los viejos caf¨¦s. ?C¨®mo influyen en nuestra subjetividad estos shocks tecnol¨®gicos? ?Ayudan los formatos "arcaicos" a la comprensi¨®n de un mundo ya perdido para nosotros? ?Qu¨¦ har¨¢ James Coleman cuando Kodak deje de fabricar definitivamente los proyectores de diapositivas?
Dentro de ese paradigma cada vez menos t¨¢cito en la pr¨¢ctica contempor¨¢nea que es el archivo, existen trabajos capaces de rescatar el tiempo real del limbo digital. El v¨ªdeo The clock (24 horas), del norteamericano Christian Marclay (Le¨®n de Oro en la pasada Bienal de Venecia), presenta un momento ut¨®pico con secuencias de pel¨ªculas de la historia del cine que funcionan como una analog¨ªa de la memoria y del presente del espectador. De esa falsa experiencia de durabilidad que se disuelve en el espacio-tiempo de cinco segundos -el tiempo que separa una escena de otra- surge la dial¨¦ctica entre t¨¦cnicas avanzadas y anticuadas.
De una manera m¨¢s po¨¦tica y radical, en las dos proyecciones videogr¨¢ficas tituladas 1.395 d¨ªas sin rojo (60 minutos y 43 minutos), el tiempo hist¨®rico y la memoria aparecen en la dimensi¨®n que Heidegger defini¨® como "la textura m¨¢s profunda de la existencia humana". La artista de Bosnia-Herzegovina Sejla Kameric (1976) y el alban¨¦s Anri Sala (1974) firman para el Macba un proyecto cinematogr¨¢fico donde el genio an¨®malo de la m¨²sica se convierte en el verdadero protagonista.
La historia sit¨²a al espectador en el sitio de Sarajevo, a trav¨¦s de los paseos diarios de una mujer que camina con un paso firme por la avenida de los Francotiradores para acudir a su trabajo en la orquesta de la ciudad. Cada cruce es una trampa mortal, lo que supone la toma de una decisi¨®n existencial: pararse o correr, cruzar en solitario o acompa?ada por otras personas que acarrean la misma duda sobre sus ropas grises. Porque as¨ª era realmente la vida de sus habitantes, que viv¨ªan su laceraci¨®n y el exterminio como la peor atrocidad, siempre evitando vestir colores brillantes que pudieran alertar de sus movimientos al enemigo.
Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, la Orquesta Sinf¨®nica -que nunca interrumpi¨® su actividad durante los 1.395 d¨ªas que dur¨® el sitio- ensaya pasajes de la Sexta sinfon¨ªa de Chaikovski. La realidad de los m¨²sicos es la realidad de la ciudad, un engranaje que apunta ¨²nicamente a la nota sucesiva. Tocan una y otra vez, repitiendo distintos fragmentos de La Pat¨¦tica. Paralelamente, observamos a la mujer (interpretada por Maribel Verd¨²) en su camino hacia los ensayos: toma aire antes de cruzar una calle, contiene el aliento mientras corre y la m¨²sica resuena en su cabeza. Un bosque oto?al camufla los vestigios de un cementerio entre las hojas convertidas ya en tierra h¨²meda. Las huellas humanas avanzan sobre el limo para reconstruir el camino completo de un pa¨ªs y sus migraciones.
Sala y Kamerik componen su propia versi¨®n a partir de un mismo rodaje y la proyectan en dos pantallas de cine diferentes. En ambas visiones, la m¨²sica consigue que la historia se perciba en su interrupci¨®n. Transportados por el sentimiento de eternidad de los acordes musicales, comprobamos que la historia es un mecanismo perecedero, como el reloj que la mide. Lo dijo Charles Chaplin: "El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto".
1.395 Days without red. Sejla Kameric y Anri Sala. Macba. Pla?a dels ?ngels, s/n. Barcelona. Coproducci¨®n: ArtAngel, Museum Boijmans Rotterdam, Han Nefkens y otros patrocinadores privados. Film.Tacita Dean. Tate Modern. Londres.
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