Loulou de la Falaise, la musa de Yves Saint Laurent
Las musas son tan dif¨ªciles de encontrar como f¨¢ciles de nombrar. La historia de Loulou de la Falaise, que falleci¨® ayer a los 63 a?os, es una precisa descripci¨®n de cu¨¢l es su aut¨¦ntico papel. Inspirar la creaci¨®n en otros. Si bien es cierto que ella dise?¨® joyas, ropa y complementos, fue su capacidad para impulsar y potenciar el arte de un maestro, Yves Saint Laurent, lo que la convirti¨® en una influyente figura de la moda de los a?os setenta. Trabaj¨® con el dise?ador franc¨¦s desde 1972 hasta su retirada de la alta costura en 2002. ?l admiraba su sentido del color y su fantas¨ªa, pero sobre todo apreciaba su encanto y su carisma. Le gustaba tenerla cerca.
Resulta significativo que fuera la Fundaci¨®n Pierre Berg¨¦-Yves Saint Laurent, que vela por la herencia del creador, quien anunciara el fallecimiento. Es un homenaje al estrecho v¨ªnculo que los uni¨® y un reconocimiento a la huella que esta mujer dej¨® en la obra de Saint Laurent. "Me sol¨ªa irritar ese t¨¦rmino", explicaba a la edici¨®n italiana de Vogue en enero de 2010. "Para m¨ª, una musa es alguien con aspecto elegante, pero muy pasiva. Yo trabajaba mucho. Desde las nueve de la ma?ana hasta las nueve de la noche o hasta las dos de la madrugada. Ahora que todo ha terminado, me gusta pensar que hay un poco de mi alma en la ropa que dise?¨® cuando yo estaba all¨ª y que yo era una fuente de inspiraci¨®n".
Vivaz, fantasiosa y atrevida, De la Falaise ten¨ªa mucho de hero¨ªna literaria. Tambi¨¦n la biograf¨ªa. Naci¨®, en Londres, en mayo de 1948. Su padre, Alain, proced¨ªa de una aristocr¨¢tica familia francesa y trabajaba como escritor y traductor. Su madre, Maxime Birley, era una elegante modelo que colaboraba con Elsa Schiaparelli o Cecil Beaton. Con semejante ¨¢rbol geneal¨®gico no es de extra?ar que la leyenda que rode¨® a Loulou estuviera plagada de an¨¦cdotas extravagantes y que ella se convirtiera en un s¨ªmbolo de la rive gauche.
Su existencia estuvo regida por una mezcla de distinci¨®n y rebeld¨ªa que el talento de Saint Laurent tradujo en dise?os que cambiaron la forma en que vest¨ªan las mujeres. A finales de los sesenta se traslad¨® a Nueva York y la editora Diana Vreeland trat¨® de que se convirtiera en modelo. Ella prefiri¨® dedicarse a las noches de Studio 54 junto a Marisa Berenson, Robert Mappelthorpe o Paloma Picasso. Cuando se instal¨® en Par¨ªs, se hizo imprescindible para Saint Laurent y pas¨® a formar parte de la hedonista pandilla que acompa?¨® al creador hasta su muerte en 2008. "No hac¨ªa nada sin m¨ª", explicaba. "Yo manten¨ªa la atm¨®sfera relajada. Si se pon¨ªa neur¨®tico, le dec¨ªa que se dejara de tonter¨ªas. Pensaba que nadie se divertir¨ªa con su ropa si ¨¦l no disfrutaba al crearla".
En 1977 se cas¨® en segundas nupcias con Thad¨¦e Klossowski de Rola, hijo del pintor Balthus, con quien tuvo a su hija Anna. Tras la retirada de Saint Laurent en 2002, trat¨® de mantenerse como dise?adora independiente con resultados discretos. Comercializ¨® bisuter¨ªa y objetos para casa y abri¨® dos tiendas en Par¨ªs. Aunque le costara brillar sin ¨¦l, Saint Laurent no fue el ¨²nico dise?ador que apreci¨® su potencial como inspiraci¨®n. En 2007, The New York Times recogi¨® testimonios de varias generaciones que dejaban claro su atemporal atractivo. "Ella es la mujer para la que yo dise?o: singular y siempre chic", afirmaba el treinta?ero estadounidense Zac Posen. "El estilo de Loulou de la Falaise es elegante y refinado y sus dise?os son jipis, pero sofisticados", dec¨ªa el octogenario Hubert de Givenchy.
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